A lo largo de mi transcurso vital he conocido a varias personas con el apellido Vidal, como primero o segundo, ninguna estaba cuerda, los tornillos se les caían al andar, los familiares los recogían, los llevaban hasta el taller de reparaciones y los mecánicos mentales les pasaban por las máquinas correspondientes para que consumieran unos cuantos kilómetros más por la vida maniática e irrecuperable en la que estaban hundidos.
En el mundo del periodismo he conocido profesionales metidos en el sector conocido como amarillento, o sensacionalista, quienes pretendían contar o suponer cosas lesivas contra personas o instituciones, fabulando magnicidios, conspiraciones, conjuras, sombras negras. Todos los informadores del amarillismo terminaron alcoholizados, depresivos, degenerados y acabaron sus días en la más absoluta soledad y ostracismo.
Tras leer el artículo que tiene Vidal colgado en su Ruedo Destructor, confirmo mis convicciones con total seguridad. Desde aquí le pregunto lo siguiente, sabiendo que no va contestar.
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