La necesidad de la Mística Católica en las conclusiones de la JMJ
He leído, oído y visto todo el desarrollo de la JMJ. Me ha gustado mucho hasta ahora mismo y espero que al final sea el trueno gordo, como se expresa el pueblo andaluz.
Los contenidos de las homilías y discursos del Papa Francisco son muy buenas piezas de trabajo intelectual, litúrgico, teológico y pastoral.
Con todo, veo una pequeña o grande, según como se valore, ausencia:
Falta citar y demostrar que todo el programa propuesto por el Papa solamente será posible cumplirlo si se cita que detrás debe estar la Mística.
Esa Mística con mayúscula, dentro de la Iglesia Católica, cuyas cumbres están en Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y todos los hombres de Dios que en la historia eclesial han sido contemplativos y activos.
La ausencia de la Mística, es la que lleva a los anticlericales, a los pensadores de izquierdas, a los medios de pensamiento sincretista, a destacar los grandes titulares activistas que se proclaman en los discursos del Papa Francisco.
Veamos el asunto en detalle.
La esencia de la espiritualidad cristiana siempre ha sido el esse, el ser, la esencia del creyente seguidor y contemplativo ante Cristo. Luego ha llegado el agere, el hacer, el compromiso evangelizador ante los hermanos. Por esto los clásicos siempre terminaban: agere sequitur esse.
Los Sanos Padres nos transmitieron una espiritualidad mística bebiendo en las propias fuentes de la Revelación: la Biblia y la Tradición.
Los padres del desierto inician la vida contemplativa pura con los eremitas y los primeros cenobios. Ellos fueron la primera forma de vida religiosa como conciencia crítica con las formas de la laxitud de los cristianos vecinos de las ciudades.
En el medievo la Mística ya tiene sus primeros protagonistas. Francisco y Domingo, son dos fundadores mendicantes, contemplativos y activos con sus palabras y obras.
Con Santa Teresa de Jesús, a cuyas puertas del quinto centenario de su nacimiento, nos encontramos y su medio fraile, San Juan de la Cruz, llevan a la generalidad de la Iglesia nacida del concilio tridentino una constelación de santos, fundadores, reformadores, maestros de vida espiritual, que nos conduce a una de las etapas más esenciales de la Historia de la Iglesia Católica.
Así llegamos hasta nuestros días con místicos tan claros que los hemos conocido: Teresa de Calcuta y Juan Pablo II. Ellos han demostrados que sin la Mística la Iglesia cae en un activismo que enamora a la izquierda, pero cansa al resto de cristianos, sobre todo laicos en el compromiso evangelizador de nuestra sociedad.
Conclusión
El Papa Francisco cuando lee sus homilías y discursos conecta con el oído de sus oyentes, pero cuando improvisa conecta mucho más.
Los medios de comunicación de inclinación sincretista y de ideología progre se entusiasma con los eslóganes que salen de la rapidez mental con la que el Papa narra anécdotas o señala objetivos concretos a hacer a obispos, curas, jóvenes, políticos, pueblo en general.
Si echara manos de la Mística de la Iglesia, seguramente los medios informativos no falsificarían el pensamiento de un Papa, que es un místico y un pastor, que son, a mi leal saber y entender, dos caras inseparables de la espiritualidad de un jesuita que ha llegado a ser sucesor de Pedro.
Recomendación
Invito a leer la novela titulada
El hombre que nunca votó
Prologada por don Juan Manuel de Prada
http://marianojv.awardspace.com/novela.html
Tomás de la Torre Lendínez
8 comentarios
En mi nivel de crecimiento creo que a grandes males hay que poner grandes remedios.
Esa mística, y no soy entendida, creo que floreció en los momentos de más postración de la Iglesia.
Así y por analogía, se trataría de aplicar el mismo remedio en estos tiempos, ya que se demostró bueno en otros.
Un abrazo,don Tomás.
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