Dedicado a los que aborrecen a Juan Pablo II en los altares
El anuncio de la beatificación de Juan Pablo II ha desatado los malos humores de los de siempre. De los que dicen amar a la Iglesia, estando dentro de ella metidos en el caballo de Troya, y salen de noche a echar basura sobre las personas que estamos en la Iglesia y la amamos como es: simul sancta et pecatrix.
Estos “puros” que desean una Iglesia según sus propias vidas tronchadas en las que nunca pudieron llegar a nada, y renegaron de lo que eran para no ser nadie, ahora se erigen en jueces de la vida de un futuro Beato, tan grande que pasará a la Historia con mayúsculas, cuando estos enanos escribientes no les recordará ni su propia prole.