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16.09.08

La catequesis parroquial

En la parroquia, como en todas las españolas, estamos atendiendo a un montón de gente, de mamás sobre todo, van pocos papás, salvo los separados o casos similares, que apuntan a sus niños en la catequesis de primero de Primaria.

Este curso existe la novedad del uso del nuevo catecismo “Jesús es el Señor". Además los catequistas acudirán el próximo fin de semana a un cursillo intensivo, organizado por las diócesis de Andalucía Oriental, que tiene como lema general: Pablo, evangelizador y catequista: reflexión sobre la vida y misión del catequista en el año paulino.

Estos niños son los que tras cuatro años de catequesis, harán su primera Comunión hacia la primavera del año 12. Estos y los anteriores, y los que sigan llegando, son hijos de unos padres que publicamente, en las encuestas y en las matriculas colegiales, eligen la asignatura de Religión para ellos. Pero estas familias, salvo casos excepcionales, no acuden a participar en nada en la parroquia, ni en la Eucaristía del domingo. Solamente cuando existe una reunión organizativa y son convocados acuden las madres y unos pocos padres. Cuando más participan es el curso durante el cual sus hijos van a recibir la primera Comunión, cuya fecha la exigen con años de antelación para ir montando todo el tinglado que acompaña al acontecimiento de que sus hijos reciban el Cuerpo de Cristo.

Estos padres son los que se declaran católicos en un ochenta por ciento en toda España, aunque no practiquen su fe con la comunidad de los bautizados. Estos padres cuando sus hijos salen de la parroquia el dia de la primera Comunión se sienten como que acaban una larga etapa, y consideran que no deben aparecer sus hijos en la catequesis de perseverancia porque lo consideran una pérdida de tiempo. Por esto, y por otras causas, a la Confirmación llegan muy pocos jóvenes.

Esta sociedad así está demandando una nueva evangelización. Pero los sacerdotes, padres, catequistas, profesores, familia…..¿hemos comenzado esta larga, apasionante e ilusionante tarea?

Tomás de la Torre Lendínez

15.09.08

El humor en la Iglesia

Un grupo de amigos me envía un correo electrónico. Me hablan de varias cosas. De ellas destacan una: el buen humor en el interior de la Iglesia. Apuntan que nos ven excesivamente tristes. No se andan por las ramas y me emplazan a que opine sobre el humor en la comunidad cristiana.

Es verdad que no les falta razón. El cristiano actual se levanta por la mañana con una cara de perros, que lleva puesta hasta que llega al trabajo, donde encuentra a otros con la misma mala cara y mal humor. Cualquiera podemos hacer el esfuerzo de observar en la forma en que se dicen los: !Buenos dias¡. Y cuando se dicen, porque a veces se hace un gruñido propio de una cara de perro malhumorado. Algunos les dura todo el dia y varios dias. Otros de modo constante.

El buen humor del cristiano nace de saberse participe de la alegría de Cristo resucitado de entre los muertos para nuestra salvación. La historia de la Iglesia nos presenta a muchas personas llenas de buen humor y de felicidad: San Francisco de Asís, por ejemplo. El mismo Papa Benedicto XVI acaba de conquistar el corazón de los franceses por su sencillez, humildad y sentido cristiano de un comportamiento sereno y pacífico que transmite la alegría del hijo de Dios que se reconoce así mismo como es. Ha sido un estadista con los gobernantes. Un intelectual con los intelectuales. Un enfermo con los enfermos. Sin hacer teatro. Le ha nacido del corazón.

Este es el comienzo para aprender a tener buen humor cristiano: no considerarse un superman. Se debe ser un ser normal, que se toma en serio el humor, ya que es una de las principales fortalezas del ser humano. La risa y el buen humor meceren un importante protagonismo dentro de la persona y producen una de las sensaciones más placenteras de la experiencia humana.

Junto a una persona con buen humor se siente uno más seguro. En una sociedad donde el Dios del bien va siendo escondido, el malhumor está aflorando de forma evidente. El Papa ha mirado a la Reina de la Alegría, la Virgen María, le ha rezado, le ha implorado y ha puesto en sus manos a toda la humanidad.

Mis amigos me ponen la prueba del algodón: navegar por ciertas páginas y los comentarios correspondientes de internet son la muestra del malhumor, del pesimismo, de horizontes oscuros, de la falta de esperanza.

Tomás de la Torre Lendínez

14.09.08

El pc en las clases de Religión

A partir de mañana volverán abrir sus puertas los centros de Primaria y Secundaria. Por el sur de las antes llamadas Españas, buena parte de los institutos poseen un pc u ordenador por cada dos alumnos. Esto para el profesor de Religión le puede llevar a tres posturas:

-Ignorar la presencia de los pcs en el aula.
-Usarlos como entretenimiento de los alumnos. En algún caso para amansar sus impetus juveniles.
-Dar a los pcs un recto uso pedagógico sabiendo combinar el libro de texto, el trabajo en clase, la utilización de la Biblia, el ordenador y programar actividades para los alumnos en sus casas.

Este último reto sería el ideal a conseguir, suponiendo que en vez de jovenes de 12 a 16 años, hubiese en la clase robot a los que se pueda amansar dándoles a un botón equis.

La verdad es que la red de Internet ofrece muchas opciones para servir de apoyo a las clases de Religión. Basta meter en Google palabras como religión, clases de religión, el nombre de alguna editorial educativa, y otras similares, y aparecen un montón de ofertas.

Ahora bien, ¿cual es la que conviene a los alumnos que se tienen delante?, o ¿cual es la más pedagógica y más recta doctrinalmente hablando?, o ¿cual es compatible con el tipo de pcs que existen en la clase de tal instituto?.

Se supone que el profesor honesto con su misión educativa debe tener realizado el trabajo de selección de lugares webs a donde acudir y beber “agua cristalina” y saber darla a los alumnos. A estos no basta con abrirles el ordenador e indicarles que pinchen en una dirección colocada en la pizarra. Debe existir una interacción, un coloquio, una recomendación oportuna, una aclaración a tiempo, para que el alumno no se embobe ante una pantalla y vea un mensaje que no le sirva para la adecuación de sus conocimientos del curso de Religión en el que está matriculado por decisión de los padres y de él mismo.

Cada profesor honrado con su misión educativa debe ser coherente. Hoy, lo mismo que cuando se habla de usar medios audivisuales en la clase, se necesita el uso del ordenador. !Ojalá el Espíritu Santo, a quien se invoca al inicio del curso, nos ilumine para que todos acertemos en la misión eclesial de enseñar nuestra Religión a los jóvenes de hoy¡.

Tomás de la Torre Lendínez

13.09.08

Teología para laicos

En casi todas las diócesis españolas existe un Instituto Superior de Ciencias Religiosas, que está hermanado con una Facultad de Teología, donde se expiden los títulos alcanzados por el alumnado. La diócesis más pequeñas suelen unirse a las vecinas y aunan esfuerzos.

El profesorado de estas instituciones suele ser el propio del Seminario Diocesano. En algunos lugares, ante los pocos seminaristas existentes, los profesores de las diversas materias tienen como alumnos solamente a los laicos.

Son los laicos los receptores de estas instituciones educativas en Ciencias Religiosas. El laico estudia Teología por tener una mejor formación en su fe, por conseguir el graduado o la licenciatura, por alcanzar la Declaración Eclesiástica de Idoneidad para impartir clases de Religión y Moral Católica en centros públicos, o para poder acceder a las candidaturas de hermandades y cofradías, en cuyos estatutos se establece esta condición indispensable.

El número de alumnos laicos no es grande, pero se mantiene en una cifra aceptable para mantener abierto el servicio que la diócesis ofrece al laicado. Ahora en estas fechas septembrinas es cuando los plazos de matrículas están abiertos con vistas a comenzar el curso el mes de octubre.

Es claro que el laicado español no se distingue por disponer de una preparación teológica de altura, salvo casos contados con los dedos de la mano. Ultimamente abundan los teologos formados a sí mismos. Son los que han bebido en libros de acá y de allá y se les nota una cierta indigestión intelectual, que pide a voces algún fármaco para poder sedimentar tanto atracón teológico.

A esta ansia de formación teológica del laicado, conviene añadir que el profesorado no suele estar a la altura de las circunstancias, ya que está más a la “bondad” del obispo de turno agradeciendole el cargo, que dispuesto y abierto a la sana doctrina que el Magisterio de la Iglesia indica y señala en sus documentos.

En definitiva, la Teología para laicos, aunque la recibe una minoría, no se nota en medio del amplio mundo intelectual de hoy, ni se nota que esté haciendo nada por testimoniar el pensamiento de la Iglesia Católica en una sociedad que de forma organizada y sistematizada está siendo desprovista de sus estructuras cristianas, para ser sustuidas por otras donde Dios sea ese gran desconocido en las palabras de Benedicto XVI en Francia.

Tomás de la Torre Lendínez

12.09.08

De Pio VII a Benedicto XVI

Hace doscientos años en París relucía su figura Napoleón Bonaparte. Era el emperador de Francia. La religiosidad del personaje siempre ha estado en discusión, pues según pisaba una tierra conquistada así se declaraba musulmán en Egipto, budista pensando irse a conquistar Asia, y cristiano cuando estaba en Francia. Para él la religión siempre era un medio para mantener el poder.

Desde el año 1800 en la sede de Pedro estaba Pio VII, con quien Napoleón firmó un Concordato, donde se reconocía que la religión católica era la de la mayoría del pueblo francés. En todas las iglesias de Francia en cada uno de los oficios litúrgicos habia que decir: “Domine, salvum fac imperatorem”.

La idea de coronar a Napoleón como emperador de Francia no entusiasmó ni al ejército ni a los ministros. Pero él impuso su voluntad y el Papa aceptó la idea de ir a París para coronar al nuevo soberano. En la catedral de Notre-Dame, el Papa ungió a Bonaparte y a Josefina, pero cuando se preparó para colocarle la corona, Napoleón se la quitó de las manos, pisando el ceremonial establecido y se coronó a sí mismo y luego a Josefina. El gesto era simbólico. El emperador no reconocía otro poder en el mundo, ni siquiera espiritual, superior al suyo. El Papa tuvo que soportar más impertinencias, hasta que llegó a Roma en un barco que se caía a pedazos.

Varias situaciones dificiles, organizadas por el emperador tuvo que aguantar Pio VII, quien ya muy viejo y enfermo, por orden del emperador tuvo que volver a Francia. Napoleón quiso que se firmara un nuevo Concordato. El Papa se negó. La estrella imperial comenzó su ocaso. Firmó su abdicación. El dia 24 de mayo de 1814, entraba el Papa en Roma, y las tropas aliadas lo hacían en París. El Papa perdonó todas las insidias, trampas y ofensas que Naponleón le hizo. Este murió dos años antes que el Papa.

Ahora está Benedicto XVI en Francia. Ha sido recibido con educación, respeto republicano, y cortesía francesa y versallesca por el Presidente de la República. Ahora el sucesor de Pedro habla con libertad en el país más laicista de Europa. Pero ambos saben que las raíces cristianas de Francia no se pueden borrar.

Tomás de la Torre Lendínez