El cristiano en su juego olímpico

La vida del cristiano es la participación constante y duradera en el olimpismo de cada día. Desde que suena el despertador para levantarse, hacemos un ejercicio de espíritu olímpico. La gimnasia espiritual de la oración nos prepara a la responsabilidad laboral y nos conduce andando a pie o en coche hasta la cancha del lugar del trabajo.

En cada hora que pasa, el esfuerzo olímpico lo tenemos que ejercitar para llegar a responder a las demandas que nos presentan los demás, quienes suben el listón a más altura para probar si estamos aún en condiciones óptimas de saltar sin pértiga o con ella.

En el rezo del Angelus tenemos la oportunidad de estirar los músculos espirituales ante la Madre del Señor, quien siempre solícita con nosotros intercede ante Jesús para que nuestro atletismo podamos cumplirlo con responsabilidad.

En la tarde, tras reponer fuerzas físicas absolutamente necesarias para mantener el cuerpo en el que vivimos, volvemos a la misión olímpica del servicio a los demás. Cada uno sabemos que al final del día desembocamos en la Eucaristía, como centro y cumbre de nuestra vida olímpica de ese día, que atardece y en la mesa nos quedamos al partir al pan de la vida, hecho alimento para nuestra alma, a la que debemos alimentar para que el sentido olímpico de la vida cristiana no se endeblezca.

La oración de vísperas y la última de completas completan un día de entrega al esfuerzo olímpico de haber cumplido la voluntad de Dios en cada momento y sentirnos llenos de la necesidad del descanso para, al volver ver salir el sol, hagamos la misma operación olímpica de cada fecha.

Así estamos. Así somos. Así vivimos los cristianos cuya olimpiada la conocemos cada uno en la intimidad de la conciencia. Nosotros no esperamos que nadie nos conceda unos juegos olimpicos, ya que los vivimos con el mismo espíritu de San Pablo: deseando ser los primeros en llegar a la meta: nuestro encuentro con Cristo para siempre.

Tomás de la Torre Lendínez

Los comentarios están cerrados para esta publicación.