Las Edades del Hombre: a examen
He pasado por Soria. He visitado las Edades del Hombre. Muy interesante toda la exposición. He encontrado el mensaje cristiano vivo en cada una de las piezas expuestas. Lo que me ha dolido es el poco público que accede. He dialogado con algunas personas de la organización. Su queja era tajante: la crisis económica está demostrando que el público no dispone de libertad y de dinero para llegar a Soria.
Bajando hacia el centro de España he repasado el inmenso esfuerzo que hace la Iglesia, que camina en Castilla y León para organizar estas muestras desde hace tantos años, repartiéndose por las numerosas diócesis de esta tierra castellana y sacando de los pueblos, algunos abandonados de vecinos, la riqueza histórico y artística que alberga esta región, cuna de España y de la lengua castellana.
La decisión que han tomado los obispos de centrar la fundación de las Edades del Hombre en el monasterio de Valbuena me ha parecido de buen sentido, máxime cuando las fuerzas políticas, sociales y culturales les estaban diciendo que lo hicieran así.
También, he sacado algunas conclusiones que deseo dejar aquí escritas para someterlas a la opinión de quien tenga la paciencia de leer este artículo, escrito en un área de servicio privada donde la conexión a la red es gratis tomando un elemental café.
La primera conclusión es que las Edades del Hombre deben tomar un descanso para plantearse su periodicidad, sus lugares de exposición, cuantas piezas y las ideas motrices de la muestra para que sirva de catequesis viva a quien la observa con ojos sencillos y ansiosos de aprender.
Los lugares expositivos, sería la segunda observación. Desde siempre han sido las catedrales castellanas, relicarios de arte e historia, los templos que han albergado las muestras. Pero, a la vista de la experiencia, y conociendo que en Castilla y León existen pueblos con una historia milenaria y con unas iglesias magnificas, sugiero lo siguiente: ¿No es hora de formar una línea expositiva por ciudades esenciales castellanas, cercanas entre sí, que abrieran sus iglesias parroquiales y conventuales y atrajeran a visitantes quienes, además, conocerían localidades claves en la historia y el arte religioso de Castilla y de León?.
Se me ocurre a bote pronto una línea: Medina del Campo, Madrigal de las Altas Torres, Peñaranda de Bracamonte….De una a otra no pasan de cien kilómetros y por carreteras locales llanas, bien señalizadas y con servicios suficientes.
La última conclusión está en afirmar que no tendrían que salir piezas artísticas de su lugar habitual, porque con lo existente en la sugerencia anterior daría para una excelente exposición en tres sedes que disponen de un patrimonio cultural de primera categoría.
Aquí dejo mis reflexiones. A quienes les sirva las puede copiar con la libertad que existe dentro de la red y pasarlas a la fundación de las Edades del Hombre. Si otros opinan de otra manera es que estamos dentro del marco de la libertad de los hijos de Dios.
Tomás de la Torre Lendínez
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