El cardenal Rouco escribe sus discursos, no necesita a nadie para hacerlos
He leído el discurso del cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en el acto de apertura de la sesión plenaria de los obispos, celebrada ayer en Madrid. El acto de la lectura lo he hecho de arriba abajo, y al contrario.
Veo que está muy conectado con el hoy de la Iglesia en España, con los problemas de la sociedad actual, y con el plan pastoral de la totalidad de los obispos españoles.
No ha gustado a algunos que aparezca el siguiente párrafo:
“Con nuestra Asamblea Plenaria ha coincidido el comienzo de un nuevo período político para España, después de las elecciones generales de ayer. Desde nuestro ministerio de Pastores del Pueblo de Dios, deseamos a quienes han sido elegidos para gobernar, en tiempos tan difíciles, acierto, serenidad y espíritu de servicio en su noble y decisiva tarea. Como siempre hace la Iglesia con los gobernantes, les ofrecemos el apoyo espiritual de nuestras oraciones y las de todos los católicos.”
Pues que se fastidien. Hace pocos días el Vaticano de modo sibilino ha hecho lo mismo con el nuevo primer ministro italiano, quien tuvo la ocasión de oro y la aprovechó: se presentó en el aeropuerto romano para despedir al Papa Benedicto XVI que partía para su viaje pastoral a Benín.
¿Esto no gusta a los que hablan de una iglesia rouca, alejada de los problemas de la sociedad?. Repito que se fastidien, porque ahora, vienen tiempos, en los que habrá mejores hilos de comunicación entre el nuevo gobierno y la Iglesia española. Por lo menos, así los deseo yo.
Al escribiente que dicta el contenido del discurso al cardenal Rouco y nunca acierta, seguramente debe mirar si lo que le ciega es el odio a la persona del cardenal de Madrid, porque llamar al discurso con los siguientes adjetivos: “tibio, gris, triste, plano, centrado en la JMJ y, por lo tanto, en sí mismo.” Es la mejor prueba de que no ha leído el texto ni una sola vez, sino que el odio le ha llevado a ver por encima el resumen que se entrega a los periodistas.
A mí me ha gustado mucho el discurso. Ha sabido engarzar el acontecimiento de la JMJ con todos los proyectos inmediatos y futuros de la Iglesia que peregrina en España. Está todo el programa de trabajo que los obispos tienen durante toda esta semana. Es un itinerario de laboreo pastoral que se presenta desde el comité ejecutivo, que pasa a la comisión permanente, y desde ahí a todos los obispos españoles. Siempre es el mismo camino de trabajo.
Deseo, desde aquí, que nuestros obispos tengan una fructuosa sesión plenaria de trabajo, y quien desee que los pastores de las diócesis españolas se parezcan en algo a los comisionados de una amplia empresa multinacional se han equivocado de puerta. Deben buscar mejor y encontrar esa iglesia por otros sitios. Nunca la encontrarán. Así llevan años y años y nunca acabarán. Son torpes y cabezones.
Tomás de la Torre Lendínez
3 comentarios
Saludos, padre Tomás, acertadísimos sus comentarios.
" “Los jóvenes son precisamente los más afectados por ese trasfondo de relativismo moral, de escepticismo espiritual y religioso y de concepción egocéntrica e individualista del ser humano y de la vida, que tanto daño les causa a ellos mismos y al conjunto de la sociedad. Ellos deben ser protagonistas de su propio presente y futuro. Pero para ello es necesario que se les ofrezcan los medios adecuados, empezando por una educación integral, que no se reduzca a una pobre y a veces inmoral transmisión de conocimientos, sino que les capacite para el desarrollo de todas sus posibilidades humanas”.
La juventud es nuestro mejor futuro.
Es la hora de solucionar radicalmente la ruinosa economía, pero también y más importante aún regenerar totalmente la moral espiritual y de valores cristianos perdidos en la sociedad española por la nefasta ingenieria social del infame zapaterismo.
Hay que presionar con fuerza al nuevo gobierno desde todos los frentes y organizaciones civiles y eclesiales hasta llegar a conseguirlo.
Debemos transformar y regenerar a fondo en todos los órdenes a la sociedad española y volver a ser una nueva renovada gran nación con sólidos fundamentos de esperanza y de futuro.
España debe con esfuerzo, tesón y paciencia volver a ser otra vez España.
Los católicos hemos de tener un sólo corazón, todo entero para Dios, nada de divisiones que entristece a Jesucristo.
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