E-Book, o el Book
Un compañero me invita a su casa. Le han regalado durante los días navideños un E-Book. Desea enseñármelo. Voy con sumo gusto. He pasado un rato agradable.
He tenido entre mis manos un pequeño aparato, tamaño cuartilla, color blanco, pantalla y sus mandos correspondientes. Las prestaciones de este instrumento son los 500 libros que trae en su disco duro; se graba música, vídeos, fotos, voz, y radio. Es un artefacto multimedia con todas las conquistas del momento tecnológico actual.
Mientras regreso a la casa recuerdo que los libros metidos en ese disco duro son las joyas de la literatura española y mundial, incluidas obras de contenido teológico antiguas y nuevas. Están ordenados alfabéticamente. Su lectura se hace fácil, pues dispone de un sistema de aumentar el tipo de letra, y con los pinganillos correspondientes se puede estar oyendo música placenteramente y leer.
He pensado que tenemos el futuro en el presente. Ahora no existe excusa para no leer pues el peso del aparato no pasa de unos pocos gramos y cabe en el bolsillo de la chaqueta.
Encuentro en la red el presente vídeo, tras verlo varias veces, decido dejarlo aquí.
La técnica avanza, pero el libro de siempre, el de papel, el amigo que nunca se enfada cuando uno corta la función lectora, que huele a tinta, que no necesita cables, para mí, hoy por hoy, es insustituible.
Se lo he dicho al compañero: Te felicito por tu E-Book. Pero yo seguiré pegado a los libros de papel, que desde pequeño han sido y son mis mejores amigos, pues me han enseñado todo lo poco que conozco.
Uno de ellos: la Biblia, contiene la Palabra de Dios. En ella y con ella rezo todos los días al Señor. Y así saco fuerzas para seguir sirviendo al Señor y los hermanos, como sacerdote, dentro de la Iglesia Católica.
Tomás de la Torre Lendínez
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