La España que se encuentra el Nuncio Fratini
Benvenuto Monsignore! Es lo primero que debo decir a un nuncio que llega en un momento verdaderamente único en la Historia de España. Desde la desamortización de Mendizábal, allá por el Siglo XIX, o los funestos años de la Segunda República, la Iglesia Católica no ha sufrido peores épocas. Juan Pablo II ya avisaba, no es una especificidad hispana, que “el martirio del Siglo XXI será el de la coherencia". No es época de perseguir a los curas por las calles, o de orquestar masacres de regiones católicas (atrasadas, dicen los historiadores políticamente correctos) como la de Vendée. Ahora el martirio es ridiculizar hasta que te matan.
Pero el caso es que Monseñor Fratini se encuentra una España en el que, por no haber, ya no hay ni una CEDA que represente políticamente a los católicos. El PP ha renunciado a las posturas que le llevaron al poder: las de la buena gestión y cierta afinidad a la Iglesia (pienso en Mayor Oreja, “católico minoritario", pero también en Federico Trillo y tantos ministros que se decían católicos). El PP consideró a los católicos voto cautivo y duró dos legislaturas, ni un día más. Tras séis años en la oposición, tienen que recurrir a un populismo barato, dejándose ver en manifestaciones pro-vida; no para defender la vida, sino para defender la ley de 1985, que tantos muertos ha provocado.
Ahora, desde la ACdP nos proponen un Partido Católico. No deja de parecerme irónico que, igual que el P. Canals puso entre interrogantes su ya famoso artículo ("¿Dos formas para un solo rito?"), Serrano Oceja se plantea también entre interrogantes la existencia de un partido político confesional. Y eso que está por verse si del próximo Congreso Católicos y Vida Pública sale el germen de un partido inspirado por los Propagandistas. Ojalá, desde luego, pero ya veremos. Cuando el tema solo lo ha lanzado El Mundo, me echo a temblar.
En el tema de nombramientos, no me voy a meter. Creo que Monseñor Monteiro hizo bien su trabajo, y su sucesor lo va a tener fácil en ese frente. Hay cabos sin atar, pero no todo el monte va a ser orégano.
Lo que me preocupa, lógicamente, es la situación litúrgica. No somos un yermo, como otros países, y a veces la forma ordinaria se celebra respetuosamente y todo, pero no deja de ser curioso que el número de grupos de Una Voce sea tan numeroso, como para tener que fundar una federación hispana, y sin embargo haya todavía tantas diócesis privadas de la forma extraordinaria en nuestro país. En ese sentido, pienso que la labor del nuncio será un reto, porque va a tener que puentear a ciertas personas cuya acción, desde sus puestos de poder, ha sido el obstáculo principal para una apropiada difusión de la forma extraordinaria.
Algunos obispos han dado la sorpresa, promoviéndola allí donde no nos lo esperábamos, pero otros han frustrado innecesariamente los deseos legítimos de grupos más que consolidados, en diócesis donde el apoyo de su ordinario es vital para el éxito de tales iniciativas. Así nos va. Esta es la España que hay.
Una España de retos, sí, pero por la que vale la pena luchar. No es, ni mucho menos, una causa perdida.
4 comentarios
Tengo que informarme sobre lo que ha hecho en ese país de bárbaros, que no debe diferenciarse mucho de España.
Nova: Al final, parece que lo de Dagnino se quedó en nada. Una "escuela de políticos"... Como la escuela de calor pero sin suspense, vaya. Sabía yo que algunos no se cogen confianzas innecesarias sin saber algo más que el resto.
Un saludo
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