Una pequeña tarjeta
Era costumbre vieja entregar una tarjeta personal cuando uno deseaba presentarse. En ella aparecía el nombre, la direccón, la profesión y algun dato más. La primera vez que pongo mis dedos en el teclado del ordenador para salir en Religión en Libertad debo afirmar que soy un sacerdote, que sirve a la Iglesia del Señor por las tierras del sur de España, por tierras de olivos.
Por este motivo he titulado el blog: El Olivo. Ese arbol tan silencioso y abudante en la cultura mediterránea y con gran raigambre en la fe cristiana, que desde los inicios eclesiales entró como materia en los sacramentos que recibimos los que seguimos los pasos de Jesús de Nazaret.
A la sombra y al cobijo de este Olivo estaremos observando la actualidad de la Iglesia y de la sociedad, en la que está encarnada desde la fecha de su nacimiento el dia de la Pascua de Pentecostés. Lo hacemos en una fecha posterior al gran accidente de del avión de Barajas, cuando España llora por las victimas y se pregunta los motivos de tan fatal desenlace.
Nosotros, deseamos que esta tarjeta de presentación sirva para comenzar a ser constantes en Religion en Libertad, a quien damos las gracias por su hospitalidad y acogida. De modo singular, a Luis Fernando Pérez Bustamente.
Desde el Olivo, desde aquí, saludamos a todos los internautas que deseen tomar la sombra con nosotros y dialogar sobre lo importante e ilusionante que es ser cristianos en estos tiempos del ciberespacio, donde soplan vientos de todas las fuerzas posibles.
Tomás de la Torre Lendínez
8 comentarios
Un abrazo
Que haya un sacerdote más entre nosotros siempre es algo que hemos de cultivar y cuidar porque servidores al Señor como son, los sacerdotes siempre son, eso sí, la sal de la tierra y, también, la luz del mundo.
¿Acaso sirves al Señor por tierras de Jaén?
No lo pregunto por cotillear sobre tu vida personal sino porque yo viví algunos años en aquellas maravillosas tierras.
Gratísimos recuerdos guardo de mi paso por Jaén, especialmente el Monasterio de las Madres Dominicas. ¿Y cómo olvidar ese mar verde de olivos?
¡Vaya un abrazo, padre querido, y que no me lo maltraten mucho por aquí!
Veo que ya le han dado habitación en esta casa.
Me alegro doblemente, por sacerdote y por andaluz.
Que el Señor le ayude en su nueva andadura.
Nos leemos.
Juan Rubio
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