Un año de bocas cerradas: sin homilías
Marco Tosatti, un periodista especializado en asuntos vaticanos, ha tenido la feliz idea de proponer una carta, medio en serio, medio en broma, al Papa Benedicto XVI, donde la dice: “Pedido cuasi serio a Su Santidad: basta de sermones interminables. Mandemos a los sacerdotes a la escuela de periodismo y que alguien los obligue a no superar los cinco minutos en los sermones desde el púlpito.”
Tiene muchas razones para hacer esta petición, porque si en algo la Iglesia Católica debe reformarse y los curas en particular, es en la preparación seria de la homilía y que no pase de esos cinco minutos como tiempo ideal.
El periodista italiano coloca una cita curiosa: “En los primeros cinco minutos habla Dios, en los otros cinco habla el hombre, en los restantes más de cinco minutos habla el diablo".
Realmente, la capacidad de hablar en público se nace con ella. Luego se perfecciona y se alimenta con la práctica del paso de los años ejerciendo el ministerio de la Palabra.
El primer mandamiento, según mi opinión, para una homilía responsable es haber hecho oración, a lo largo de la semana, con los textos propios del domingo. En esos ratos es necesario ir tomando pequeñas notas extraídas de la intimidad con el Señor en el silencio oracional.
El segundo paso importante consiste en saber usar un lenguaje inteligible para las personas de hoy, que son adictas a la televisión y al resto de medios de comunicación social. La terminología que se utilice en una homilía no debe suponer que el auditorio sabe una lista de términos claves en la fe cristiana. Es mejor usar un lenguaje llano que subirse a las alturas de las filigranas artísticas y literarias que solamente entendería, y, ahora tampoco, un profesor de lengua y literatura.
El tercer paso estaría por escribir la homilía y leerla cuando llegue el momento. De esta forma no se pierde el predicador por los vericuetos del camino, utiliza un lenguaje escogido ante la pantalla de un ordenador, puede utilizar las herramientas que prestan los actuales procesadores de textos y, hasta, puede cronometrar su tiempo tranquilamente antes de la celebración de la Eucaristía.
Son muchos los que leen sus textos homiléticos: el Papa, todos los obispos, muchos sacerdotes. Lo hacen muy bien. El ejemplo más patente lo tenemos en las intervenciones papales durante la JMJ del pasado mes de agosto.
Nunca me gusta leer, salvo casos muy excepcionales. Con los pasos que he expresado y la experiencia de estar en los medios de comunicación me han ayudado a ser conciso, directo, rápido, concreto, dinámico y procuro no llegar a más de diez minutos. Algunos lectores de este post son testigos de estas palabras, pues acuden a la Misa, diaria o dominical, en la parroquia, y me pueden juzgar directamente.
Lo más importante lo dejo para acabar: si una homilía no ayuda para conducir a los fieles a encontrarse con Cristo. Mejor es que el cura se calle. En esto estoy de acuerdo con el periodista italiano: sería bueno un año sin homilías.
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Tomás de la Torre Lendínez
23 comentarios
¡Qué Dios le bendiga!
No se aburren en las cosas mundanas ni tosen tantos como cuando oye un sermón que para unos puede edificar, porque tiene el corazón bien dispuesto para dar gloria a Dios, me refiero, que cuando edifica, es porque el sacerdote se identifica plenamente con el Corazón de Jesús, pues hay otros que en sus sermones, llegan a decir palabras que son contrarias a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia Católica.
En las predicaciones no vale decir, "no es necesario confiar en la Divina Providencia", yo lo he oído. A otro le oí, y fue un Viernes Santo, comparó la muerte de Cristo con un perro, "muerto el perro se acabó la rabia", son a predicadores como estos, que hay que suspenderles de su ministerio sacerdotal.
Yo si escucho a un sacerdote, de mi localidad, un sermón de más de cinco y diez minutos, y este sacerdote está lleno del amor de Dios, a mí no me cansa, sino que me da ocasión a lo largo de los días, reflexionar todo lo que ha dicho en virtud del Nombre del Señor.
En Pakistan, uno se arriesga con la cárcel y el martirio, si se dedica plenamente al servicio del Señor de forma pública.
Es muy acertado lo que dice usted, que antes de cada homilía se necesita un tiempo para la oración, pero también es interesante, que a lo largo de la semana, el sacerdote tenga como unico pensamiento los asuntos del Señor, y nada de las cosas mundanas que nos hacen perder nuestra fe, y nos hace caer en pecado.
Un espíritu disipado en mil pensamientos no puede soportar que se hable tanto de Dios. Unos pueden hablar horas y horas de politica, de fútbol o de otros deportes, de diversiones, de pasarlo bien, y van a la Iglesia, y bostezan, tosen, hay tipos de toses que pueden ser una tentación del demonio, pero otras no.
Yo pienso que Marco Tosatti, debería haber hecho un análisis de sermones de los Santos Padres al tiempo presente, y yo defiendo lo que proviene del Espíritu Santo y la fe de la Iglesia Católica. Pues hasta Marco Tosatti pudo haber caído en una tentación del mal, para decir que hay que abreviar los sermones.
Como había referido, hacer abreviar los sermones del Papa, es como decir a Jesús, "ya no nos hable más, pues tenemos otros asuntos más importantes, que oír siempre mensajes que lleva al Padre celestial".
Se debe reflexionar todas las cosas a la luz de Cristo, no al hombre que tiene prisa por despachar los asuntos del Señor para ocuparse de otras cosas ajenas a la salvación del alma. Pues el Papa cuando habla, lo hace por inspiración del Espíritu Santo, y esto es lo importante.
http://www.youtube.com/watch?v=CgPwlnxolFI&feature=related
http://www.sanantoniodepadua.org/messaggero/pagina_stampa.asp?R=&ID=133
Si vamos a atenernos a las modas y el gusto del oyente, las homilías, y la Misa entera, terminarán en 140 caracteres, como en Twitter.
Pienso que la Misa debería ser, para quienes todavía asistimos a ella, un remanso de paz alejado del mundanal rüido, de los tweets y del telegrama insulso de feliz cumpleaños que no llena ni alimenta.
El hombre de hoy vive sumergido en la superficialidad del mundo que da tanta importancia al congestionamiento de tránsito como al hambre de Somalia: ninguna. En cinco minutos la mente salta del último escándalo de Justin Bieber a la falda de Eva Longoría, sin solución de continuidad. Hace falta que alguien (un sacerdote, sería muy bueno) diga "Alto" y nos recuerde las cosas que nunca cambian. Si para ello hacen falta más de 140 caracteres, que así sea.
Pienso que la homilía no debería reducirse simplemente a una cátedra de "bullet points" nítidamente redactados con profusas notas al pie, sino más bien debería ser un testimonio de fe: "De lo que hoy leímos yo entiendo, creo y recomiendo esto, porque estoy convencido que es verdad, y el que tenga oídos que oiga". Para transmitir información sobra la hojita parroquial y la cartelera. La homilía debe darle VIDA a esa información.
Viniendo al meollo del tema, recordemos aquello que recomendban los antiguos latinos:"Esto brevis et placebis" (sé breve y agradarás).
Un sacerdote comentaba: "Yo preparo los 10 primeros minutos, después lo dejo al Espíritu Santo". Alguien, que oyó una de sus homilías, le comentó después: "Te felicito, que predicas mejor que el Espíritu Santo".
Sto. Tomás de Aquino, gran especulativo, pero también sumamente práctico formuló este luminoso aviso: "Los sermones breves son muy aceptados; porque, si son buenos, son oídos con mayor avidez, pero si son malos molestan poco" ("In Epístulam ad Hebraeos", cap. XIII, lectio III, ad finem).
¡Tienen tanta sed de Palabra! Que le dicen: "¡¿Ya está? ¡Háblenos más padrecito!".
Yo no soy partidario de Homilías cortas necesariamente... Parece que vivimos en un mundo rápido y que no quiere parar... ¿vamos a trasladar esa rapidez a la Misa que debería ser un remanso de Paz y Oración? ¿Queremos hacer un Fast-Predicación para los consumidores del mundo moderno? ¿Un McDonalds de la Palabra?
Precisamente un signo de los tiempos para mí es luchar contra esa "prisa" del Mundo... Esa inmediatez... Ese quererlo todo YA y lo más conciso posible... ¡Ni que se estuviera perdiendo el tiempo con una Buena Predicación!
Recordemos el caso de los Hechos de los Apóstoles... La predicación que se tira Pablo que hasta uno se duerme y se cae por la ventana.
Si hay que predicar largo, que se haga.
Evidentemente, la materia central de la Santa Misa en cuestiones homiléticas, son las lecturas, y siempre y fundamentalmente, el sagrado Evangelio de Jesucristo del día correspondiente.
Y al él, se debe siempre dirigir la mayoría del tiempo de la intención catequética, explicativa, doctrinal y religiosamente docente.
El Secretario del Sínodo de los Obispos, el gran Arzobispo Nikola Eterovic, ha señalado en un reciente libro que ha presentado en la sede de Radio Vaticano y que recoge algunas de sus reflexiones sobre el Sínodo de la Biblia del año 2008, titulado "La Palabra de Dios", que las homilías dirigidas a los fieles, no deben durar más de ocho minutos.
Estoy completamente de acuerdo con esta competente opinión, y con este adecuado y suficiente tiempo.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Está comprobado por la práctica atencional, que es el tiempo medio en que se mantiene la concentración máxima y mejor tolerada para la capacidad de fijación mental y atención media de los oyentes; Lo demás, es caer en excesos que pueden llevar al aburrimiento, la desatención, la pesadez y el cansancio mental.
Y debería ser el tiempo acordado, medido y exacto, de una consecuente y concentrada homilía en lo temporal.
Además, se debe seguir al pie de la letra lo que siempre hace en esta materia ( y es también lo que práctica nuestro respetado y preparado Blogeer ) S.S. Benedicto XVI el muy querido, respetado y admirado Papa vigente.
Quién, "comienza desde el lunes a preparar la homilía del domingo siguiente. En tal sentido tiene suficiente tiempo para comprender los pasajes de la escritura dominical. Las lecturas se convierten en objeto de profunda meditación también a la luz de los eventos de la vida actual concreta, y a nivel personal y comunitario. Por lo tanto hace falta evitar improvisaciones, ya que la homilía es una realidad demasiado seria para presentarse ante los fieles sin una adecuada y rigurosa preparación". ( Fuente: parrafo publicado por la Agencia católica Aciprensa ).
La adecuada y correcta preparación de la homilía dominical, comenta el croata Mons. Eterovic Arzobispo titular de Sisak ( ciudad de Croacia central ): "puede tener también la forma de lectio divina. Los resultados de los grupos que la practican son en general muy positivos".
Algunos sacerdotes, afirma luego el Arzobispo croata, sugieren cinco pasos para mejorar las homilías: "determinar el tema principal de la homilía, suscitar el interés de los fieles (…), hacer todo lo posible para transmitir a quienes la oyen la propia convicción dirigiéndose a su inteligencia y a sus corazones; ayuda a los fieles a memorizar el tema de la homilía (…) y generar una respuesta activa en los fieles sugiriendo posteriores acciones concretas como oraciones, lecturas, actividades en familia, en la parroquia, en el trabajo o en su medio cultural y social.
Mons. Eterovic explica también que se debe ser suficientemente culto, preparado didácticamente, con buena preparación teológica; Y procurar siempre ser riguroso, muy ameno y empático, y naturalmente ser muy actual para una mejor sintonización afectiva con los fieles al exponer los temas.
El predicador puede y debe escribir su bien preparada homilía, pero en el momento concreto de predicarla debería ayudarse de un claro esquema, de una guía esencial bien lograda y estudiada, que le permita seguir el hilo lógico del discurso homilético mirando directamente ha los fieles y sin parecer que simplemente lo lee. Eso crea mayor convencimiento, atención, y disposición de comprensión y fijación de recuerdo y memoria activa mental en los escuchantes.
Atentos saludos.
Nota: acercarse al pueblo no significa volverse tan burro como él; para eso están "La Noria" y "Sálvame deLuxe" como ejemplo.
Se escribe: " a los fieles " ( naturalmente sin - h - hache ).
Disculpas y Gracias.
Saludos
Si solamente asistimos a la Misa pero con el pensamiento en la puntualidad, desde ese mismo momento ya no estamos con Cristo. No hemos de anteponer nada al Amor de Cristo.
Es verdad que es necesario el trabajo, pero es mucho más importante ofrecernos a Cristo quien nos liberó de la esclavitud del pecado.
Los hay quien quiere estar con el Señor, pero "termina, que tengo que marcharme a otro asunto... ", si no tenemos el corazón bien dispuesto para el Señor, queremos terminar el asunto con Dios, pues se opta por un mayor tiempo para dedicarlo al mundo, en las cosas mundanas e innecesarias para la salvación del alma.
La correcta y apropiada preparación para decir una homolía es prepararse como San Antonio de Padua, San Antonio María Claret, San Agustín, San Carlos Borromeo y otros muchos. Y hay sacerdotes en nuestros días, que están siguiendo los pasos de los santos.
Uno de los problemas que las homilias lleguen a cansar, es porque tenemos el corazón embotado de tantas cosas terrenales, impidiendo el centrarse en Cristo Jesús, si somos de Dios, no debemos ser del mundo. Si vamos a Misa, debemos estar abierto al Espíritu Santo, no al mundo.
Por otra parte, si la homilía que dice el sacerdote a la Misa que vas, no le dice nada, si encuentra otra iglesia donde puedes santificarte por un sacerdote santo, me alegraré, pero no debes perder tú trabajo, pero poniendo en el primer puesto de tu corazón a Cristo Jesús, pues sólo Él sabe como solucionar las cosas. Es importante la fe y el amor perseverante a Cristo.
Ejemplo: Hay muchos que no contaron con Cristo en su propia vida, apegado a la puntualidad, siempre llegaba a tiempo, pero un día perdió el trabajo.
Cuando vamos a Misa, pongamos nuestras preocupaciones en manos de Dios, pero sobre todo, nuestro corazón.
Asclepio: en lo breve, ¿Qué es lo mejor, trabajar brevemente por la salvación de nuestra alma? No, hay que perseverar, hay que saber escuchar al Señor, eliminar el ruido que el mundo trata de sembrar en nuestro corazón. Lo importante de la Homilía, es para prepararnos correctamente, en el resto de la Santa Misa, con más devoción; pues la Eucaristía, el Sacrificio del Señor, que no hizo nada breve para salvarnos, sino que se dio totalmente hasta morir en la cruz por su amor a nosotros, a la humanidad entera.
Las homilías pueden ser diferentes, pero no es de agrado oír noticias del mundo, entonces esto no es homilía verdadera, tampoco ayudan a las almas que se hable de selecciones de fútbol, esto también entorpece el plan de salvación de Dios. El sacerdote auténtico no pide a nadie que debe aplaudir, no dice cuentecillos de vieja, chistes, etc. El Sacerdote autentico es un alma que está entregada al servicio de Dios y la salvación de las alma.
Las homilías deben ser... ya lo ha dicho el Santo Padre, los sacerdotes de Cristo están al tanto y lo ponen en práctica. Los que se olvidan de Cristo deberían cambiar a mejor.
No podemos estar 15',escuchando un sermón?. El corazón tendría que prevalecer(en ambas partes) en las homilias,y la disposición de los laicos a escucharla.
Bendiciones!
Una de las peores homilías que recuerdo duró unos cinco minutos en una misa semanal. Lo único "bueno" es que fue corta. Una de las que más me ha llegado, fue un domingo del año pasado y duró una media hora.
No es la duración lo único importante,sino darle a Dios su justo lugar, tanto en palabra como en oración previa.
La mayoría de la gente agradece una homilia breve, bien preparada y bien leída. Si nos fijamos en los anuncios, podremos ver cuánto se puede decir cuando se sabe qué y cómo.
El Espíritu Santo tiene que hacer, pero el cura no puede aburrir a la gente.
Es algo que he comprobado en la enseñanza durante muchos años: hay que vocalizar bien, que te oigan y escuchen sin esfuerzo. Luego, a partir de ahí, cuidar las ideas sin enrollarse. Y muy importante: que al predicador se le vea convencido de lo que dice. Eso se nota, vaya si se nota.
Personalmente, pienso que jamás deberían superarse los diez minutos. Ideas directas, claras, con Jesús como centro, sugiriendo pautas de actuación en nuestra vida.
¿Tomarán nota algunos exhibicionistas charlatanes?
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