Las obras en las iglesias
La Comisión Episcopal de Liturgia está celebrando durante el 29 y 30 unas jornadas sobre: El arte y la arquitectura al servicio de la liturgia. Hablarán el obispo de León sobre los principios teológicos de la estructuración de las iglesia; dos arquitectas sobre los criterios arquitectónicos para la construcción de espacios litúrgicos; sobre la teologia de la belleza artistica; y sobre la configuración de los espacios celebrativos.
Mientras, en una nueva feligresía, en un pueblo importante de la baja Andalucía, que ha comenzado a andar a primeros se septiembre, se está planeando la posibilidad de construir el necesario templo. Ahora mismo está instalada la parroquia en unos bajos comerciales. Para el mismo existen unos terrenos. El párroco recién nombrado ha encargado a un arquitecto amigo que le hiciera un proyecto. Ya lo tiene.
Lo presenta en el obispado y le responden que la comisión de obras ya tiene un proyecto realizado por el hijo del arquitecto, que forma parte de la misma comisión diocesana.
Con los cambios de cargos en el comienzo del curso, ha llegado un párroco a una iglesia del siglo XVII. A él le parece que el espacio celebrativo es insuficiente, es decir que el presbiterio del altar mayor puede ampliarse y conseguirse más visión para los fieles, que participan en la Eucaristía. Confecciona un proyecto, lo supervisa el arquitecto municipal, lo entrega a la comisión de obras, que manda la idea a la comisión de bellas artes de la delegación provincial de cultura, ya que la iglesia está catalogada como monumento de interés cultural. Y cualquier intervención debe aprobarla la administración regional.
Ambos curas tienen un fuerte enfado. Uno por la política eclesial interna. El otro por la política de la administración pública.
A ambos les traslado mi opinión personal. Al primero, desde hace unos doscientos años para acá la comisión de obras de todos los obispados están llenas de intereses comunes donde el obispo propio juega un papel, y el resto de miembros de la comisión, elegidos siempre a dedo por los obispos, juegan tambien su propio papel, que consiste en hacer como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.
Al segundo, es lógico que la administración que ha declarado bien de interés cultural un inmueble eclesial, tenga que conceder el permiso correspondiente para hacer una ampliación del presbiterio. Esa es la legislación sobre patrimonio artístico de toda España y de sus 17 autonomías.
Y a los dos le digo: ¿No es mejor esperar a ver si se aclara la crisis económica?. ¿De verdad son urgentes estas obras?.
Tomás de la Torre Lendínez