Bastantes lectores me escriben sobre un tema muy actual: las copias o plagios que corren por la Red. Son artículos firmados por otros que, quien sea, ha copiado y pegado, y ha firmado al pie del post como propio.

Los lectores más amigos ponen en su correo electrónico las pruebas de este desaguisado. Presentan cómo me copian con descaro y de forma literal, colocando la firma del maestro armero.

Siempre respondo lo que aprendí en el catecismo, desde niño: “Quien no está en contra de uno, siempre está a favor nuestro”, según citó el Señor a los discípulos que le contaban cómo habían visto a otros que echaban demonios en su nombre “sin ser de los nuestros” y se lo habían querido impedir.

Nunca me gusta escribir de estos asuntos. Rompo este silencio porque el tema está directamente relacionado con el programa “Lágrimas en la lluvia”.

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La elevación a los altares hecha por la Iglesia Católica a equis personas pone muy nerviosos a unos, quienes, dicen estar en el seno de la misma, pero disfrutan metiendo el dedo en el ojo de los demás alentados por un odio claro a la institución a la que dicen servir pero nunca son capaces de irse de ella de una vez para siempre.

Son gente que estuvieron bajo el paraguas de la Iglesia Católica, en cuyo seno se ordenaron de curas, pero por los motivos que ellos solamente saben, dejaron el ministerio y siguieron dentro de la institución pero llenos de un odio maligno que escupen de vez en cuando.

Llegado el momento, estas personas que se creen algo, porque siguen pegados a la pared de la Iglesia Católica, hacen un flaco favor a la misma y a ellos mismos.

Uno de ellos acaba de abandonar un modo de destilar tinta hiriente y con mordiente carnívoro para tomar un tiempo de descanso, o de cambiar de lugar desde el que seguir hiriendo a flechazo limpio todo lo que se mueve por el escenario de la Iglesia Católica universal, desde el Papa hasta el último laico dedicado a sus obligaciones más sencillas.

El defensor del voluntario largado sale, de su marasmo mental, y con pluma laicista, elevando a los altares al colega, cae en lo mismo que siempre critica de la Iglesia Católica Romana.

¿Por qué ocurren estas situaciones?

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Cada vez me convenzo más que Dios está llevando los hilos del programa Lágrimas en la lluvia. Son las pruebas tan evidentes que son incontestables. Están escritas en este Blog. La primera fue la labor colosal del amigo Miguel del Pozo que ha expandido todos los programas por la Red. La segunda fue la determinación del amigo Juan Manuel Góngora de ingresar en el Seminario de Almería para escalar las gradas del altar y llegar a ser sacerdote de Cristo.

Anoche me escribe un emocionado correo electrónico el amigo Miguel, quien me informa que por motivos de trabajo dejará España dentro de poco. Se compromete a seguir actualizando su blog con las nuevas ediciones de Lágrimas en la lluvia, conforme vaya adaptándose a su nueva situación laboral y que un amigo suyo le enviará los programas.

¿Se puede pedir mayor disponibilidad y servicio desinteresado a la amplísima audiencia del mejor programa televisivo actualmente en emisión en toda España?

Todo esto, ocurre cuando el próximo domingo, Fiesta de los Reyes Magos, en el programa Lágrimas en la lluvia, se tratará el tema de los enigmáticos personajes que acudieron al portal de Belén y se postraron de rodillas ante el Niño Jesús.

Entre los tertulianos convocados estaré yo mismo. Dios mediante.

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El título de este post, primero del nuevo año, parece el inicio de un cuento navideño. Nada de eso. Una vez más nos atenemos a la pura noticia que hemos conocido.

He confesado varias veces mi predilección por el obispo don Juan Antonio Reig Pla, residencial de Alcalá de Henares. Es un hombre con los pies en la tierra española donde afirma que si no nacen niños el futuro de España es desolador. Tiene toda la razón.

Como pastor dedicado a fomentar la vida en familia, donde existan un padre, una madre y unos hijos, ha tenido una feliz idea:

Ha invitado a su Palacio episcopal a los Reyes Magos, quienes estarán allí durante los días 3, 4 y 5, a donde pueden acudir las familias con sus hijos a entregar las cartas a sus majestades de Oriente.

Todas las cartas recibidas serán entregadas a los monasterios de monjas de clausura situados dentro del territorio diocesano para que las religiosas recen por esos firmantes de las misivas dirigidas a los Reyes Magos.

Veamos el calendario establecido:

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Cuando hoy termina el año es natural mirar para atrás a los doce meses que se marchan. Las luces y las sombras se entrecruzan al quitar el taco de papel del calendario viejo y colocar el nuevo.

Hoy deseo mirar a mañana, solemnidad de la Madre de Dios, Santa María, porque iniciar el nuevo año con el manto protector de nuestra Madre del Cielo es siempre un signo de paz, consuelo y agradecimiento.

El mismo agradecimiento que deseo expresar al cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, quien ha escrito una carta dirigida a las madres de los sacerdotes y de los actuales seminaristas, que me ha lanzado al recuerdo del regazo maternal ya perdido físicamente, pero que tengo presente a diario en mi vida sacerdotal.

Las madres de los curas son un fiel reflejo de la Madre de todos, de María de Nazaret.

Las razones están aquí.

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