El español de Internet
Todos los blogueros reunidos hace dos dias tuvimos el mismo diagnóstico: el español está perdiendo y está ganando en la red. Está abocado a ser mal escrito. Y se valora su extensión por las autopistas de la información. Las reglas ortográficas van quedando en el saco de los olvidos. Y nuestro lenguaje está ya en más de quinientos millones de usuarios. La universalidad es un hecho imparable. Lo mismo que la pérdida de las tradicionales reglas ortográficas.
El lenguaje de los mensajes de móvil a móvil produjo una forma de expresión singular, pero lejos de las reglas de la Real Academia de la Lengua. Las formas de escribir en Internet, donde las minúsculas son las reinas, la letra ñ ha fallecido, y los giros sintácticos y las figuras expresivas son peculiares, suponen un replanteamiento de las tradicionales reglas de la ortografía, que ni en la enseñanza primaria se exigen, dándose el caso de encontrar tesis doctorales de alguna universidad con faltas flagrantes de ortografía.
Para comprobar todo esto, debe uno navegar un poco por la red para encontrar ejemplos a mansalva. En el aspecto de la extensión de la lengua española por la red es innegable el aumento de gente que lee y escribe, aunque mal, en nuestro idioma, que se ha convertido en el segundo más usado del mundo detrás del inglés.
Cada domingo leo varios diarios locales y regionales, donde publican artículos algunos sacerdotes y laicos sobre asuntos religiosos. Me da pena que en la misma Iglesia se llegue a estos extremos:
-Usar las minúsculas para todo: Iglesia, Conferencia Episcopal, Diócesis, titulares de cartas episcopales, el Papa, el Vaticano….
-Utilizar giros sintácticos incomprensibles para el lector de un periódico de provincias, que tiene pocos compradores y menos lectores de temas eclesiales.
-Provocar en el lector cansancio a la mitad del articulo, ya que son kilométricos en su extensión y sin titulares intermedios.
Observo otras cuestiones que las dejo para que el inteligente lector de este Olivo las descubra por sí mismo.
La verdad es que el español que se usa para expresar la fe cristiana necesita un serio examen. Algo que intento hacer conmigo mismo cada día cuando cuelgo en la red una nueva rama de este Olivo.
Tomás de la Torre Lendínez