Resurrección y diálogo con los astronautas
Cuando aquel cosmonauta comunista ruso de fines de los sesenta, tras su viaje espacial, largó aquella frase obscena: “No me he encontrado con Dios”. Todos los que luego hicieron el mismo viaje tuvieron la misma visión atea. Unos pocos alumbraron al pisar la Luna en 1969, la siguiente afirmación: “Esto es un pequeño paso para el hombre, pero muy grande para la Humanidad”.
Hoy, toda la Iglesia Católica celebramos la Resurrección de Cristo de entre los muertos, para nunca más morir. La alegría que invade a todo el mundo católico se hará palpable cuando el Papa, en Roma, imparta la bendición y felicite la Pascua florida a millones de personas en su propio idioma.
La Iglesia desde su fundación es Católica, es decir, Universal. Por eso debemos entender que el Papa hable con dos italianos que estarán en la estación espacial internacional, el 4 de mayo. Uno de ellos llevará una medalla de plata regalada por Benedicto XVI.
La noticia se puede leer pulsando aquí.
La misión científica de la estación espacial está por encima de cualquier duda. Es la primera vez, en la milenaria historia del papado, que el sucesor de Pedro, universalice su misión apostólica hasta el espacio abierto que rodea al planeta Tierra.
El contenido de la conversación entre el Papa y los astronautas, seguramente, irá por cauces sensatos, lejos de los ateismos espaciales de los tiempos de la guerra fría.
La gran consecuencia, para la fiesta de la Pascua de Resurrección, es que igual que Cristo, libre de las ataduras de la muerte, resucitó, también, la Iglesia, por la boca del sucesor de Pedro, libre de ataduras, lleva su misión pastoral al interior de la estación espacial.
La libertad de Cristo resucitado la vive la Iglesia y la pide para toda persona de buena voluntad, incluidos los científicos que estén volando por el espacio.
Tomás de la Torre Lendínez
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Vean, por favor, el siguiente vídeo:
El “Titulus Crucis”, la tabla del I.N.R.I., una reliquia venerada en Roma
http://fotolog.miarroba.es/marianojv/
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2 comentarios
Veo que en este blog se va componiendo una pequeña historia del ateismo. El otro día el ateismo nacía en las logias masónicas. Hoy se menta el ateismo de Estado, el ateismo político más político. Eso del "ateismo espacial" es, sobre todo, una expresión del ateismo soviético. La carrera espacial y otras carreras, como el olimpismo o la de armamentos, era una carrera ideológica entre los dos bloques. De todos modos podría hablarse de un "ateismo espacial" en el sentido de que "el espacio" (esta cosa ilimitada sin gravedad, hecha de tiempo en suspensión y partículas cruzando distancias a toda pastilla) no aparece en la Génesis y se habría quedado fuera de la Creación. Vale, pero lo del ateismo espacial era una parte del ateismo político.
Lo de las logias, es al revés, el ateismo viene de lejos, del origen de la filosofía en Grecia. Con ese ateismo de origen físico-filosófico conectaba el propio Karl Marx que hizo su tesis sobre Demócrito y sus atomillos y le ponía de las neuronas la cosa materialista. El ateismo se metería en las logias masónicas como se metieron tantas cosas no ateas pero el ateismo tiene su propia importancia y funciones. No es un desprendimiento de la masonería. El ateismo llegó al espacio antes que nadie, por vía soviética, y la masonería no llega más que a aquellos que se la creen, a favor o en contra. Yo no he conocido a un masón en mi vida. El ateismo espacial es, a lo soviético, como la bandera norteamericana en La Luna, una bandera política, una idea real, una más.
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