La gripe A y el rito del lavabo en la Eucaristía
La fobia a la gripe A no ha hecho nada más que empezar. En un centro comercial de gran firma nacional, esta mañana, estaban regalando mascarillas a los clientes. Ha sido la primera que me he puesto si deseaba adquirir lo que necesitaba para la manutención ordinaria.
Mientras, un amigo me envía el siguiente vídeo, donde se desdramatiza la situación en comparación con otras “gripes” anteriores:
En muchas diócesis han comenzado a moverse las inquietudes y miedos ante la aparición de esta gripe mortal. Tanto, que Ecclesia digital, tenga hasta seis informes recogidos de la Organización Mundial de la Salud informando sobre el virus, sus consecuencias, su propagación, y apuntando que debe tenerse la mayor prevención con el lavado de las manos. Presentando esta figura de una mano infectadisima de todos los virus posibles:
Además, apunta, con dibujos y textos cómo debe lavarse las manos: exactamente igual que los médicos antes de entrar en un quirófano para una intervención de cirugía a un enfermo.
Ante todo esto, a mí se me ocurre una sencilla moraleja: que los sacerdotes que no celebran la Santa Misa con el rito del lavabo, que lo vuelvan a colocar en la credencia del presbiterio de su templo; ya que no lo hacen cumpliendo las rúbricas litúrgicas, que sea la espantosa epidemia de gripe A, que ya está aquí, la que consiga la vuelta del rito del lavado de manos antes de celebrar el momento cumbre de la Eucaristía: la Consagración del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre del Señor.
Al mismo Señor, a quien encomendamos que esta gripe pase pronto de nuestras vidas.
Tomás de la Torre Lendínez
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Luis
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