Todos los difuntos
Estas son fechas para el recuerdo. Para tener presentes a nuestros familiares y amigos difuntos. La presencia humana en los cementerios es la prueba de que estamos convencidos que detrás de la muerte existe un más allá. El máximo enigma de la vida humana es la muerte, sin embargo, la fe en Cristo convierte el enigma en certeza de vida sin fin. Él proclamó que habia sido enviado por el Padre para que el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna.
Apoyándose en la Palabra de Dios, la Iglesia cree y espera firmemente que como Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado. Por lo tanto, la muerte no se debe adelantar por ningún motivo. La muerte llega cuando es su hora.
La legislación que está en el telar del parlamento andaluz sobre el derecho a una muerte a la carta está contra cualquier sentimiento humano. Si tanta sensibilidad tiene la actual sociedad sobre el sufrimiento de los animales, ¿por qué no expresa esa misma ternura por las personas cuando están enfermas, dejándolas morir cuando llegue su hora, sin tener que acudir a la muerte asistida?.
Esta es otra de las grandes contradicciones de nuestro tiempo. No deseamos ver el dolor y la enfermedad. Nos repele. Nos asusta. Lo tapamos como mejor sabemos. Por eso cuando el mismo deterioro humano nos lleva a las puertas de la tumba, se impone acelerar el momento, adelantar la muerte, con el exclusivo argumento de que el enfermo no sufra. Y esto se quiere convertir en ley para justificar tamaña hazaña.
Para los cristianos la muerte es el paso a la plenitud de la vida verdadera, por lo que la Iglesia llama al dia de la muerte, el día del nacimiento a la vida eterna, donde no habrá más muerte, ni luto, ni llanto, ni preocupación por las cosas que antes han pasado. Porque la vida de los creemos en Cristo no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo.
La muerte del cristiano es un acontecimiento de gracia, que tiene en sí un valor y un significado positivo. Se apoya en la enseñanza de la Sagrada Escritura, donde es una ganancia morir, como nos dice San Pablo en la segunda carta a Timoteo: “Es doctrina segura, si morimos con Él, viviremos con Él".
Aquí está la razón por la que la Iglesia reza por el sufragio de las almas de los difuntos para que tengan vida eterna, no solamente para los discípulos de Cristo muertos en su paz, sino también por los difuntos, cuya fe sólo Dios ha conocido.
En este día de la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, la Iglesia eleva sus preces por todos los que han muerto en Cristo. Y nos ruega que dejemos morir nuestro cuerpo cuando llegue la hora, y que por ningún motivo adelantemos la hora, o hagamos más “dulce” el paso de esta vida a la otra, porque nadie puede manipular el reloj de Dios sobre cada uno de nosotros. De Él salimos y a Él volveremos a descansar eternamente, pero cuando Él lo tenga dispuesto. Nunca antes.
Esta doctrina de la Iglesia debe entrar en las conciencias de las familias de los moribundos, y en la moral profesional de los médicos, para evitar que nos al manden al otro mundo cuando se les ocurra a unos, que son capaces de multar a quien cometa cualquier atentado contra la naturaleza, y justificar una muerte adelantada en una cama hospitalaria pagada por el bolsillo de todos los contribuyentes.
Tomás de la Torre Lendínez