Tres ejes de la Beatificación
Tal como terminé ayer mi crónica, los beatos españoles han operado un enorme milagro en la ceremonia de su elevación a los altares.
El hecho prodigioso ha tenido tres ejes:
1.- Un tiempo de dulce para poder estar en la antigua universidad laboral al aire de la mañana catalana. Una temperatura de veinte a veinticinco grados. El público ha podido estar y todos los celebrantes: cardenales, obispos, sacerdotes, en una ceremonia bien preparada litúrgicamente y desarrollada en paz y armonía.
Las asistencias sanitarias han atendido a una docena de situaciones de desmayo, o asuntos similares, sin mayor importancia.
Las fuertes medidas de seguridad han impedido la irrupción de cualquier desalmado o grupo reventador del acto. Este férreo cerco ha motivado que algunos autobuses no pudieron llegar a tiempo al recinto de la antigua universidad laboral de Tarragona al producirse un atasco. En el interior iban familiares de varios nuevos Beatos, que se han contentado con oírlo por la radio.
2.- La homilía, tras la lectura del documento de elevación a los altares de los más quinientos hermanos nuestros en la fe que en el siglo pasado regaron con su sangre los pueblos y las tierras de España, la homilía, repito, pronunciada por el cardenal Amato: una maravilla de sencillez catequética, fidelidad histórica, respeto a todos, explicación de la definición de mártir, fidelidad al Magisterio de la Iglesia y conexión con la vida real de los cristianos que allí hemos estado.
3.- La despedida del cardenal Rouco: una gran ocasión de hacer un resumen, sin que nadie se lo pidiera, de su paso por la presidencia de la Conferencia Episcopal Española, cuyos miembros estaban casi al completo en la Misa de hoy.
Me ha gustado mucho todo lo dicho por el cardenal Rouco. Aún más ha servido para acallar a los que ya lo daban por amortizado a medio plazo. Ha sido él quien ha puesto el primer clavo a su tumba como cabeza visible en la cúpula de los obispos de España. Los enterradores de turno han llegado tarde. Es mejor poner uno el primer clavo y el epitafio, ya vendrán los cuervos a comerse los despojos.
Conclusión
Me alegro de haber participado en esta inmensa e histórica Beatificación de más de quinientos hermanos mártires del siglo pasado.
Que todos los nuevos Beatos intercedan por todos los españoles. Lo necesitamos mucho en estos momentos de nuestra historia.
Recomendación
Invito a leer una novela y un ensayo.
La novela se titula:
Cuerpos y almas.
El ensayo se titula:
Ensayo sobre el agradecimiento
Pueden pinchar aquí.
http://marianojv.awardspace.com/novela.html
Tomás de la Torre Lendínez
5 comentarios
Hemos de recoger el testimonio de estos beatos e interiorizarlo para vivirlo como ejemplo.
Un abrazo.
Me alegro de que, primero el silenciamiento y después la hostilidad, como batalla de la información, no ha dado ningún fruto a los abyectos dirigentes de TV3: un éxito rotundo del acto de Beatificación desde el plano intelectual al plano personal.
Tiene razón D. Juan Mariner sobre la política informativa de TV3, y sobre la importancia dada a las manifestaciones totalitarias contra la beatificación. Como es habitual en estos actos, al menos en Tarragona, existen más entidades que firman manifiestos que personas que acuden a los actos que esos organizadores programan. En los tres actos organizados reunieron: en el del día 10, unas ochenta personas incluyendo a los medios de comunicación; en el del sábado, se contaron 152 personas ante la estatua "dels Despullats"; y el domingo, apurando mucho, algo más de cien personas. Y pare de contar. Y todo ello contando con la presencia de una concejala de ICV y de un decano de facultad.
Por eso, a estas horas, sigo sin entender los complejos de la Jerarquía, ni esas componendas con unos y con otros. Seamos serios y respetuosos con nuestra propia historia. Decenas de miles de personas murieron por la defensa de su fe, sin armas o con ellas. Y los que combatieron por su fe, en una Guerra Civil, lo hicieron en unidades que llevaban, mayoritariamente, el nombre de Vírgenes. Como vulgarmente se dice, murieron dando la cara por los demás y por ellos. ¿Ahora qué? Pues nada, que al amparo del pensamiento único imperante, se les gira la espalda a ellos y a su sacrificio.
El otro plano que usted describe es el de unas personas creyentes (muchos carlistas o tradicionalistas, de raigambre combativa y armada) que en su legítima defensa como católicos acudieron al frente para evitar un mal mayor, su exterminio y el de sus familias y el exterminio diabólico de todo lo que tuviese alguna señal de catolicidad. Todo mi respeto para estos combatientes del bando nacional. Pero en el Bando Nacional había de todo: falangistas, monárquicos de Alfonso XIII, Cedistas, aristócratas, latifundistas, comerciantes, capitalistas, liberales represaliados y, sobre todo, militares borbónicos que deseaban una monarquía fuerte y a su manera.
Por tanto, con todo respeto para el otro plano de combatientes católicos, pero me quedo con los pacíficos Beatos que murieron perdonando a sus asesinos, con la esperanza de su futura conversión. Sus frutos van a ser duraderos y eternos, al contrario de los frutos de los combatientes católicos en el frente: escasos y ya finiquitados por el liberalismo de siempre (basta ver la monarquía que dejó Franco y todo el aparato político-legal que la rodea).
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