Hace un mes que llegué
Se cumple hoy un mes que estoy en Religión en Libertad. Deseo agradecer, una vez más, la hospitalidad brindada a mi persona y mis pensamientos, que he tratado de expresarlos a lo largo de este mes. Además, quiero pedir perdón si a alguien le puedo haber ofendido en algunas afirmaciones o expresiones escritas en este blog, que bajo el titulo de El Olivo forma parte de la gran familia de Religión en Libertad.
Desde un principio quise, partiendo de las tierras sureñas de España, expresar la vida y el pensamiento social y eclesial que tan rico es por aquí. También, estaba en mis proyectos seguir la actualidad de la Iglesia española y universal cogido al calendario de los acontecimientos, de las jornadas, de los cursillos, de los congresos y convocatorias que la institución eclesial pudiera organizar. Y todo este volcán de noticias, enmarcarlas en la historia pasada y presente de una Iglesia, que tiene más de dos milenios de vida.
Por este Olivo ha ido pasando las angustias y las alegrias de una Iglesia a la que se le presentan unos retos fundamentales en el comienzo del siglo XXI. Por este Olivo seguirán pasando los aconteceres de nuestra Iglesia, Madre y Maestra, con la que colaboramos con unas reflexiones escritas en la inmensidad de la red de redes.
La acogida de los compañeros blogueros de Religión en Libertad ha sido excelente. Y la participación de los lectores ha sido muy buena con sus comentarios y sugerencias. Algunos foros han tenido altura intelectual con aportaciones muy dignas y sensatas.
En estos momentos, el deseo del bloger de El Olivo es que todos sigamos en la brecha de ayudar a la nueva evangelizacion desde estas autopistas de la información cibernética. Así conseguiremos colaborar con la llamada constante de Jesus a sembrar su Palabra hasta el último rincón de la tierra.
A partir de mañana entraremos en el segundo mes. De todos los lectores espero comprensión y una actitud critica para que las aportaciones afloren y los comentarios sirvan para crear foros de preocupación por la Iglesia, nuestra Madre, a la que pertenecemos desde que fuimos bautizados en el nombre del Señor.
Tomás de la Torre Lendínez