Un libro prescindible sobre la vida de Mariano Gamo
Aquel “líder” es hoy un pobre viejo que cuenta sus batallitas a los biznietos recostados en los escalones de una iglesia existente solamente en las calenturientas cabezas de aquellos curas que desearon casar el marxismo con el cristianismo, el comunismo con el comunitarismo.
Aquellos curas, algunos fueron consecuentes y pidieron su reducción al estado laical, otros resistieron en sus contradicciones, se quemaron como la varilla de un cohete de feria, perdieron todas las esperanzas, las humanas y las cristianas, y viven como perros sueltos de esquina en esquina, sin saber dónde está la cerradura de la puerta de su casa.
Uno de aquellos ilusorios iluminados es Mariano Gamo, quien no faltaba como el perejil en las salsas cocinadas en el tardofranquismo, pretendiendo ser el ejemplo a imitar de los seminaristas que acudían a bailar el agua de un partido comunista que se reunía en los salones parroquiales, y la brigada de la policía secreta franquista estaba en el ajo porque les indicaban que se hicieran uno más en aquellas clandestinas sesiones.
Ahora le han escrito la biografía a Mariano Gamo, quien suelta las mismas pamplinas de toda su vida, en solamente 180 páginas, firmadas por Juan Antonio Delgado.
La sarta de cuentos chinos que salen de la boca de Mariano Gamo las llevo oyendo, desde aquellos años corregidas y aumentadas. Mezcladas con las mentiras que suelta sobre personajes ya fallecidos y con la angustia vital de verse como un muñeco roto, tirado en una soledad de la que siempre huyó como alma en pena.
Los topicazos sobre la jerarquía de antes, la de entonces y la de ahora es propia de quien mira a la Iglesia Católica, lo mismo que miró el Frente de Juventudes cuando siendo capellán de los campamentos juveniles cantaba el Cara al sol, lo mismo que contempló en el partido comunista al que emigró como los camaleones, igual que pasó por el sindicalismo y el parlamentarismo de izquierdas sin llenarle nada, y tragando saliva por una iglesia con minúscula a la que nunca llegará a conocer porque solamente es una quimera en su cabeza y en la de algún discípulo que llegó tarde a vivir los años de la mal llamada primavera eclesial y vive lleno de maniqueísmo comprobado.
Seriamente, se nota la infelicidad de Mariano Gamo, cuando está en la tercera edad ya bien vencida. Está de vuelta de todo. No ha perdido su sarcasmo clásico, ahora lo ha llenado una vitriólica dosis de avinagrado modo de expresión que ofende a todo lo que se mueve dentro de la Iglesia Católica.
Prometo no comprar el libro del existencialismo vacío de este esquelético líder. Me sobra y basta con lo que he vivido, conocido, leído, oído y visto en primera persona. Es más real, porque forma parte de mi existencia.
En las semblanzas enaltecedoras de estos hombres espantapájaros nunca he creído. Menos aún ahora. Cuando todos los mitos han caído.
Solamente me quedo con Cristo, Divino Maestro, Camino, Verdad y Vida en la Iglesia Católica
Para saber más hagan clic aquí.
Tomás de la Torre Lendínez
5 comentarios
La de los sacerdotes que se pasaron directamente al PC haciendo dejación de su ministerio o hiriéndolo de muerte y los que,queriendo estar cerca del mundo obrero tomaron la opción de vivir siendo tales,no como,sino igual.
A muchos,honrados de verdad,aquello les trajo dolor y sinsabores,confiaban plenamente en el diálogo Fe-política y les entregaron como Judas hizo con el Maestro.
Quiero recordar a varios compañeros míos jesuitas que vivieron la Misión obrera como un envío al mundo de la Iglesia. Ellos saben quienes son...
Un abrazo,don Tomás. Sólo Cristo salva.
Sin conocer al personaje, pero si comprendiendo lo que ha sido la mezcolanza izquierda-iglesia, le digo a vd. que chapó ! Pedazo de entrada D. Tomás.
Saludos y felicidades.
Gracias por avisarnos respetado Don Tomás.
La herejia marxista y el cristianismo, son como el agua y el aceita. Absolutamente incompatibles.
Pobres descarriados; Dios tenga misericordia de ellos.
La Iglesia camina hoy por sendas que no son las de don Mariano, un anciano que ya no tiene influjo alguno y que solo espera, como tantos otros, el momento de la rendicion de cuentas.Por desgracia, creo que le seran pedidas muchas explicaciones y no me gustaria estar en su piel en ese tremendo momento.Temed al Rey de tremenda majestad, dice la letra del Requiem de Mozart.
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