Iglesia en la Pepa, Iglesia tras la Pepa
Han corrido ríos de tinta sobre el papel de la Iglesia española de aquellos años en la redacción y promulgación de la Constitución Española de 1812, la Pepa, proclamada tal día como hoy hace dos siglos.
Deseo fijarme solamente en dos aspectos que nacieron por aquellos revoltosos años y han llegado hasta nosotros.
El primero es la línea de pensamiento que defiende que la Iglesia Católica debe exigir meter la cuchara en el plato de las decisiones políticas concretas y ordinarias.
El segundo es la línea de pensamiento que advierte que la Iglesia Católica tiene que estar por esencial definición abstraída de los aconteceres sociales y políticos concretos y dedicarse al culto en el interior del templo.
Con estas dos ruedas, aparentemente paralelas, hemos circulado por las vías de la historia española en los últimos doscientos años pegándonos unos torpazos catalogados de siniestros totales, o hemos sufrido persecuciones descomunales en las propiedades, en las vidas y las haciendas de muchos miembros institucionales de la propia Iglesia en España.
¿Se equivocaron los eclesiásticos doceañistas con entrar en unas Cortes Constituyentes como las gaditanas?. ¿Debieron permanecer en sus templos, obispados o monasterios y dejar que el brazo secular hubiera construido el primer edificio constituyente en España?. ¿Recibieron, más tarde, aquellos eclesiásticos y sus sucesores unas venganzas que no se revelaron en las Cortes gaditanas, pero que estaban latentes en la sesiones de redacción y promulgación de la Pepa?
Sea la que sea la contestación que demos a estas preguntas, la Iglesia española que sale de la Constitución gaditana no sospechaba lo que con el paso de los años iba a padecer mucho, ella misma, en formas de desamortizaciones, incautaciones, ventas, exclaustraciones, asesinatos y demás formas persecutorias.
El anticlericalismo clásico español recogido en la literatura picaresca del Siglo de Oro, tomó una carta de ciudadanía, tras la proclamación de la Pepa, que, ni siquiera, hoy ha desaparecido del lenguaje común, de las proclamas miteneras de estos días por tierras andaluzas.
Creo, es mi opinión personal, que los miembros de la Iglesia presentes en las Cortes de Cádiz, creyeron de buena fe que con su presencia, su acción, su actuación, su plasmación en el texto constitucional, daban a la Iglesia presente y a la Religión Católica, en concreto, una fundamentación legal para ser el elemento vertebrador religioso, caritativo, cultural y docente del futuro de España.
Se equivocaron de buena fe. La realidad histórica posterior demostró su craso error. Pudo más la masonería, muy presente, en muchos diputados firmantes de la primera Constitución de las muchas que hemos tenido hasta ahora. Aquella masonería fue la que dirigió, y lo hace hasta hoy el brutal enfrentamiento contra la Iglesia Católica.
Por lo tanto, hoy me alegro por la fecha del bicentenario de la Pepa, y reflexiono sobre cómo la historia futura nunca la podemos escribir en el presente, y cómo la historia pasada sigue siendo maestra de la vida, sabiendo que la Iglesia, aquella y la de hoy, sigue teniendo a los masones que no paran de demoler, nunca lo conseguirán, la cimentación petrina de la Iglesia fundada por Cristo el Salvador del mundo.
Tomás de la Torre Lendínez
8 comentarios
El amor a Dios siempre ha sido también el amor a España y a nuestros ancestrales valores apostólicos. Esa es la importancia decisiva de nuestra querida religión. La Historia de España, es siempre una Cruzada por el honor de Dios. Y espada en mano durante muchos siglos.
La cuestión religiosa fue vital en la Guerra de Independencia para incitar el levantamiento contra los franceses. “La guerra se sacraliza, se teologiza y adquiere un carácter de cruzada”, como afirmó el historiador Leandro Higueruela.
La santa Iglesia no se equivocó en Cadiz en 1812 querido y respetado Blogger.
Desde mi punto de vista, defendió honradamente a su nación y patria española, y bien caro lo pagó con su vida y honor en los años cruentos e inciviles posteriores.
La Pepa, aunque hija del liberalismo, también es una norma forjada con una decisiva presencia de la Iglesia católica española.
Y frente a este liberalismo generalmente masón, tanto en San Fernando como luego en Cádiz, la Iglesia estuvo felizmente muy presente en la obra constitucional desarrollada en nuestras tierras, y, por qué no decirlo, en nuestros templos.
97 Diputados eclesiásticos ( el 30 % de los Diputados ) lucharon noblemente junto a sus compatriotas por hacer surgir desde las entrañas del mismo clero el afán renovador en materia religiosa que resultaba ya tan necesario y justo para adaptarlo a la nueva modernidad.
¡ Honor y Gloria a esos honrados Diputados clérigos y Honor y Gloria siempre a la Santa Iglesia católica Española ¡, médula y espíritu inmortal de nuestra simpar y siempre heróica Nación ¡.
En el nombre de Dios Todopoderoso seamos siempre los españoles e hispanohablantes de todo el mundo justos y benéficos como se dice en La Pepa; siempre con nuestro mejor recuerdo agradecido y afectuoso a nuestra Santa y querida Religión.
Buen y grande día festivo y esperanzado para todos, en estos días tan complejos que nos da Dios.
¿Por qué opino así?
Porque la Biblia nos muestra el camino y, lamentablemente, quienes tienen que interpretarla lo hacen con su subjetividad y no con la objetividad que Dios nos pide. Jesús se mantenía alejado de las posturas políticas, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Aunque se comportó así su persona sufrió las consecuencias derivadas de sus actos:
1.- Quienes lo veían como un peligro para el poder terrenal que ostentaban en ese momento no le tuvieron en cuenta que era apolítico, lo persiguieron y lo mataron. La Iglesia debe de entender ese principio y alejarse de la política porque será atacada siempre, les dará igual que esté dentro de ella o alejada… En la Constitución de 1978 tenemos otro ejemplo, los textos que le aceptaron fueron incluidos por las circunstancias del momento y ahora hacen lo que saben y desean hacer siempre, limpiarse el sur con la Constitución y a continuación intentar destruirnos. Cuando puedan volverán a la carga. Es la historia de siempre y, por desgracia, la que se repite.
Nos atacan, pero nos buscan en las procesiones y en los actos propios para ganar votos… ¿No sería mejor acabar con toda esta mentira?
2.- Quienes entendieron su mensaje nunca lo abandonaron y lo lloraron a su muerte. Lo que predicaba y hacía fue la fuerza impulsora de sus seguidores… ¿No será mejor que la Iglesia retome esta sana práctica y que se dedique a seguir a Jesús con todas sus consecuencias?
España tiene una gran experiencia negativa con la intromisión de la Iglesia en la política. Pongo un ejemplo muy lamentable: El papel de algunos clérigos vascos independentistas en el nacimiento de ETA, apoyo, papel ocultador, defensa de su causa… ¿Puede justificar esa Iglesia la violencia, el asesinato y el no pedir perdón a sus víctimas por el dolor que les causaron? ¿Es esa mi Iglesia?
No me siento identificado con ella si se empeña en seguir por esa ruta. Yo prefiero caminar en la de Jesús junto a los católicos que sabemos que debemos de ser responsables y autónomos… ¿Queremos estar en esta Iglesia? De ser cierto tendremos que pedir su alejamiento de la política, a acostumbrarnos a pagar su sostenimiento y a involucrarnos más en la puesta en marcha del plan terrenal que Dios, por mediación de su Hijo, nos enseñó.
Siempre que la Iglesia ha confiado en los liberales se ha equivocado.
Al principio Dios intimaba con los profetas, ya sabe para qué lo hacía. Cuando llega el momento cumbre nos envía a su Hijo en su lugar, porque el hombre no podía, y no puede, explicar el misterio de Dios pero Él sí nos marcaría el camino. En la Biblia está su trayectoria humana y por ella podemos guiarnos… ¿O no es suficiente para todos?
Por ello ¿Podemos afirmar que esos obispos y clérigos que actuaron de políticos en ambas épocas lo hicieron fatal o muy bien?
Yo no me atrevo a pronunciarme en ningún sentido pero… ¿Hemos encontrado en la Biblia algún ejemplo igual o parecido que justifique esa participación?
Si alguien puede aclarar esta interrogante que nos remita el libro, capítulo y versículos.
Sr. Juan, la Iglesia debe de orientarnos en su tema, enseñándonos la religión inmutable de Jesús, y en política ni entrar. Nosotros intentaremos comportarnos de manera correcta y después confiaremos plenamente en que Dios nos arreglará los problemas que surjan, porque Él estará con nosotros.
Dios abandonaba a su pueblo cuando no se comportaba correctamente, está en el A.T.
¿Esto no lo sabían los obispos y los clérigos políticos?
Para qué me tiene que orientar a mí nadie si lo que tengo que buscar al votar es el bien común… Si llegado un momento todas las siglas optan por una línea similar en los temas fundamentales: La vida, la religión, la familia… Pues no votaría y que salga el sol por Antequera, ya se encargaría Dios de guiar la intención de los votantes hacia donde Él deseara.
¿Ha pensado por qué ha gobernado D. José Luís Rodríguez durante dos legislaturas a los españoles?
¿Casualidad o que Dios lo propició para que los españoles pagáramos nuestras culpas por no cumplir debidamente con Él?
Piense qué cosas le ocurrieron a su pueblo y los años que tuvieron que sufrir las consecuencias de su enfado.
Buenas noches. Saludos.
Un militar, un abogado, un marino, un escribiente, un mercader, un menestral católicos son también Iglesia. Y cuando hacen política, hacen política católica.
El estado confesional de todas las leyes fundamentales de España desde el III Concilio de Toledo hasta inclusive esta constitución de 1812 proclaman la confesionalidad católica. No lo hacen los obispos únicamente. La proclaman los reyes, los nobles, los burguesas... la nación toda.
Esa es la confesión de fe de un pueblo entero. Esa confesión seglar es la que combatieron con todas sus fuerzas los liebrales, sentando la separación radical de la fe con la vida pública.
Esa falsedad es la que hemos comprado todos los católicos españoles, empezando por los obispos. De ahí esa falaz dualidad de quedarse en las sacristías o "salir a la calle" (como si los católicos que trabajan, crían a sus hijos o piensan no estuvieran ya "en la calle").
Si el clericalismo es una filosofía que nació para obtener un fin político, por ese planteamiento el clero de cualquier religión tenía y tiene que participar en los asuntos públicos. Para justificar este principio nos decían y dicen, en nuestro caso los clérigos católicos, que su función sería y será para orientar, supervisar y corregir según sus principios… ¡¡¡Cómo si no hubiera que corregir nada, ahora y antes, dentro de nuestro funcionamiento eclesial!!!
Partiendo de aquí diré que es cierto que equiparamos a la Iglesia con sus clérigos y lo hacemos mirando a quienes ostentan la dirección máxima. Cuando lo hacemos no podemos culpar a la Iglesia de Jesús, ahí no hay error posible, los clérigos de Roma sí pueden cometer errores. Por ejemplo: Cuando permitieron que por el clericalismo sus eclesiásticos participaran en política. Ocurrió y ocurre porque las decisiones son humanas y no de Dios.
Los seguidores de esta filosofía pensaban y piensan que deben de hacerlo para así poder favorecer sus intereses institucionales y materiales e incrementar su poder humano. Como todos somos Iglesia, es cierto, pues también tenemos derecho a recordar y a proclamar otro ejemplo: Jesús no se preocupaba de dónde y qué comería al día siguiente… ¿Comparte la filosofía del clericalismo esa misma preocupación? Me temo que no.
Por todo lo expuesto opino que no hace falta beber en las fuentes del liberalismo para desear que los clérigos se dediquen a la función por la que han profesado de manera libre…
¿Qué ocurriría si un clérigo-político se viera involucrado en una especulación para favorecer a otros?
Su puesto está en las sacristías y no en la calle. Conocí a un clérigo muy buena persona y muy político, seguimos recordándolo y queriéndolo, pero considero que hizo daño a la institución. Opino así porque la mayoría de sus feligreses no estaban preparados para comprender que detrás de su fachada había un hombre comprometido con el prójimo, lo principal. Pesaron más, en su contra, las debilidades políticas que los buenos planteamientos religiosos que hacía. Es un buen sacerdote.
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