Morir, nacer, y consagrarse en Granada
En cuestión de unas fechas en la ciudad de Granada ha tenido lugar una muerte, un bautismo, y la consagración de una virgen cristiana.
El día 15 de este mes de mayo fallecía en la residencia “Perpetuo Socorro” de Santa Fe el sacerdote diocesano José Rescalvo Lara. Tenía 64 años, de los que los ocho últimos los ha vivido ajeno al trasiego de este mundo, a causa de la terrible enfermedad que le aquejaba. En la primera fase de su mal sólo funcionaba en su organismo el instinto del cuidado amoroso hacia su anciana madre, con la que daba pequeños paseos bajo la mirada atenta de ella.
Había nacido en Lobras, y de la mano de su tío, D. Francisco Lara, benemérito sacerdote, ingresó en el seminario de Granada, siendo ordenado presbítero en 1971.
Sus primeros años de ministerio transcurrieron en Mecina Bombarón y en Yegen, para pasar después a Montegícar durante once años, donde construyó unos grandes salones parroquiales e impulsó de manera notable la catequesis y el grupo de catequistas. Por eso, en 1988 se le encargó del Departamento de medios audiovisuales al servicio de la Catequesis y Enseñanza Religiosa, donde realizó una buena labor de asesoramiento y servicio a las parroquias.
En 1991, cuidó de las parroquias de Láchar y Trasmulas, hasta su traslado a Granada para ocuparse de la dirección del Programa Confesional católico “El evangelio del Domingo”, en Canal Sur Radio, y de la subdirección del semanario diocesano Fiesta, con la misión de captar con su cámara la vida diocesana para reflejarla en sus páginas. Era habitual su imagen sonriente buscando instantáneas en los acontecimientos diocesanos. Un equipo entrañable hacía Fiesta en aquellos años.
Durante aquellos años traté a Pepe Rescalvo Lara en muchas ocasiones, siempre que tuvimos y fueron bastantes, reuniones de la Provincia Eclesiástica sobre asuntos relativos a la pastoral en los medios de comunicación social.
La Catedral acogió el pasado día 24, Solemnidad de la Ascensión del Señor, el bautismo de un bebé de apenas unos meses y la consagración de una virgen, en la misma Eucaristía, que presidió el Arzobispo Mons. Javier Martínez, “dos hechos que expresan algo que está profundamente arraigado en la tradición de la Iglesia en el tiempo pascual", según afirmó el arzobispo.
La vida de la Iglesia siempre está plagada de acontecimientos salvíficos: el sacerdote difunto se salva de esta carne mortal para resucitar a la vida de los salvados en Cristo. El niño recién bautizado renace a la vida nueva de los hijos de Dios gracias al agua sacramental. Y la virgen consagrada está mostrando que uno de los estados de vida de cualquier cristiano ha sido siempre en la Iglesia el de la consagración total al seguimiento del Señor Jesús.
!Cuán rica es la vida de la Iglesia en la alegría pascual antes de la llegada de la Pascua de Pentecostés¡.
Tomás de la Torre Lendínez
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