La razones del cardenal Rouco

Ayer fue Maria Rosa de la Cierva, y hoy el cardenal de Madrid, monseñor Rouco, quienes han invitado desde los micrófonos de la COPE a asistir el domingo 28 a Madrid.

Muchos cientos de personas se darán cita en la plaza de Colón de Madrid para celebrar el Día de la Familia. Es hora de comprender que los católicos tenemos la obligación de salir a la calle y manifestar públicamente nuestro amor por la familia y la defensa de la vida humana. La vida cristiana no solamente se muestra en el interior de los templos, o en las procesiones de imágenes. No. También se debe ocupar la vía pública para celebrar la Eucaristía y agradecer al Señor, que también tuvo a la familia de Nazaret, los dones que derrama sobre todas las familias a lo largo del año.

Este mismo acto, el año pasado, fue utilizado malamente para arremeter contra los cristianos llamándonos de todo. Ahora, aunque nos califiquen como deseen, hemos de estar en el acto organizado en el centro de Madrid. Cuantas más personas estén mejor demostraremos que somos valientes por ser hijos de Dios y que no nos escondemos en ninguna parte porque nos sentimos poseedores de la libertad de los hijos de Dios.

La verdad es que los vientos que corren sobre la familia no son bonancibles. Lo mismo se ataca al ser concebido en el vientre materno, que al niño en el centro escolar dándole una educación para la ciudadanía alejada de muchos principios morales, que al anciano en el hospital a donde desean llevar el suicidio asistido, que al joven invitándole a usos y costumbres degradantes de su dignidad cristiana y de su amistad con los demás, que a los padres ignorándolos en sus reclamaciones que están amparadas por sentencias de tribunales civiles sobre la responsabilidad de la educación de la conciencia moral de sus hijos, que al lucero del alba que intente salirse del pensamiento único impuesto por la atmósfera de los políticamente correcto.

Todo se justifica en el mismo axioma: estamos en un Estado no confesional. Esto es una verdad como la copa de un pino. Pero, en la Constitución aparece muy claro que se tendrá una cooperación con la Iglesia Católica, mayoritaria en el suelo hispano. Nunca se coopera cuando se desmonta de forma velada, indirecta o directa, los criterios morales de la familia, para imponer por obligación un laicismo que ignora la libertad de la mayoría e impone el criterio de una minoría. El ejemplo más claro: dos padres en un colegio público les molesta la presencia del Crucifijo, denuncian el asunto, y el juzgado les da la razón. Dos contra los demás. Esto se está dando en muchos lugares y en diversos ámbitos de la vida social y moral de España.

Además, estos vientos contra la familia están programados de modo acreditado. Cuando más aumenta el número de personas sin trabajo, cuando más empresas están cerrando, o realizando expedientes de regulación de empleo, cuando la situación económica está ahogando más a todos, es cuando se sacan al debate en las televisiones asuntos como divorcio exprés, aborto, eutanasia…..de esta manera la gente olvida los asuntos del bolsillo y se enfrascan en señalar a la Iglesia como el freno a la evolución de los “derechos civiles” de una sociedad que camina al descalabro total.

Por esto, el acto de la Misa en Madrid es necesario, urgente y valioso, para que los miembros de las familias y los cristianos en general griten y recen en voz alta por la paz social en España, por el bien de los hogares, y por la defensa de la vida desde su concepción hasta el momento de irse de este mundo.

Si Dios quiere, un servidor estará en la plaza de Colón.

Tomás de la Torre Lendínez






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