El puritanismo catalán

Han pasado los días de la publicación de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto catalán. La Iglesia oficial, obispos y el cardenal de Barcelona en particular, han callado como muertos. Éste último estará contento, por sus opiniones anteriores. El resto calla por prudencia, sobre todo monseñór Sáiz Meneses. El de Lérida, monseñor Piris, mientras no devuelva los bienes que corresponden a la diócesis de Barbastro, está como rehén del propio nacionalismo.

Mientras, en el carajal y gallinero del parlamento catalán ayer, se bailó la yenka, primero aprobaron la prohibición del burka y despues dieron un paso atrás. La noticia se puede leer pinchando aquí:

Todo estos juegos puritanos se dan, teniendo como telón de fondo, que en los grandes ayuntamientos catalanes han aprobado la prohibición del burka en lugares públicos. Estas corporaciones están compuestas por los mismos partidos, que han votado en un sentido u otro.

Un lector catalán me informa que en algunos municipios de la Costa Brava se ha prohibido ir en pantalón corto y otras prendas veraniegas bajo una multa de trescientos euros por determinados lugares públicos y privados.

Ayer conversé con varios catalanes. La confusión reina en el pueblo, sobre todo el castellano parlante, originario de Andalucía. No saben donde van a ir a parar. Tienen miedo a que la dictadura nacionalista se vuelva más dura con el estatuto en pleno vigor y corregido y aumentado por el propio Zapatero en los días venideros.

Ahora es la hora en que el puritanismo catalán se descubra su cara, y los ciudadanos cristianos o no, sepan lo que van a votar en las próximas elecciones autonómicas. Lo contrario está creando un caldo de cultivo donde puede pasar cualquier cosa. Una ya ha empezado: muchos jubilados catalanes, andaluces de origen, han cogido el camino de vuelta a su tierra, aunque aquí las cosas tampoco están de color de rosa.

Tomás de la Torre Lendínez

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