Adoración Nocturna y vocaciones a cura
Un lector de este blog me habla de un cura cordobés, que era un modelo de virtudes sacerdotales y que levantó, con su vida, un montón de vocaciones sacerdotales en la diócesis de Córdoba. Era la época en que los mismos sacerdotes eran instrumentos en las manos de Dios para llamar a otros a seguirles por el camino de la vida sacerdotal.
Don Ángel Carrillo Trucios nació en el pueblo de Priego de Córdoba el 2 de octubre de 1882. Se matriculó en el Seminario de Córdoba en 1900. Recibió la ordenación sacerdotal en Granada, el 21 de septiembre de 1912. Su primer destino fue la parroquia de Esparragal y Zagrilla, durante seis años. Trabajó con los hombres y los niños, buscando a aquellos en su trabajo, y a éstos en la escuela y en el catecismo.
Luego va de coadjutor a la parroquia de San Bartolomé de Baena por dos años, donde continúa trabajando con los niños. Le trasladan a Carcabuey, igualmente de coadjutor, desempañando este cargo doce años. Fundó unas escuelas de niños y de obreros. Trabajó eficazmente en el apostolado rural.
Por último en Priego, desde 1932, como capellán de la Hermandad de Jesus Nazareno en la iglesia de San Francisco durante treinta y ocho años. Su trabajo se centró de nuevo en los niños, en la Adoración Nocturna y en la Obra de vocaciones sacerdotales.
En 1962, con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, y contra su más decidida voluntad, se le hizo un homenaje popular en Priego y Carcacabuey recibiendo la condecoración pontifica Pro Ecclesia et Pontífice. Durante los últimos años de su vida su salud se fue poco a poco debilitándose, hasta morir el 5 de marzo de 1970. Fue enterrado en el cementerio de Priego.
Pero el 24 de abril de 1975 sus restos fueron trasladados hasta la iglesia de San Francisco, donde reposan a los pies de su querido Jesús Nazareno.
La vida sacerdotal de don Angel Carrillo Trucios fue ejemplar en muchos sentidos. Tuvo dos vertientes esenciales: la promoción de las vocaciones sacerdotales y la Adoración Nocturna. En ambos casos tuvo siempre el apoyo de la Hermandad de Jesus Nazareno de la localidad de Priego de Córdoba, donde es admirado y recordado por un montón de personas, que pasan su fama de buen pastor de padres a hijos y nietos.
Una vez más la historia de la Iglesia nos demuestra que con la oración de adoración ante el Santísimo surgen vocaciones sacerdotales y que el magnetismo de una venerada imagen como la del Nazareno de Priego produce una profunda entrega de muchas personas a la practica del evangelio del Señor.
Tomás de la Torre Lendínez
6 comentarios
En mi familia, don Angel era un guardián a todos nos bautizó, nos repartió la primera Comunión y nos confesó.
Mi padre era del grupo de Adoración Nocturna de la Iglesia de San Francisco, donde don Angel hacia largas horas de oración, y donde entrevistaba a los aspirantes a curas, muchos de ellos repartidos por varios pueblos de Córdoba.
Me alegra este comentario. Muchas gracias por dejarme decir estas cosas tan personales, pero tan necesarias en los momentos de la Iglesia de hoy.
La oración ante el Santísimo, en silencio, en charla de amistad cálida, ante Áquel que nos ama, en sí, por puro amor, desinteresado, hecho un pedacito de pan, acogiéndo y abrazando, es el crisol donde se forma un corazón cristiano capaz de seguir al Maestro y llevar en cada instante, con debilidades y pecados, el mandamiento del Amor.
No se puede amar como Él nos amó sin poner el oído en el pecho del Señor, como Juan, y, escuchando sus latidos, llenarse de su amor y contagiarlo a todos.
Todo lo que afirmas de D.Ángel Carrillo, sus prácticas de piedad eucarística, es aplicable a todo cristiano: la Adoración Eucarística como fuente inobjetable de VIDA CRISTIANA.
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