13.01.09

43 obispos en retiro

“La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha organizado, del 11 al 17 de enero, la tanda de Ejercicios Espirituales para Obispos que cada año tiene lugar en Pozuelo de Alarcón (Madrid).

Este año está prevista la participación de 43 prelados de las diócesis españolas, además del Nuncio Apostólico en España. Los Ejercicios serán dirigidos por el P. Luis Mª Mendizabal, S.J. . Comenzarán el domingo, día 11, y finalizarán el sábado día 17.”

Con esta escueta nota de prensa la Conferencia Episcopal Española informa que nuestros obispos están de Ejercicios Espirituales. Es lo que hacemos muchos sacerdotes. O hacen bastantes laicos. Una vez al año, se aparta uno a un lugar recogido y delante del Señor, de los hermanos, y llevados por un jesuita, practica aquella gran forma de evaluación y puesta a punto del alma que es el método de los Ejercicios Espirituales, que todavía no ha sido superado por nada.

Los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola son una breve serie de meditaciones, oraciones y ejercicios mentales diseñados para ser realizados por un período de 28 a 30 días. El libro tiene aproximadamente 200 páginas. Aparentan haber sido escritos con la intención de aumentar la experiencia personal de fe en una manera que incluye matices claramente católicos. Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas con el fin de buscar y hallar la voluntad divina.

Idealmente estos ejercicios fueron designados para realizarse en un retiro apartado, durante el cual aquéllos que realicen los ejercicios no tuviesen ningún tipo de distracción. Fueron diseñados también de manera que fuesen realizados bajo la dirección de un director espiritual. La meta principal aparenta ser el haber sido usados como parte del programa de noviciado de la orden. Aunque otros católicos no necesariamente jesuitas han realizado los ejercicios, usualmente bajo la guía de un director espiritual que es miembro de la orden.

Entre los ejercicios, las instrucciones diarias incluyen discusiones varias acerca de la naturaleza del mundo, psicología humana como la interpretaba Ignacio de Loyola y la relación del hombre con Dios.

Una característica importante de los ejercicios es la obligatoriedad de guardar silencio durante los mismos a toda hora al levantarse por la mañana, al vestirse, durante el tiempo de alimentarse, en los recesos, antes de dormir, exceptuando los momentos en que se discute la reflexión acerca de una conferencia o algún texto bíblico, de manera colectiva entre todos los asistentes. El motivo de esta práctica de silencio es obligar a la persona a realizar una introspección de las experiencias que está viviendo en el ejercicio, para que las medite a profundidad. A la experiencia de vivir estos momentos de silencio en meditación continua también se les llama desiertos.

Aunque los ejercicios están diseñados para durar un mes, existen versiones más cortas de 3, 7 o 15 días. Nuestros obispos eligen anualmente en estas fechas la duración de siete días. Además, el director de este año es un venerable jesuita de 84 años, quien ha dirigido algunas de las tandas que ha dado para sacerdotes, entre las cuales me he encontrado.

Pero, existe una persona, que dirige un portal de internet, que en Religión en Libertad, con humor, en el blog Cuatro Rayas mal hechas, se le conoce como “Pepe Vital", que ha querido escarbar en la vida del padre Mendizabal para extraer rentabilidad “de basura noticiosa". Lo encontrado es tán burdo que no lo resiste nadie. Solamente tiene una mano de pintura dorada, que cuando se le da con la uña se cae al suelo.

Desde este Olivo invitamos a los lectores a rezar por el fruto de los Ejercicios Espirituales de nuestros obispos. Es bueno que imiten al único Pastor, que oraba en la soledad y el silencio ante Dios Padre.

Tomás de la Torre Lendínez


12.01.09

Max Macram, un obispo de Sudán

Hace ahora catorce años, en las fechas anteriores a la Epifanía del Señor, tuve la oportunidad de conocer a un obispo negro valiente cien por cien. Se llama monseñor Max Macram Gassis.

Monseñor Macram Gassis es una figura casi legendaria en Sudán desde la primera vez que habló en contra de los abusos a los derechos humanos en su país ante un comité del Congreso de los Estados Unidos en 1988.
Monseñor Max Macram Gassis

Nacido en 1938 en Sudán, llevó a cabo sus estudios en seminarios de Italia e Inglaterra, regresando a Sudán para trabajar en una parroquia en 1964. En 1968, fue canciller de la archidiócesis de Khartoum, y cinco años después comenzó un largo período como secretario general de la Conferencia Episcopal Sudanesa.

En 1979, recibió un título en derecho canónico y de administración de la Universidad Católica. Se encargó de Caritas-Sudán durante los primeros años de la década de los ochenta y después de cinco años como administrador apostólico de la diócesis de El Obeid en Sudán central , que es tan grande como Italia, fue consagrado como obispo en 1988.
El nuevo obispo actuó como enlace entre los obispos católicos y el gobierno hasta que fue sometido a un proceso judicial por las autoridades por criticar en el extranjero los abusos a los derechos humanos cometidos en Sudán.

En 1990, a Monseñor Macram Cassis le diagnosticaron un cáncer y viajó a los Estados Unidos para ser tratado. Allí se enteró que el gobierno sudanés había prohibido su retorno. Esto se convirtió en un punto crucial en la vida del obispo. Dándose cuenta que se encontraba en una posición estratégica para denunciar ante el mundo los sufrimientos de los cristianos en su derruido país, Monseñor Macram puso al tanto a distintas Conferencias Episcopales y a representantes de gobiernos.

En estos momentos llegó a Andalucía para ordenar de sacerdote comboniano a un joven llamado, Alberto J. Eisman Torres, ceremonia que tuvo como centro el altar mayor de la Catedral de Jaén el 6 de enero. Este misionero está actualmente en Nairobi y a medias con otro compañero lleva un magnifico blog en: http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

En aquellos dias de la mitad de los noventa, preparé una rueda de prensa para que monseñor Macram diera a conocer toda la situación en Sudán. Expuso las malisimas relaciones entre el gobierno islámico y la Iglesia, e invitó a que se publicara las aberraciones que el fanatismo musulmán estaba haciendo en su propia diócesis, a la que las autoridades no le dejaban volver.

Días pasados, el amigo Alberto, ante mi pregunta por donde andaba Monseñor Macram, me envió un correo electrónico donde me decía: “El obispo Max Macram sigue por el Sudán; ahora sí que puede entrar oficialmente e incluso en el primer encuentro que la Conferencia Episcopal Sudanesa tuvo con el Presidente Bashir, hubo ahí un abrazo al parecer bastante esperado y sentido después de años de condenaciones y amenazas.”

La libertad de expresión de Monseñor Macram me dejó una gran huella. Hoy deseo dejar constancia de mi agradecimiento a esta figura de la Iglesia sudanesa, tan perseguida como desconocida y pido al Señor le siga ayudando en su misión apostólica.

Tomás de la Torre Lendínez

Los laicistas, México y el Papa

Los laicistas están sacando, desde hace unos dias, la munición dialéctica otra vez. Con motivo de la Fiesta de la Sagrada Familia, en Madrid, perdieron todas sus previsiones y se tuvieron que meter en un rincón una vez más. Pero no cejan como los de la ceja.

Ahora la están montando con motivo del VI Encuentro Mundial de las Familias a celebrar desde el 14 al 18 en la ciudad de México. Y como no tienen argumentos sólidos contra este acontecimiento, que lleva en su progama el estudio profundo de la familia desde todos los puntos de vista: humano, cristiano, económico, educativo, transmisor de valores personales….y hasta la situación de las familias en situación irregular, como divorciados….

Entonces, la toman con que el Papa no esté presente, y mande al cardenal Bertone, como legado pontificio, y que solamente se hará presente Benedicto XVI por videoconferencia, algo que “tiene a los miles de personas asistentes muy desconectados de lo que en realidad debería ser el Encuentro Mundial".

Estos laicistas desean que el Papa enferme por la altitud de la ciudad mejicana, lo que ha llevado a los médicos aconsejar al Pontifice que no estuviera presente fisicamente, pero gracias a los medios actuales de comunicación, Su Santidad podrá estar en México y alentar con su palabra a todas las familias del mundo entero.

Como no tienen argumentos nuevos para atacar a la familia, los laicistas se les ocurre apelar al “descontento general” de los asistentes porque no pueden ver fisicamente al Papa. Menudos pájaros son los laicistas, a quienes la figura de Benedicto XVI les trae sin cuidado. Ellos van a su bola: a echar sombras sobre las luces, a ennegrecer la blancura de un montón de personas de todo el mundo que durante estos cuatro días estarán presentes en la reunión mejicana.

Así son los laicistas. Encima de miedosos, son unos embusteros, deseando que el Papa se vaya al otro mundo cuanto antes al precio que sea. Benedicto XVI sabe hasta donde su edad y su salud le permiten y es obediente a los médicos que lo tratan.

Y la gente presente en México es comprensiva ante la situación humana de una persona que tiene más de ochenta años. Por lo tanto no existe desánimo en el encuentro mundial. Ni mucho menos. Es todo mentira. Es un invento más de los laicistas, que se volverán a comer la propia lengua como les ocurrió con la misa en la plaza de Colón.

México será un éxito y los laicistas se cubrirán, una vez más de mentira, que es de lo que viven desde siempre.

Tomás de la Torre Lendínez

11.01.09

La ciudad de Úbeda en poesía

Por Andalucía es muy famoso el arte renacentista. En la Andalucía alta mucho más. Es en la provincia donde se encuentra la ciudad de Úbeda, capital de los Cerros por donde mucha gente se marcha cuando no desea decir nada comprometido.

En su Úbeda natal, tiene su casa, familia y trabajo, un hombre llamado don Ramón Molina Navarrete, maestro de vocación y profesión, padre y esposo excelente, escritor en prosa reconocido, poeta eximio, cristiano convencido, autor y actor teatral, director de varias obras exhibidas sobre las tablas de escenarios locales, provinciales, argentinos y romanos, donde en su día, él y todo el grupo de actores, fue recibido por el Papa Juan Pablo II.

Mi amigo don Ramón Molina Navarrete ha escrito una gran cantidad de obras. Destacan las poéticas. Ahora acaba de presentar la última: Úbeda en poesía. En más dos doscientas páginas, se presentan fotografías de la ciudad ubetense, acompañadas de un poema, donde con un lenguaje lírico se describe la historia pasada, presente y futura de las iglesias vivas, o traspasadas de uso, los monasterios, los edificios civiles, las plazas, las calles, los palacios, las costumbres, las ermitas y hasta el cementerio local o la plaza de toros.
don Ramón Molina Navarrete

Todos sabemos que Úbeda es una ciudad patrimonio de la Humanidad. Desde aquella declaración han crecido los hoteles y el turismo de interior ha puesto de moda la ruta del Renacimiento, donde también se incluye la ciudad de Baeza. Pues bien, el escritor Molina Navarrete sale con su obra Úbeda en poesía y desea acompañar a cualquier visitante de la capital de los Cerros enseñandole líricamente el riquisimo patrimonio artístico y monumental que se encierra en esta singular ciudad del sur de España.

Lo hace con la verdad histórica en la mano, lo ofrece con la leyenda también, y lo completa con la crítica a los desmanes arquitectónicos y urbanisticos que se han hecho en los últimos años sobre una bellisima ciudad, que si estuviera en un país más culto no lo hubieran permitido las autoridades de antes y las de ahora.

En El Olivo dejamos constancia de esta obra para que el lector conocedor de Úbeda opine sobre la hermosura de la capital de las Lomas, y para que el futuro visitante se deje acompañar de modo virtual por don Ramón Molina Navarrete y su libro Úbeda en poesía. Así el paseante por las calles ubetenses irá a lo mejor, seleccionará lo más selecto y sabrá que ahí hubo un monasterio que hoy es un edificio de hacienda, o allí una iglesia que hoy es un salón de usos múltiples.

Desde aquí felicitamos a don Ramón Molina Navarrete por su obra. Y le rogamos al Señor que consiga recrearnos siempre con libros de poesía, que tan poco lee el público, pero que cuando uno lo tiene en las manos te lo bebes de un solo trago sin respirar, como me pasó a mí hace pocas noches.

Tomás de la Torre Lendínez

10.01.09

Tengo un riñón donado

Mañana, Fiesta del Bautismo del Señor, cerramos el tiempo de la Navidad, y la Epifanía, fiesta del regalo, del don y de la gratitud a quienes nos han mostrado el camino para encontrarnos con Jesús.

La Epifanía es la manifestación de Jesús como el gran don de Dios a la humanidad. Por tanto, Dios entra en nuestra historia y en nuestras vidas con un acto de absoluta gratuidad con nosotros. En su Hijo, se nos ha dado a sí mismo. Este tiempo es también para nosotros una invitación especial a donar vida. No pocas personas, en nuestros días, sobreviven gracias al trasplante de un órgano. Y para que esto sea posible, es preciso que alguien se convierta en donante, contribuyendo así, con un gesto de servicio a otro ser humano, a la auténtica cultura de la vida.

En este contexto, recientemente, el Papa nos manifestaba que “la donación de órganos es una forma peculiar de testimonio de la caridad. En un tiempo como el nuestro, con frecuencia marcado por diferentes formas de egoísmo, es cada vez más urgente comprender cuán determinante es para una correcta concepción de la vida entrar en la lógica de la gratuidad.”

La nobleza del gesto de donar un órgano reside, también para Juan Pablo II, en que es “un auténtico acto de amor". Porque, “no se trata de donar simplemente algo que nos pertenece, sino de donar algo de nosotros mismos". Esto significa que donar y recibir órganos han de ser actuaciones plenamente humanas que requieren unas condiciones de respeto a la dignidad de la persona y la defensa de su identidad e integridad personal.

Por tanto, es preciso superar prejuicios y malentendidos, permitiendo que crezca en nosotros una conciencia más solidaria. La vida es un gran don y, en una sociedad interesada como la nuestra, compartirla solidariamente con otros, es una forma privilegiada de decir que creemos en un Dios-Don para nosotros.

Esta es una parte de la conversación mantenida con don Fructuoso Galindo Ramirez, un padre de familia, que ha recibido la donación de un riñón de una persona fallecida en accidente de tráfico. Hasta ese momento, el señor Galindo acudía, un día sí y otro no, a situarse durante varias horas al equipo del riñón artificial del hospital de su zona sanitaria. Lo recogia una ambulancia del servicio de salud desde su casa hasta el lugar donde sobre un amplio sillón extensible le ponían las gomas de entrada y salida correspondiente, hasta que acababa el proceso.

Este hombre ha vivido así durante los últimos veinte años, ahora es un ciudadano independiente, que trabaja, que educa a sus hijos, que pasea con su esposa, que ayuda en las tareas del hogar y que colabora en su parroquia en el equipo de Cáritas, donde tambien regala y dona comida, amor, servicio, entrega y palabras de ánimo en estos tiempos de crisis económica.

Además, visita a sus antiguos compañeros del equipo de diálisis del hospital. Se pasa con ellos un buen rato a la semana para no perder el contacto con las personas con las que ha recorrido un camino de veinte años. Y desea siempre agradecer al donante anónimo, como al equipo médico lo bien que ha quedao una vez realizado el trasplante renal.

Y a quien no cesa de dar gracias es a Dios, ante quien se postra en la Eucaristía de la parroquia para reflexionar sobre el sentido de la donación y del regalo de vida que ha recibido, y además, rogar por el descanso eterno de la persona fallecida de la cual el porta un riñón por voluntad de una familia generosa y conocedora del regalo que es la entrega voluntaria de los órganos.

El señor Galindo siempre es un defensor de la vida con todas las letras. Siempre, me dice, estoy más feliz en nuestra religión que es un religión de vida y no de muerte. Y de libertad, añado yo.

Tomás de la Torre Lendínez