El Papa "impopular"

El principio de año siempre es tiempo de recuento. Yo mismo he caído en esa tentación al comentar la clasificación del Sacristán Serrano en el post anterior, pero en publicaciones como la archi-progre Golias se han permitido el lujo de otorgar al Santo Padre una de sus infames “Tiaras de plomo“, algo así como los anti-oscar en versión eclesio-pijo-progre (léase Bono), pero con bastante menos público. Hoy, sin embargo, Infocatolica se hace eco de las cifras de asistentes a los actos públicos del Papa y la cosa no está nada, nada mal.

De entrada, hay que decir que me parece estupendo que la gente vaya a ver al Papa. Por razones geográficas, y últimamente por trabajo, no he podido viajar a Italia las veces que he querido, pero todo se andará. Mientras tanto celebro que un Papa al que los goliases de turno han calificado siempre de “impopular", “reaccionario” y similares epítetos cariñosos, se vea arropado por tanta gente que no pone sus “ideas” político-religiosas antes que su amor a Dios, la Iglesia y, en última instancia, el propio Santo Padre. Y eso que está claro que Benedicto XVI no es su predecesor. Para los que hemos nacido bajo el largo papado de Juan Pablo II, se nos hace difícil imaginar que cada Papa impregna su propio estilo en las sandalias del Pescador, pero es así.

Ya he dicho que si Juan Pablo II fue el Papa “actor", Benedicto XVI es más “Papa profesor". Y, paradójicamente, si del primero recordaremos unas cuantas encíclicas indispensables, del actual pontífice me quedo con los discursos. Aún compenetrándose y siendo perfecta continuidad las enseñanzas del uno con el otro, son personas distintas y estilos distintos de llevar a la Iglesia.

Por eso se me hace siempre extraño cuando al Papa, ya sea Benedicto XVI o “Juan XXIV", recibe críticas por parte de los que le son teóricamente fieles. No os descubro el Mediterráneo, ya que críticas le llevan lloviendo a un Papa desde dentro de la Iglesia, más o menos, desde Pio XII -y a este mismo, pero a posteriori-. Se me hace extraño, aunque no sorprenda, porque es un fenómeno longevo, síntoma de la falta de unidad. Y no es un divorcio gestado desde arriba, sino que es ese mismo pueblo de Dios el que está fallando en la comunión con sus obispos, y en casos contados, éstos con su Primado.

Por lo que nos toca, deberíamos trabajar todos en pro de la comunión. Unos no dinamitando sus propias jurisdicciones, y otros siendo comprensivos y, sobre todo, rezando por sus obispos. Si no rezamos los unos por los otros ¿A qué comunión podemos aspirar? Espero que los asuntos terrenos dejen de distanciarnos, porque ese germen de división es que el que luego fructifica en los cismas, las apostasías y herejía en general. Creo que todos tenemos el sentido común para no caer en eso. Y ante todo, oremos por el Santo padre, vínculo visible de la Comunión de la Iglesia:

Oremus pro Pontifice nostro Benedicti XVI. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius.

P.s.Os quería dejar el enlace a las contra-tiaras de Paco Pepe, para responder a las de Golias. No las he encontrado hasta ahora.