El magnetismo de las imágenes
En los tiempos de Jesús la gente le seguía, se abrían paso para verlo y oírlo, y entre la multitud sintió un día que había sido tocado, se volvió y preguntó, la enferma de flujos de sangre salió atemorizada, pero Él le dijo que se marchara que ya estaba curada.
A Jesús le tocaron para curarse. Y un discipulo llamado Tomás también exigió poder tocar las heridas de la lanza y de los clavos de la cruz para creer en el Señor habia resucitado de entre los muertos. Cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, se derrumbó ante Jesús afirmando la divinidad del Maestro.
En la Iglesia primitiva el valor de las imágenes comienza a verse, por ejemplo, en las catacumbas donde signos como el pez o el pan, están en varios lugares. Pronto, la psicología humana necesitaba imágenes en pintura o de bulto redondo para que los fieles
aumentaran su fe y devoción en Cristo o María. El asunto de las imágenes trajo parte de la ruptura entre la Iglesia Oriental y Roma.
Conforme el culto a los mártires y sus reliquias, y el tráfico de recuerdos de Tierra Santa exportados por los cruzados iba creciendo, la Iglesia iba abriendo las manos a que los artistas fueran expresando los misterios de la vida de Jesus en los retablos, en las imágenes para procesionar, en los cuadros, en los frescos de las paredes, en las tablas de los trípticos….hasta llegar al tiempo del barroco, en que por reacción al movimiento luterano, la imaginería explotó de forma exuberante, sobre todo por todo el sur de España, donde los olivos crecen y están ya casi para coger su fruto.
En este clima he acompañado a un alumno de segundo de bachillerato a que me enseñara una nueva imagen que acaban de bendecir para su cofradía de Semana Santa. Se trata de un Cristo Resucitado, que tiene más de un metro y ochenta centímetros de altura. Es de una belleza masculina hebrea manifestando un gran realismo.
Este chico ha estado todo el tiempo alabando su imagen. Le he rogado que rezaramos ante ella, y al terminar me ha dicho que iba a cantarle una saeta. Antes de salir del templo me ha llamado la atención cómo se ha acercado a los pies de Jesús le ha pasado la mano y luego se ha besado sus dedos.
Después hemos mantenido una larga conversación sobre la juventud en las cofradías de Semana Santa, y cómo el grupo joven de la suya lleva un programa de formación cristiana y unos actos de hermandad con otra cofradía de la ciudad vecina.
Me he preguntado sobre el magnetismo que las imágenes ejercen en los fieles. Y he llegado a la conclusión de el cristiano para creer desea palpar y tocar, algo que ya hicieron en los tiempos del Señor en Palestina.
Tomás de la Torre Lendínez
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7 comentarios
"Solo" falta pasar del sentimiento a la fe, de "mi Xto" y "mi Virgen" al amor fraterno cristiano, de "mi Cofradía" a la Iglesia, de "mi trono" al Sagrario.
Pero,sí, coincido contigo, que, con todos sus defectos y limitaciones, por el uso dado, las imágenes es de lo poco que nos queda como recurso apostólico.
Un abrazo fraterno.
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