Tarjetas en el Vaticano
Estoy escribiendo este artículo en el portátil. Me encuentro en un local público, donde se está desarrollando una reunión, y donde tienen una zona wifi. Me consta que se cumplen estos dias los cuarenta años del diseño del primer ordenador portátil que hizo Alan Kay, que deseó fuera transportable y que pudiera almacenar datos suficientes.
Lamentablemente, el proyecto era demasiado ambicioso, las especificaciones finales fueron un poco mayores que las de la idea inicial, al igual que el peso, además de que el precio se habría disparado. De esta forma el ordenador portátil ultrafino, que concibió su creador nunca llegó a construirse, pero sí sentó las bases y sembró la inspiración de múltiples conceptos que nacieron tomándolo como línea de salida.
Por otro lado, he leido que en el Vaticano todos los trabajadores que son cerca de tres mil personas entre cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, a partir del 1 de enero tendrán que fichar para entrar a trabajar. Lo harán con una tarjeta para dejar constancia de su jornada laboral, además, podrán acceder con ella a los servicios de asistencia sanitaria, a los cajeros automáticos del Banco Vaticano, al mercado, a los comedores y a los distribuidores de gasolina.
La obligación de fichar ha suscitado el descontento, sobre todo entre los eclesiásticos, ya que algunos temen que exista un control demasiado rígido y no se tenga en cuenta su actividad pastoral fuera del Vaticano.
Estas tarjetas servirán para medir el nivel de trabajo de cada uno de los dependientes vaticanos para así poder establecer tanto eventuales aumentos de retribución como sanciones, que podrán llegar hasta el despido.
A mí, me parece muy bien que los trabajadores del Vaticano sean iguales a los del resto del mundo y de la Iglesia, donde también fichamos, aunque sea firmando en un boletín de presencia real, como es el caso de un instituto de secundaria, o en la parroquia, donde los fieles cristianos no deben soportar tardanzas injustificadas, faltas de puntualidad, excesos en los horarios de los curas que servimos sus necesidades espirituales.
Además, en el Vaticano es bueno que entren las tarjetas magnéticas, lo mismo que sí poseen ordenadores, páginas webs, que deben actualizarse metiendo dentro algún blog para que sean más interactivas y más consultadas por los millones de internautas, que navegamos por el ciberespacio.
¿Se imaginan que el Papa tuviera un blog donde pudieramos dejar comentarios a lo que él hubiese escrito?. Todo llegará.
Tomás de la Torre Lendínez
4 comentarios
La noticia es llamativa, pero no tengo claro que funcione, como no se planifique muy bien, y se elaboren pulcramente los procesos de implementación.
En principio hay,en una Organización, (como el Vaticano p.e.) tareas, por tanto personas, sujetas a horario fijo, porque son tareas de inicio, de apertura, de arranque.Otras tareas son de desarrollo,y, por tanto el horario es menos importante, por tanto la tarjeta es un instrumento de cotejo, pero sin responsabilidad individual, no puede conseguir la eficiencia.
Las Organizaciones modernas se estructuran, en sus tareas, por procesos.
Un abrazo
Con respecto al texto vamos a ver si en el Vaticano da resultado el asunto de las tarjetas. Será cuestión de esperar y observar y hablar con quien allí ejerce su trabajo. Dios dirá.
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