La primera fumata ha sido negra. Algún intérprete de lo que nadie sabe que ocurre dentro de la Sixtina ha dicho que esto puede terminar hoy, o prolongarse en el tiempo, pues se necesita tener carnaza para los más de cinco mil informadores aburridos paseantes por Roma.
Otro escriba detecta que ellos, los periodistas, la mayoría sin fe en Dios ni en su Santa Madre Iglesia, están siendo el público de los actos de observación de la fumata de la chimenea, cuestión que le lleva a afirmar que la gente romana está acostumbrada que los Papas mueran en la cama, y tras el entierro se acuda a saludar al sucesor. Asunto que ha roto el Papa emérito con su renuncia al cargo. Concluye su elucubración afirmando que cuando la fumata sea blanca serán los informadores los únicos espectadores de la presentación del nuevo Papa. No conocen al pueblo romano que con lo puesto sale de casa, y ante truenos y rayos, saludará al nuevo sucesor de Pedro como lleva haciendo siglos y seguirá haciendo en todo el futuro.
Pero, hoy, deseo destacar a dos eminentes escribientes de asuntos religiosos así con minúscula, a quienes la gente ya les ha descubierto sus juegos, sus maniobras, sus cuentos y sus preferencias. Ambos de llama Vidal de apellido, aunque difieren de nombre. Uno es César y el otro José Manuel.
Ambos apuestan por sus papas particulares. ¿Quiénes son los agraciados?
Leer más... »