Los curas y sus adjetivos
Desde el Concilio de Trento, donde se legisló ampliamente sobre los seminarios y la vida de los presbíteros y obispos, a los sacerdotes pertenecientes a una diócesis se les llamó como adjetivo: diocesanos. Además para distinguirlos del clero religioso o regular, se les puso otro adjetivo: clero secular. Así hemos sido conocidos hasta hace unos cincuenta años.
La espiritualidad del presbítero diocesano siempre ha estado en manos del Magisterio de los Papas, quienes han alumbrado enciclicas sobre el asunto, verdaderos monumentos a la sabiduría y buen gobierno de cómo debe ser la vida espiritual del sacerdote secular. Los obispos propios han sido también los maestros del acompañamiento espiritual del presbítero en sus propias diócesis. El espíritu ignaciano de los Ejercicios Espirituales recomendables anualmente era la fuente donde los curas bebían el agua espiritual para el sustento de sus vocaciones y de su entrega al Señor al haber recibido el sagrado orden del Presbíterado. Los Boletines Oficiales de los Obispados publicaban la lista de los curas asistentes a las varias tandas de Ejercicios Espirituales durante el año. Y quienes los practicaban lejos de sus diócesis debían entregar la correspondiente acreditación de haber estado en tal lugar.
Todas estas orientaciones espirituales, morales y jurídicas de la vida de los sacerdotes pasaron a engrosar las diferentes normas que los Sínodos diocesanos acumularon a lo largo de los años. En el Código de Derecho Canónico del año 1917, el Papa Benedicto XV, que fue quien lo promulgó a toda la Iglesia, quedó recogido todo el acervo doctrinal de la vida espiritual, intelectual y pastoral de los sacerdotes.
El Concilio Vaticano II, en su documento Presbiterorum ordinis, dejó esculpido para siempre la vida de los presbíteros diocesanos. Sobre este cimiento, se ha reunido el Sínodo de los Obispos,y ha estudiado la vida del clero diocesano ampliamente. De esta reflexión colectiva surgió el gran documento Pastores dabo vobis. El Código de Derecho Canónico de 1983 recoge todos los elementos esenciales de la vida espiritual de los curas, cooperadores de los obispos en el ministerio pastoral.
Mientras, en la vida real del presbítero diocesano se fueron ofreciendo varias opciones de espiritualidades diversas admitidas por la Iglesia con toda legalidad: Opus Dei, los Focolares, los Carismáticos, el Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación……..que algunos de ellos las utilizan como adjetivos de su propia misión clerical.
Hoy, asistimos a una riqueza grande de adscripciones de los curas a equis línea espiritual, de tal manera que algunos la colocan en su curriculum vitae cuando son entrevistados por los medios de comunicación, o se les encomienda alguna misión pastoral en un lugar y en un tiempo determinado.
Los curas que no siguen ninguna oferta espiritual están sin el adjetivo equis. Se mantienen con el adjetivo: diocesano o clero secular. Los otros se autotitulan: sacerdote….y colocan el movimiento espiritual que viven. Y así estamos.
¿Que ocurrirá en el futuro?. No sabemos porque no somos adivinos. Está claro que la libertad en la vida espiritual de los curas es total. Lo necesario es que el cura viva intensamente su entrega vocacional a Cristo, a la Iglesia y a los hermanos, especialmente a los más pobres y abandonados, y así será feliz, como el que firma esto.
Tomás de la Torre Lendínez
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