La risa de Gala y la mía
A vueltas con los fantasmas de Antonio Gala, que vive preso de sus propias existencias en la nada más vacua que se pueda pensar. En el diario El Mundo de hoy, 18 de enero, vuelve, por enésima vez….a tirar `piedras´contra la Iglesia Católica.
Con el nuevo diseño del diario ha perdido la página impar, ha pasado a una par, exactamente hoy en la 19, está situado el recuadro de este señor, que sabe literatura pero ignora la teología, y que solamente leerán sus íntimos.
Sobre todo cuando habla de la instrucción sobre bioética Dignitas personae, que se nota que no la ha leido entera y se ha atenido a un resumen mal hecho por la rapidez periodistica.
La risa me sube hasta al vecino de arriba cuando exalta a un “grupo de teólogos españoles….:la asociación Juan XXIII", a quienes pone como el Magisterio de la Iglesia que peregrina en España, pues estos señores tienen sus ideas muy claras en asuntos como el aborto, la homofobia, la eutanasia…..
Lo que se calla el señor Gala es que el grupo citado está formado por gente que el más joven pasa de los setenta años largos, igual que el autor del artículo; que además, algunos, están sancionados por el verdadero Magisterio de la Iglesia sobre algunas de las opiniones vertidas en sus pocas obras; que a otros se les quitó la venia docendi en centros eclesiales por sus manifestaciones realmente alejadas del sentido común de la fe cristiana, enseñada por el Señor Jesús.
Señor, Gala, si a usted le da risa ver un vehículo donde se diga que Dios sí existe. A un servidor le da lástima que usted, a su edad, tengan obsesiones fantasmales sobre las que escribe creyendo que así las podrá quitar de su vida.
Le aconsejo: vea un canal de televisión donde un clón suyo le hace unas imitaciones poéticas, que son para partirse de risa. Eso sí es de risa.
Y deje la teología a los teólogos de la Iglesia Católica, por favor.
Tomás de la Torre Lendínez
1 comentario
Leer a Gala es llorar. Sorber su literatura, amerengada y afectadísima, es como tragarse un kilo de dulce de leche de un tirón. Atrapado por sus horribles demonios interiores, este ex-cartujo (fue expulsado de la Cartuja como él mismo refiere en su autobiografía) ha encontrado en el odio y el insulto a la Iglesia su razón de vivir. Digamos que sigue, cincuenta años después -Gala es del pleistoceno- ajustando las cuentas a los cartujos que le mandaron a casita con su mamá.
Recemos por él. Está amargado hasta los tuétanos.
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