Qué enseña la Iglesia sobre la gestación subrogada
La noticia de que Ana Obregón, famosa actriz española de 68 años, ha adoptado una niña concebida por vientre de alquiler o gestación subrogada, ha levantado un fuerte debate entre los que se posicionan a favor y en contra de esta práctica. Aprovechando esta polémica, intentaré explicar en este artículo las claves de la doctrina católica sobre este tema.
Sobre este asunto, al igual que sobre otros muchos puntos de la moral cristiana, la Iglesia defiende verdades que son accesibles a la razón natural, pero lo hace iluminada por la fe en la Revelación. Por eso, estas cuestiones son defendibles ante todo el mundo, incluso ante los que no tienen fe, aunque sólo pueden ser entendidas si se aceptan los presupuestos antropológicos, también de razón, que sostenemos los cristianos.
Presupuestos antropológicos
- El primer presupuesto es que el ser humano es distinto de cualquier otro animal y tiene una dignidad especial. El ser humano es una unidad de cuerpo y alma, un alma espiritual que es creada inmediatamente por Dios para informar un cuerpo que surge de la acción procreadora de los padres. Esta particularidad hace que la concepción humana no pueda tratarse como la concepción de cualquier otro animal o de una planta, sino que está sujeta a un respeto especial.
El ser humano ha de ser concebido como fruto del amor entre dos personas dentro de la institución del matrimonio, que asegura la posibilidad de su crecimiento y educación en el mismo marco de amor en el que ha sido concebido. A la vez, la procreación humana presupone la colaboración responsable de los esposos con el amor fecundo de Dios. El don de la vida humana debe realizarse en el matrimonio mediante los actos específicos y exclusivos de los esposos, de acuerdo con las leyes inscritas en sus personas y en su unión. - El segundo presupuesto es que la vida humana comienza desde la concepción, es decir, desde la unión en una nueva célula embrionaria de los gametos humanos: el óvulo y el espermatozoide. Un embrión humano es, biológicamente, un individuo de la especie humana, lo que lo convierte a todos los efectos en un ser humano. A partir de la concepción, el embrión humano irá creciendo en un proceso gradual hasta convertirse en un ser humano adulto.
- El tercer presupuesto es que no todo lo técnicamente posible es moralmente bueno. Hay una diferencia importante entre la ciencia natural, que implica un conocimiento de la naturaleza, y la técnica, que consiste en utilizar ese conocimiento para intervenir en la naturaleza, dominándola. Es sobre este segundo punto sobre el que hay que hacer un juicio moral, porque la transformación de la naturaleza mediante la técnica puede ser para el bien (por ejemplo, curar una enfermedad) o para el mal (como crear un arma biológica).
En 1987, la Congregación para la Doctrina de la Fe, Dicasterio Romano del cual era Prefecto el Card. Joseph Ratzinger, futuro Papa Benedicto XVI, publicó, con la aprobación de San Juan Pablo II, un documento fundamental para tratar todas las cuestiones derivadas de la procreación humana. Se trata de la Instrucción Donum Vitae. La mayor parte de las citas que emplearé están tomadas de esta instrucción.
¿En qué consiste la gestación subrogada?
Para explicar las cosas con precisión hay que explicar en qué consiste, exactamente, la gestación subrogada, también llamada vientre de alquiler. En Donum Vitae a esta práctica se la denomina “maternidad sustitutiva”, refiriéndose a:
«a) la mujer que lleva la gestación de un embrión implantado en su útero, que le es genéticamente ajeno, obtenido mediante la unión de gametos de «donadores», con el compromiso de entregar el niño, inmediatamente después del nacimiento, a quien ha encargado o contratado la gestación;
b) la mujer que lleva la gestación de un embrión a cuya procreación ha colaborado con la donación de un óvulo propio, fecundado mediante la inseminación con el esperma de un hombre diverso de su marido, con el compromiso de entregar el hijo, después de nacer, a quien ha encargado o contratado la gestación.»
Yo utilizaré el término «gestación subrogada» por ser el que se está empleando ahora mismo en medios para promover una imagen favorable de esta práctica. De este modo intentaré poner la fuerza en los argumentos y no en la sensibilidad a la que se suele apelar en estos temas.
Dentro de la polémica actual, se suele hablar de gestación subrogada en el primer sentido citado, es decir, una mujer gesta en su útero un embrión que ha sido producido mediante fecundación in vitro en un laboratorio, con el compromiso contractual de entregar el niño a los contratantes, sometiéndose a una serie de condiciones y recibiendo, o no, un pago por el servicio de gestar el niño. Cuando no hay un pago derivado de la gestación se suele llamar actualmente gestación subrogada altruista.
Es importante entender que, en los modelos actuales, en cualquier caso de gestación subrogada siempre hay, como origen dicha gestación, un caso de fecundación in vitro. Esto es muy importante, porque esta práctica reproductiva está hoy socialmente muy aceptada, pero la Iglesia hace un juicio muy negativa sobre ella, y el juicio sobre la gestación subrogada no es separable del juicio sobre la fecundación in vitro.
¿En qué consiste la fecundación in vitro?
Muy aproximadamente es un proceso en el que una mujer es hormonada para que produzca una cantidad de óvulos maduros que son recolectados y guardados. También se recolecta un número de espermatozoides de un varón. Ambos gametos son unidos en un laboratorio para crear un embrión humano por medio de la biotecnología. Una vez formado el embrión se deja que se multiplique hasta que está compuesto de un número de células, de las cuales se extraerán algunas para hacer un estudio genético, una suerte de «control de calidad». Si en ese control de calidad se detecta algún tipo de anomalía, como una trisomía cromosómica o marcadores genéticos que se consideren indeseables, ese embrión humano será destruido. De los embriones que hayan sido considerados dignos de nacer se tomará un número y serán transferidos en el útero de la mujer, mientras el resto serán congelados para futuros intentos en caso de que el primero fracase. De los embriones transferidos pueden llegar a implantarse varios, pero como se trata de una procreación a la carta se suelen hacer abortos selectivos hasta quedarse con el número deseado de niños en gestación, generalmente uno.
La Iglesia, a la hora de juzgar moralmente esta práctica, distingue si el material genético que da origen al niño producido in vitro es de los que serán los padres o no. Si el material es de los padres se habla de una fecundación in vitro homóloga. Si, por el contrario, se recurre a la donación por parte de terceros, se habla de una fecundación in vitro heteróloga.
Por la naturaleza de la gestación subrogada, en todos los casos se da una fecundación in vitro heteróloga.
¿Qué dice la Iglesia sobre la fecundación in vitro?
La fecundación in vitro heteróloga es un tipo de fecundación artificial heteróloga. Sobre la fecundación artificial heteróloga, sea inseminación o fecundación in vitro, el juicio moral que presenta Donum Vitae es muy claro:
«La fecundación artificial heteróloga es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio. […]
Por tanto, es moralmente ilícita la fecundación de una mujer casada con el esperma de un donador distinto de su marido, así como la fecundación con el esperma del marido de un óvulo no procedente de su esposa. Es moralmente injustificable, además, la fecundación artificial de una mujer no casada, soltera o viuda, sea quien sea el donador.
El deseo de tener un hijo y el amor entre los esposos que aspiran a vencer la esterilidad no superable de otra manera, constituyen motivaciones comprensibles; pero las intenciones subjetivamente buenas no hacen que la fecundación artificial heteróloga sea conforme con las propiedades objetivas e inalienables del matrimonio, ni que sea respetuosa de los derechos de los hijos y de los esposos.»
Queda clara, por tanto, la condena de la fecundación in vitro heteróloga que está siempre en la base de la gestación subrogada. Esta consideración, además, se completa con la valoración de la fecundación in vitro homóloga, es decir, en la que la gestante recibe un embrión que es fruto de la fecundación de un óvulo suyo con un espermatozoide de su marido. La valoración también es negativa por las siguientes razones:
- Todos los procesos de fecundación in vitro, incluso aunque se anuncie lo contrario, conllevan la destrucción de embriones. En un proceso natural es normal que se pierdan embriones, pero en este procedimiento técnico los embriones son destruidos intencionalmente cuando no superan el control de calidad genético al que son sometidos. A veces se promete que en un procedimiento de este tipo no se destruirán embriones viables, pero se oculta que los embriones considerados inviables lo son por tener algún tipo de tara genética que, en niños concebidos de forma natural, no impediría el nacimiento y la vida del niño como, por ejemplo, el síndrome de Down. Ningún tecnólogo se arriesgaría a transferir un embrión con estas taras, porque podría ser considerado responsable del nacimiento de un niño con algún tipo de malformación. Y nadie encarga a un niño a un laboratorio para que nazca con defectos.
- Además de la destrucción de embriones, muchos otros hermanos del niño que llegara al final a nacer permanecerán congelados de forma indefinida. Los embriones son congelados son seres humanos de pleno derecho, por lo que mantenerlos en ese estado supone una afrenta a su dignidad inviolable. Su uso en la investigación médica es reprobable por las mismas razones ya enunciadas.
- Como ya se ha dicho, la dignidad del ser humano exige que su concepción sea realizada por medio de los actos propios de los esposos dentro de la institución del matrimonio. La fecundación in vitro deja esa concepción en manos del técnico que produce al niño por medio de un procedimiento que podría calificarse de «fabricación». El hecho de que el niño concebido sea sometido a un control de calidad que vincula al fabricante y el intercambio económico necesario para pagar los servicios contratados, hacen que este tipo de técnica adquiera las características de una transacción comercial, una auténtica compraventa de un ser humano. Este último juicio no lo emplea la Iglesia, pero me parece una conclusión lógica de lo dicho anteriormente.
Sobre la fecundación in vitro homóloga, la Iglesia enseña lo siguiente en Donum vitae:
«La FIVET (fecundación in vitro con transferencia de embriones) homóloga se realiza fuera del cuerpo de los cónyuges por medio de gestos de terceras personas, cuya competencia y actividad técnica determina el éxito de la intervención; confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es en sí contraria a la dignidad y a la igualdad que debe ser común a padres e hijos.
La concepción in vitro es el resultado de la acción técnica que antecede la fecundación; esta no es de hecho obtenida ni positivamente querida como la expresión y el fruto de un acto específico de la unión conyugal. En la FIVET homóloga, por eso, aun considerada en el contexto de las relaciones conyugales de hecho existentes, la generación de la persona humana queda objetivamente privada de su perfección propia: es decir, la de ser el término y el fruto de un acto conyugal, en el cual los esposos se hacen “cooperadores con Dios para donar la vida a una nueva persona".»
La procreación como dominio o como don
En este último texto se resalta un aspecto que tiene mucha importancia en el debate: la relación de dominio. Estas técnicas de reproducción se suelen justificar, incluso desde ámbitos católicos, como una forma de dar vida, algo que se considera siempre como bueno. Se trata de proporcionar a unos padres el justo deseo de la descendencia propia y la tecnología haría posible satisfacer este deseo. Dejando aparte el hecho de que un deseo justo no puede ser satisfecho por cualquier medio posible, sino que ese medio debe ser también justo, se puede ver una enorme diferencia entre el proceso natural de procreación y el proceso tecnológico de la fecundación in vitro en el hecho de que en el proceso natural la relación de los padres hacia el hijo concebido supone la recepción de un don gratuito, un regalo. En el caso de la producción técnica o fabricación en la que consiste la fecundación in vitro, se da una relación de dominio de los padres al hijo concebido, como se da ante algo que se ha adquirido por dinero.
Esto lo destaca muy elocuentemente C.S. Lewis en su famosa obra La abolición del hombre. El pretendido dominio del hombre sobre la naturaleza por medio de la técnica se acaba convirtiendo, en estas prácticas, en un dominio del hombre sobre el hombre de las siguientes generaciones.
Dando un paso más, una vez que se justifica el empleo de la técnica para producir seres humanos, nada puede impedir que se justifique el empleo de esa técnica para producir mejores seres humanos, es decir, seres fabricados a medida, según los deseos y exigencias de los padres compradores. Tampoco sería objetable, siguiendo los mismos razonamientos morales, una modificación esencial de la naturaleza humana, que se haría siempre con buenas intenciones, pero supondría que las generaciones sucesivas cayeran bajo el dominio y la voluntad de aquella generación, la nuestra, que habría decidido por su pura voluntad cómo han de ser las cosas.
¿Qué dice la Iglesia específicamente sobre la gestación subrogada?
Todas estas valoraciones morales entran en la consideración de la gestación subrogada, aunque queda ver qué dice exactamente la Iglesia sobre este modo de maternidad sustitutiva. Ante la pregunta de si es moralmente lícita la maternidad «sustitutiva», el documento Donum vitae contesta:
«No, por las mismas razones que llevan a rechazar la fecundación artificial heteróloga: es contraria, en efecto, a la unidad del matrimonio y a la dignidad de la procreación de la persona humana.
La maternidad sustitutiva representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno, de la fidelidad conyugal y de la maternidad responsable; ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por los propios padres; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físicos, psíquicos y morales que la constituyen.»
La Iglesia, por tanto, rechaza la gestación subrogada en sí misma y no solamente por el modo técnico como se lleva a cabo.
Hipótesis personal sobre la separabilidad de la FIVTE y la gestación subrogada
No obstante, creo que en este tema se puede hacer una precisión adicional.
En sí, la fecundación in vitro, que ya hemos dicho que es inaceptable moralmente, y la gestación subrogada son dos hechos distintos. Cuando en la actualidad se desvía la cuestión únicamente al hecho del contrato de una mujer para que geste al hijo de otras personas se pretende evitar muchas de las cuestiones ya explicadas y centrarse únicamente en la legitimidad de ese hecho, o de si se hace por motivos económicos o de forma puramente altruista. En la actualidad, por motivos técnicos, es del todo imposible que una gestación subrogada no tenga en la base una fecundación in vitro inmoral, pero podría imaginarse una situación técnica en el futuro en que se pudiera hablar de otra situación.
Aquí me muevo en el campo de la hipótesis. Se trataría de un niño concebido en el matrimonio de forma natural y gestado por la madre que, por un problema de tipo médico, tuviera que ser trasplantado al vientre de otra mujer. Esto hoy es técnicamente imposible, pero en caso de que lo fuera, me pregunto por las implicaciones morales del caso. Yo creo que, en ese caso, hablando de un peligro de vida o muerte, esa práctica podría ser legítima moralmente. Sin embargo, fuera de ese caso, el juicio de la Iglesia, que está suficientemente razonado, lleva a sostener que, aunque fuera posible una concepción natural y un trasplante del niño concebido a una madre distinta, tal práctica sería reprobable por vulnerar los derechos del niño.
El sentido de plantearse esta hipótesis es dejar claro que, aunque actualmente la gestación subrogada es claramente inmoral por su origen en la fecundación in vitro, si pudiera realizarse de otra forma la valoración seguiría siendo gravemente negativa sin importar si la gestación subrogada es altruista o se hace por dinero.
Argumentos en contra de la gestación subrogada que no son tan concluyentes
Desde el lado feminista recibimos muchos argumentos sobre la dignidad de la gestante que sería sometida a una situación de violencia al verse forzada a separarse del hijo que ha gestado. Estos argumentos merecen ser tenidos en consideración, pero tienen menor fuerza moral que la consideración de la dignidad del niño concebido por este medio. Las feministas caen claramente en una situación de contradicción cuando hablan de un derecho de la madre sobre su cuerpo para asesinar al niño que lleva en sus entrañas, pero niegan que una mujer pueda vender ese mismo cuerpo para gestar al niño de otra. Ambas cosas son igualmente reprobables. Las feministas tampoco rechazan las técnicas de reproducción asistida que sustituyen los actos naturales de los esposos, por lo que, aunque materialmente coincidimos en la oposición a estas prácticas, las razones y el fondo por las que lo hacemos no pueden ser más diferentes.
No parece necesario tampoco perder el tiempo en considerar el hecho de si las mujeres que se prestan para ser gestantes de hijos ajenos lo hacen libremente o por necesidades económicas. Es cierto que fácilmente se darán, y se dan, en estos temas situaciones de explotación. Pero la valoración moral del hecho no cambia por esta circunstancia, aunque sí pueda hacerlo la responsabilidad moral de la mujer.
La dignidad de los niños concebidos por gestación subrogada
Es necesario aclarar, por evitar cualquier duda, que la Iglesia defiende la radical dignidad del ser humano independientemente de como haya sido concebido. Es decir, precisamente por esa dignidad se insiste en que los niños sean concebidos en el matrimonio por medio de los actos naturales de los esposos, pero si esto no es así, eso no hace que los niños sean despreciados por su origen. Un niño, independientemente de cómo haya sido concebido, ha de ser amado y respetado en sus derechos, uno de los cuales, por cierto, es el de tener un padre y una madre unidos en amor estable, algo que se da en el matrimonio. Aquí la Iglesia sí es plenamente coherente, no como el mundo, que pretende, por ejemplo, que por el hecho de que un niño haya sido concebido en una violación o que no haya sido planificado exhaustivamente por sus padres y, por lo tanto, su concepción sea inesperada, ese niño sea privado del derecho a la vida y pueda ser asesinado impunemente. Hay que notar que algunos de los que apoyan la gestación subrogada se oponen al aborto, pero eso sería una incoherencia por la realidad de la fecundación in vitro, como ya hemos explicado.
¿Qué hacer, entonces, ante el caso de un niño concebido por medio de gestación subrogada? Ante todo se debe censurar cualquier discriminación o acoso. Se están dando ejemplos de niños que son acosados escolarmente por otros niños (obviamente movidos por sus padres por motivos ideológicos) que los llaman «bebés comprados». Esto es siempre reprobable.
La Iglesia acoge a estos niños y no les niega el bautismo, siempre que se cumpla la condición de una esperanza fundada de que serán educados en la fe católica. Por supuesto, esto no lleva a que la Iglesia oculte la maldad del procedimiento por el que estos niños han sido concebidos, pero, como se ha dicho, esta culpa no recae sobre los niños, sino sobre sus padres.
Por supuesto, la legislación debería penalizar estas prácticas, contrarias a la dignidad del ser humano. En España, por ejemplo, se consideran nulos los contratos de gestación subrogada, pero se permite plenamente la fecundación in vitro que, como hemos dicho, comparte la mayor parte de la valoración moral negativa.
El problema viene cuando estas prácticas se realizan en países donde no se protege la dignidad del ser humano (en este caso, como se acaba de decir, España sería un caso) y luego se pretende que se reconozcan los vínculos familiares en terceros países que no las permiten. Ahí el tema es mucho más complicado y ha de resolverse de manera prudencial. La clave será buscar siempre el bien del niño, por encima del deseo de los padres, teniendo en cuenta el derecho del niño a tener un padre y una madre unidos en una relación matrimonial, y que privar intencionadamente a un niño de esa situación siempre será injusto.
Se suele argüir que hay muchos niños que, por distintas circunstancias, carecen de un padre o de una madre en las condiciones antes dichas. La respuesta es que no es lo mismo una circunstancia fortuita (la muerte de uno de los padres) o una derivada de un problema matrimonial como el divorcio, al hecho de que, desde el origen, el niño se vea privado intencionalmente de ese derecho. Por tanto, la adopción de estos niños por parte de parejas homosexuales o de personas solteras debería regirse por la misma lógica que en el caso de cualquier otro niño, tema que se podría tratar en otra ocasión.
Conclusiones
He intentado esbozar en este artículo, necesariamente largo, la postura de la Iglesia en el tema tan controvertido de la gestación subrogada. Es cierto que he entremezclado algunas impresiones personales, pero creo que corresponden a lo enseñado por la Iglesia, especialmente en Donum vitae y en otros documentos sobre la moral de la vida. Consutar tales documentos es esencial para el que quiera tener un conocimiento más claro de lo que enseña la Iglesia.
Siempre advierto que se debe tener mucho cuidado cuando se entra en un debate sobre temas que son argumentables desde la razón natural, pero en los que el Magisterio de la Iglesia, desde la luz de la Revelación, ha dado indicaciones claras. Es importante siempre tener en cuenta qué principios acepta el adversario. Por ejemplo, si no acepta los presupuestos antropológicos que hemos señalado al inicio, el debate será totalmente contraproducente.
Los católicos, por otra parte, sí deberían aceptar tanto los presupuestos como la autoridad del Magisterio en materias morales. Lamentablemente es muy posible que por la presión de los medios de comunicación se hayan visto confundidos en sus posturas o caigan en esos argumentos que he señalado que no responden plenamente al planteamiento moral católico. A ellos espero que estas líneas les sirvan de algún provecho.
62 comentarios
Feliz Pascua de Resurrección!
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FJD: Hay muchos pecados muy extendidos. Sólo el aborto asesina a cientos de miles de niños al año. Supongo que a algunos les viene muy bien no tener conciencia.
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FJD:
De las cosas que ha escrito, patina totalmente en el 90% de ellas.
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FJD:
Eso es una bobada. María es la verdadera madre de Jesús; no se lo dio a otra familia para que lo criara.
En cuanto a la fecundación, María no fue inseminada con semilla de varón, sino que Dios la fecundó directamente. Hemos hablado de que en la fecundación artificial en general se introducen personas ajenas a la sociedad matrimonial que colabora con Dios. Aquí no, porque Dios siempre interviene en cualquier concepción humana.
Sus objeciones las veo mas como intentos de cuadrar la realidad con la teologia que verdaderos argumentos.
De todos modos, gracias por publicar y responder mi comentario.
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FJD:
Dios interviene en cualquier concepción humana. El que no interviene, salvo en la FIV es el técnico de laboratorio, que se entromete en el acto generativo de los esposos. Eso no sucede en absoluto en la Concepción Virginal de Cristo, así que, una vez más, su argumento no vale nada.
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FJD: Acierta en las cosas en las que su postura es igual a la postura de la Iglesia. Es fácil.
Sí veo más efectivo, para producir rechazo a la FIV, el argumento de la destrucción de embriones sobrantes. Ahí creo que sí podría aceptarse limitar la FIV o forzar la mejora de la técnica para evitar destrucción o congelación de embriones.
Gestación subrogada = vientres de alquiler.
Si alguien no sabe lo que es un vientre de alquiler, se lo cuento: Pagas una cantidad muy apetitosa de dinero a una muchacha que te alquila su vientre, que posiblemente necesite ese dinero porque vive en la miseria y así Vendiendo a su hijo o hijos se gana la vida.....Cualquiera que profundice un poco en la manera en que a esta jovencita la enseñan cómo ganarse la vida, entenderá que es una crueldad y una aberración y que gracias a la pobreza y miseria de estas jovencitas, algunas casi niñas,(si no en edad, en mentalidad) la gente poderosa y millonaria puede traspasar toda frontera y lograr una vez tras otra conseguir todo lo que se proponen, porque tienen a su Dios que todo se lo da, el Dios Dinero....No piensen en lo bonito de imaginarse un bebecito rodeado de juguetes.....piensen en esas niñas a las que se las ofrece salir adelante en la vida vendiendo su cuerpo....Yo si supiera algún día que fui comprada de esa manera, que mi madre me vendió, tendría un trauma.....Ave María!!! La maternidad es lo más maravilloso de la vida para toda mujer!!! Estamos desnaturalizados en nuestro modo de vivir y pensar, por eso veo que alquilar un vientre es una abominación demoníaca....Que Dios nos ampare!!!
Me permito hacerle un apunte, pues he estado involucrado en asuntos de bioética varios años.
En el libro "Ética de la Procreación" de Rhonheimer", se hace un anáilis meticuloso del tema. Se describe como, aunque técnicamente se consiguieran superar los problemas de eliminación de embriones de la FIV, seguiría estando mal la FIV, ya que lo que no se puede es tratar a los seres humanos como cosas. Usted lo argumenta desde "el dominio" , y desde la "cosificación" es otra perspectiva que creo contribuye a entender el problema.
El asunto de la sexualidad es de tal importancia, con ella tenemos la capacidad de dar vida a otros seres humanos, que cualquier acto que esté fuera de los realizados propios de los esposos dentro del matrimonio, será difícil de justificar éticamente si no es a favor del cuidado de ese ser humano ya concebido.
Por otra parte lo de "personas sin ningún otro pecado" ¿qué quiere decir? ¿que son justos? ¿que son santos? El Simpecado siempre ha sido Jesucristo e ignoraba que hubiera nadie más.
Ese es el problema que tienen ustedes muchas veces al querer interpretar literalmente la Biblia, que con cada "explicacion" que dan generan mas dudas de las que resuelven.
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FJD: Las explicaciones son para personas con una mínima capacidad de razonamiento. Normal que usted tenga dificultades.
“¿Es lícita la fecundación artificial de la mujer?”
El Santo Oficio respondió el 17 de marzo de 1897: “No es lícita” .
“Que no se olvide: sólo la procreación de una nueva vida según la voluntad y el plan del Creador lleva consigo hasta un grado admirable de perfección la realización de los fines perseguidos. Ella es a la vez conforme a la naturaleza corporal y espiritual y a la dignidad de los esposos, fiel al desarrollo normal y feliz del niño”.
El Papa precisó posteriormente:
“Reducir la cohabitación de los cónyuges y el acto conyugal a una pura función orgánica para la transmisión de los gametos, sería sólo convertir el hogar doméstico, santuario de la familia, en un simple laboratorio biológico. Por eso, en nuestra alocución del 29 de septiembre de 1949 al Congreso Internacional de los Médicos Católicos, excluimos formalmente del matrimonio la fecundación artificial. El acto conyugal, en su estructura natural, es una acción personal, una cooperación simultánea e inmediata de los cónyuges que, por la naturaleza misma de los agentes y la propiedad del acto, es la expresión del don recíproco que, según la palabra de la Escritura, efectúa la unión "en una carne sola". Esto es mucho más que la unión de dos gametos, que puede efectuarse también artificialmente, es decir, sin la acción natural de los cónyuges” .
“Pero la Iglesia ha descartado también la actitud opuesta, que pretende separar en la generación la actividad biológica de la relación personal de los cónyuges.
El niño es el fruto de la unión conyugal, cuando ella se manifiesta en plenitud, por el ejercicio de las funciones orgánicas, de las emociones sensibles que a ella van unidas, del amor espiritual y desinteresado que la anima; es, en la unidad de este acto humano, donde han de situarse las condiciones biológicas de la generación.
Jamás está permitido separar estos diversos aspectos, hasta el punto de excluir positivamente ya sea la intención procreadora o la relación conyugal.
La relación que une al padre y a la madre con su hijo se enraíza en el hecho orgánico, y más todavía en el acto deliberado de los esposos, por el que se entregan el uno al otro, voluntad de entrega que se desarrolla y encuentra su acabamiento verdadero en el ser que ellos ponen en el mundo.
De otra parte, sólo esta consagración de sí, generosa en su principio y ardua en su realización, por la aceptación consciente de las responsabilidades que ella comporta, puede garantizar que la obra de la educación de los hijos será promovida con todo el cuidado, la energía y la paciencia que ella exige.
Se puede, pues, afirmar que la fecundidad humana, al lado del aspecto físico, reviste aspectos morales esenciales que es necesario considerar también cuando se trata el problema desde un punto de vista médico.
[…] El medio por el cual se tiende a producir una vida toma una significación humana esencial, inseparable del fin que se persigue y susceptible, si no es conforme a la realidad de las cosas y a las leyes inscritas en la naturaleza de los seres, de causar un daño grave a este mismo fin” .
Pero creo que es muy conveniente citarlos directamente en la fuente.
Porque, con demasiada frecuencia, la cita exclusiva de los documentos más recientes abona un vicio hoy muy extendido entre los católicos: el presentismo o adanismo pos Vaticano II.
Y su nefasto corolario: lo que Juan Pablo II y Benedicto XVI pudieron hacer, Francisco puede deshacer.
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FJD: Se presupone la capacidad de buscar las fuentes. Lo importante es entender lo que dicen los documentos y por qué lo dicen, no presentar una colección de citas.
Con la guerra de Ucrania se ha visto las consecuencias de las "granjas" de vientres de alquiler en los países donde se permite. Miles de niños quedaron abandonados porque no "pasaron a recogerlos". Este país era como el Low Cost de esta práctica, costaban unos 60.000 dólares mientras en en EE.UU. y Canadá cuesta más el doble, miles de mujeres se ganaban así la vida. Ha ocurrido que tras el embarazo si el niño encargado tenía algún defecto ha sido rechazado, como quien va a comprar algo no quiere que sea defectuoso.
Una pareja australiana contrato a una tailandesa, quedó embarazada de mellizos y uno tenía síndrome down, los que hicieron el encargo se llevaron al sano y abandonaron al down...
bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2014/08/140802_ultnot_australia_bebe_down_wbm
Una consecuencia previsible es que haya quien tenga dinero suficiente, quiera tener un hijo y aunque pueda gestar no quiera pasar por las molestias físicas de un embarazo y "contrate" un vientre, hace el encargo y al cabo de 9 meses pasa a recogerlo. Y además crearlo a la carta, sin defectos y con unas características concretas...
Pues si bien respecto de esos embriones hubo, en su concepción u origen, ilícita fecundación in vitro, la realidad es que ahora existen, detenidos en su desarrollo, y no tienen otra forma de vivir y desarrollarse, al parecer, que en un útero. De modo que también aquí habría "peligro de vida o muerte". Por eso parece que podría plantearse también el implantarlos en un útero para que vivan y se desarrollen, sin que ello comporte por sí mismo la maldad moral de la fecundación in vitro que les dio origen.
Se trataría más bien, diría alguno, de una especie de "adopción prenatal" de un embrión ilícitamente concebido, como para que pueda vivir y desarrollarse (pues fuera de un útero no parece que pueda hacerlo). Sería asimismo una posible solución a algo que parece, fuera de ello, insoluble: qué hacer con esos embriones.
Por parte del embrión ya de hecho existente en un laboratorio, entonces, no parecería ello (el implantarlo en el útero de una mujer) ilícito al menos por el capítulo de la fecundación in vitro (siempre y cuando no se consienta en la fecundación in vitro que dio origen a dicho embrión, ya hecha): pues no se estarían "encargando" embriones, sino que se estaría tratando de salvar los que ya están "hechos" y al parecer condenados a morir en esa situación en la que están. Porque a la hora de juzgar moralmente si implantarlo es o no es inmoral, no parece relevante si dicho embrión fue concebido in vitro o naturalmente.
Pero así y todo parece que la Iglesia rechaza tal posibilidad como en sí misma inmoral, prescindiendo de si tal embrión fue concebido in vitro o naturalmente.
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FJD: Hasta donde yo sé, la Iglesia no ha rechazado la adopción prenatal. Yo estoy a favor. Si conoce alguna referencia donde se haya posicionado en contra, dígamelo, por favor.
No hay discrepancia sobre ello, ya que en su excelente artículo el autor cita profusamente Donum vitae (1987).
Mi modesta aportación se ciñe a llamar la atención sobre las fuentes más antiguas como la respuesta del Santo Oficio de 1897 y los discursos de Pío XII, por otra parte citados en Donum vitae.
Por las razones ya explicadas:
Porque, con demasiada frecuencia, la cita exclusiva de los documentos más recientes abona un vicio hoy muy extendido entre los católicos: el presentismo o adanismo pos Vaticano II.
Y su nefasto corolario: lo que Juan Pablo II y Benedicto XVI pudieron hacer, Francisco puede deshacer.
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FJD: Mi opinión es que hay que remitirse a los mismos criterios que para la adopción, pero tendría que pensar más. En el audio que se ha citado en otro comentario quizá Mons. Munilla habla de eso, aunque no he tenido tiempo de escucharlo todavía.
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FJD:
Yo creo que sí, pero someto mi juicio al juicio de la Iglesia.
El creer que no tenemos límites nos está llevando a callejones sin salida de los que nadie se hace responsable, siendo la responsabilidad la condición principal de cualquier ser humano sin la cual no merecemos que nos llamen ni siquiera animales racionales.
Parece que los pecados sexuales o reproductivos afectan solo al 6º Mandamiento, pero en realidad hay mucho más que eso como bien se está demostrando.
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FJD:
Proponer la anidación como momento de la infusión del alma no tiene sentido alguno. Yo me inclino a pensar en la infusión en el momento de la concepción. No obstante, moralmente es irrelevante. El aborto, incluso antes de la animación cuando se entendía que sucedía días después de la concepción, siempre se consideró pecado.
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FJD:
Que sea una cuestión abierta no quiere decir que se pueda responder diciendo simplezas. Si los medievales hablaban de animación retardada era porque el cuerpo debía proporcionarse al alma que lo iba a infundir. Un embrión en el instante anterior a implantarse y en el posterior está exactamente igual de proporcionado al alma. Tendría algo de lógica si, ignorando la biología moderna, uno estableciera la animación en el momento de la actividad cerebral o del latido fetal, pero la distinción pre y post implantación en este sentido no tiene fundamento alguno.
Si un embrión humano es un ser vivo de la especie humana, y lo es, filosóficamente no queda más remedio que tenga un alma humana. Si no, no sería vivo ni humano.
Cita Urbel:
"El medio por el cual se tiende a producir una vida toma una significación humana esencial, inseparable del fin que se persigue y susceptible, si no es conforme a la realidad de las cosas y a las leyes inscritas en la naturaleza de los seres, de causar un daño grave a este mismo fin”
"“¿Es lícita la fecundación artificial de la mujer?”
El Santo Oficio respondió el 17 de marzo de 1897: “No es lícita” ."
Se entiende entonces que la concepcion de un hijo deseado usando FIV y/o un vientre de alquiler, no es licita segun la Iglesia. En cambio un hijo no deseado fruto de una falta de planificacion, no emplear metodos anticonceptivos o que estos hayan fallado, o una violacion, si esta aceptado como algo bendecido por Dios, ya que se ha obtenido por el medio adecuado (relacion sexual entre hombre y mujer).
Por ese camino, se aceptaria una gestación subrogada, siempre que la fecundacion sea por "vias naturales", no FIV, lo que daria pie a aplaudir ,por parte de la Iglesia, situaciones como la que se da en la distopia de "El cuento de la criada".
Sera que, como dice el autor:
"Las explicaciones son para personas con una mínima capacidad de razonamiento."
Y yo no debo dentro de esa minima, aunque puedo estar por encima de ella ¿no?
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FJD: No. No se entiende eso, a no ser que el que lo entienda sea idiota (o se lo haga), en cuyo caso difícilmente puede ser católico.
Bastantes trolls tengo que aguantar en twitter como para aguantarlos también aquí. Absténgase de dejar más comentarios.
Hay otros casos (¿habrá que explicar porqué la violación no es un método válido?...), pero hablando de la gestación subrogada se va contra la naturaleza de los seres a propósito.
2. El santuario de la vida natural es el de la familia que nace del matrimonio sagrado en el tiempo de Iglesia.
3. Dios providente es quien da la vida y la quita. Ir contra el Espíritu Santo es pecado que no tiene Perdón.
4. Por el Pecado, en el hombre el pecado original, el orden natural de la Creación es alterado. Cristo lo reconcilia en la Cruz con su Preciosa Agua y Sangre, la Nueva Creación.
5. El hombre viejo puede tener hijos por adulterio, violación, esclavitud, fecundación in vitro, gestación subrogada, ... fruto del Pecado.
6. Dios lo permite, pero es pecado grave porque va contra su plan de Creación y Nueva Creación.
7. Dios respeta nuestra libertad, pero en el Juicio personal y final el espejo es el de la Verdad, no el del Pecado (mentira, mal y fealdad). Nosotros mismos reconoceremos lo que no hemos hecho en la Verdad que es Cristo, la Razón de nuestra esperanza, Revelada por Él, Hijo de Dios encarnado, fe racional que nos muestra el Camino a la Vida junto a Él. La fecundación in vitro, en su derivada el vientre de alquiler, no es Camino hacia la Vida.
Pero usted mismo aclara que la Iglesia la condena en sí misma, es decir, no sólo por estar implicada con la fecundación in vitro. Dice usted, en efecto:
“La Iglesia, por tanto, rechaza la gestación subrogada en sí misma y no solamente por el modo técnico como se lleva a cabo”. Y también dice: “el juicio de la Iglesia, que está suficientemente razonado, lleva a sostener que, aunque fuera posible una concepción natural y un trasplante del niño concebido a una madre distinta, tal práctica sería reprobable por vulnerar los derechos del niño”.
Pero también cabe notar que en la Donum vitae, cuando se la rechaza, se dice: “La maternidad sustitutiva representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno, de la fidelidad conyugal y de la maternidad responsable; ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por los propios padres; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físicos, psíquicos y morales que la constituyen”. Ocurre que si este argumento se toma al pie de la letra, entonces sería ilícita la misma adopción: pues la misma iría contra el derecho del hijo a ser educado por sus propios padres. Ahora bien, es claro que en tal caso de la adopción se subviene a una situación defectuosa, a saber: que el niño no puede, por alguna razón, ser educado por sus propios padres: y dado este supuesto, es lícita la adopción (aunque claro que objetivamente no es el ideal). Análogamente, usted vendría a decir, si no he entendido mal, que se podría aplicar lo mismo a los embriones abandonados en un refrigerador: podrían en principio ser “adoptados” por una madre, al implantárselos en su útero.
También parece que la definición de la “maternidad sustitutiva” de la Donum vitae, en nota al pie, es más amplia que lo que estamos diciendo e implica el desorden moral: ya sea por el “contrato de gestación” del embrión (como si se tratara de una mera mercancía) o por la fecundación in vitro (y heteróloga). De modo que su juicio moralmente negativo no se extendería necesariamente al mero gestar un embrión ya existente, como si se lo estuviera adoptando, mediante su implantación, antes de nacer. Entonces parece que la discusión todavía está abierta…
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FJD: No se haga trampas. La gestación subrogada es siempre inmoral. Yo he planteado una hipótesis hoy imposible técnicamente, para explicar que, incluso aunque fuera técnicamente posible evitar la FIV, la maternidad subrogada seguiría siendo inmoral.
19. En relación al gran número de embriones congelados ya existentes, se plantea la siguiente pregunta: ¿qué hacer con ellos? Algunos se interrogan al respecto ignorando el carácter ético de la cuestión, movidos únicamente por la necesidad de observar el precepto legal de vaciar cada cierto tiempo los depósitos de los centros de crioconservación, que después se volverán a llenar. Otros, en cambio, son conscientes de que se ha cometido una grave injusticia, y se interrogan sobre el modo de cumplir el deber de repararla.
Son claramente inaceptables las propuestas de utilizar tales embriones para la investigación o para usos terapéuticos, porque implica tratarlos como simple “material biológico” y comportan su destrucción. Tampoco es admisible la propuesta de descongelar estos embriones y, sin reactivarlos, utilizarlos para la investigación como si fueran simples cadáveres. [37]
También la propuesta de ponerlos a disposición de esposos estériles como “terapia” de infertilidad, no es éticamente aceptable por las mismas razones que hacen ilícita tanto la procreación artificial heteróloga como toda forma de maternidad subrogada [38] ; esta práctica implicaría además otros problemas de tipo médico, psicológico y jurídico.
Para dar la oportunidad de nacer a tantos seres humanos condenados a la destrucción, se ha planteado la idea de una “adopción prenatal”. Se trata de una propuesta basada en la loable intención de respetar y defender la vida humana que, sin embargo, presenta problemas éticos no diferentes de los ya mencionados.
En definitiva, es necesario constatar que los millares de embriones que se encuentran en estado de abandono determinan una situación de injusticia que es de hecho irreparable. Por ello Juan Pablo II dirigió «una llamada a la conciencia de los responsables del mundo científico, y de modo particular a los médicos para que se detenga la producción de embriones humanos, teniendo en cuenta que no se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones “congelados”, que son y siguen siendo siempre titulares de los derechos esenciales y que, por tanto, hay que tutelar jurídicamente como personas humanas».".
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FJD: Efectivamente. Presenta problemas éticos. Por eso digo que, aunque no estoy seguro, la Iglesia no se ha pronunciado de forma clara ni a favor ni en contra. Yo estoy en principio a favor, pero sólo como opinión.
Le puse el siguiente ejemplo: si una mujer "x" quiere dar a uno de esos tantos embriones congelados la posibilidad de desarrollarse naturalmente en su vientre y nacer de ella. Y me contestó que lo consideraba moralmente lícito, siempre sometiendo su juicio al de la Iglesia (y separado de la FIV).
Ahora bien, eso mismo que usted acepta se puede denominar "gestación subrogada", definida así por la RAE: "Embarazo en que una mujer gesta un embrión ajeno".
Pero luego dice usted que la Iglesia misma rechaza tal gestación como inmoral en sí misma (y no sólo por estar vinculada con la FIV).
Por eso le decía que no terminaba de entender del todo su planteo.
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FJD: La definición de gestación subrogada que he dado implica que el niño que se fabrica y se gesta se fabrica y se gesta por una relación contractual entre la gestante y la que luego criará el hijo como si fuera propio.
Una cosa es que la Instrucción no condene abiertamente la adopción de embriones, precisamente porque parte de la premisa de una intención buena o "loable" (tal como reconoce el propio texto) de la mujer o matrimonio adoptante: "respetar y defender la vida humana". Pero el hecho de que presente "problemas éticos no diferentes a los ya mencionados", lleva a la conclusión de que la situación de injusticia en que esos millares de embriones abandonados (que hoy serán millones, quizás) se encuentran es una situación "de hecho IRREPARABLE". Lo que confirmarían las palabras de san Juan Pablo II, cuando dice que "no se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones 'congelados'".
Aunque no se exprese así, diría que sobrevuela en toda la argumentación una posición congruente frente a la tesis del mal menor.
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FJD: El mal menor no se puede elegir nunca, porque no es lícito elegir el mal. Si el Magisterio se expresa así es, precisamente, porque la postura no está cerrada. Fíjese con qué claridad se expresa en los demás casos. Aquí no parece que haya solución, porque pesa mucho la relación con los otros casos que son inmorales, pero yo no lo tengo del todo claro y creo que, por la expresión, el Magisterio tampoco. No obstante, éste no es el tema de discusión.
Si no lo es, será de suyo moralmente lícita, y solamente se volvería ilícita por algo agregado, como la limosna se vuelve moralmente ilícita si se hace por vanagloria. Ahí estamos hablando de la intención. De hecho las circunstancias no hacen malo un acto de suyo bueno o indiferente, sino que solamente aumentan la bondad o maldad del acto. La intención buena no hace bueno al acto malo de suyo: el fin no justifica los medios.
Cuando la Iglesia dice que la maternidad sustitutiva
“… es contraria, en efecto, a la unidad del matrimonio y a la dignidad de la procreación de la persona humana. La maternidad sustitutiva representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno, de la fidelidad conyugal y de la maternidad responsable; ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por los propios padres; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físicos, psíquicos y morales que la constituyen.”
es claro que está hablando de la maternidad sustitutiva o gestación subrogada en sí misma considerada, y por tanto, está diciendo que es intrínsecamente mala. De hecho, no se hace ninguna referencia a alguna circunstancia o intención especial que haga mala a esa práctica.
Si eso es así, entonces, ningún fin bueno, ni siquiera el de salvar la vida del niño o de la madre, la puede justificar.
Por otra parte, no parece que las expresiones citadas de “Donum Vitae” puedan aplicarse a una conducta de suyo lícita o indiferente desde el punto de vista moral.
En esa misma línea dice el Catecismo que:
"2376 Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas."
Saludos cordiales.
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FJD: La situación hipotética que yo he puesto como ejemplo no responde a la definición de maternidad sustitutiva, porque no hay una relación contractual que dé origen a la gestación. Además, en el caso de trasplante, no sería un trasplante de embrión, sino de feto en gestación.
Ese punto del catecismo está en el marco de las familias con problemas de esterilidad. En el caso que he presentado, no sería por un problema de esterilidad, sino por un peligro que amenaza la vida del niño en gestación. Por ejemplo, el uso de un útero artificial para gestar un embrión es, según todas estas definiciones, inmoral. Pero si ese útero artificial fuera una especie de incubadora que permitiera la continuación de la gestación de un bebé que tiene peligro de nacer prematuro, pero que permitiera mantener el cordón umbilical conectado y el niño dentro de la placenta, no veo que eso supusiera una inmoralidad.
El único sentido de presentar esa posibilidad es, precisamente, indicar que la Iglesia considera inmoral la gestación subrogada aun cuando pudiera no tener de base la FIV.
Saludos cordiales.
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FJD: Pues se entiende por la misma razón por la que aplicar a una mujer embarazada un tratamiento peligroso para la vida del niño en gestación no es lícito salvo que dicho tratamiento sea necesario para salvar la vida de la madre. Es el principio de doble efecto.
Nadie ha dicho que la acción de trasplantar a un niño en gestación sea ilícita en sí misma, si esta acción es una acción médica necesaria y posible, el efecto no deseado de la disociación de la relación madre-hijo estaría justificado, como lo estaría la eventual muerte del niño en gestación en un tratamiento de embarazo ectópico (que, por cierto, se podría evitar precisamente si ese trasplante fuera posible).
Una vez más, la razón del argumento es mostrar que la gestación subrogada (como acción querida, no como efecto secundario) incluso separada de la FIV sería ilícita. Si esa parte está clara, que es lo que yo trato de defender en el escrito, es suficiente.
Para que un acto sea considerado moralmente bueno, no es suficiente que el fin último sea bueno; los fines intermedios deben serlo también. En todas estas cuestiones existe un criterio ético que no debemos perder de vista: la concepción y el mismo proceso de gestación no pueden disociarse del acto conyugal. Por este motivo, no es lícita la fecundación heteróloga ni, por supuesto, la artificial in vitro ni mucho menos la gestación subrogada, por suponer ésta una doble aberración. Por consiguiente, entiendo que tampoco lo sería la «adopción prenatal». Es cierto que los posibles padres adoptivos, en el caso de embriones congelados, no habrían contribuido directamente a la fecundación artificial del embrión, ni siquiera lo habrían solicitado ni financiado; el embrión ya está fecundado y congelado cuando éstos se deciden por una adopción prenatal. Ahora bien, el escabroso proceso artificial de fecundar, congelar, implantar y gestar debe considerarse en su totalidad y no de modo fragmentario. Entiendo, pues, que no puede decirse que los adoptantes estén libres de culpa en dicho proceso, pues terminan participando en el último acto de un proceso «intrinsece malum».
Por otra parte, me parece que el documento «Dignitas Personae» no puede interpretarse como si éste dejara la cuestión moralmente abierta y opinable... El documento dice claramente que no hay una salida moralmente lícita, pues la adopción prenatal presenta los mismos problemas éticos que, por ejemplo, la utilización de los embriones para investigación científica o para terapias de fertilidad. Lo único que intenta salvar el documento es la «loable intención» de la propuesta ética de la adopción prenatal; nada más. Traducido en otros términos: la idea teórica planteada tiene la buena intención de respetar y defender la vida humana; aunque la intención sea buena, no es suficiente. De hecho, el propio documento asume el pensamiento de Juan Pablo II, el cual es muy claro al respecto, y aquí debe incluirse la adopción prenatal, por supuesto: «no se vislumbra una salida moralmente lícita».
Por consiguiente, ante esta calamidad, los católicos sólo podemos hacer una cosa: luchar para que dejen de fecundarse artificialmente embriones humanos y congelarse.
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FJD: En cuanto a la argumentación, no estoy de acuerdo. Por ejemplo, usted dice "Ahora bien, el escabroso proceso artificial de fecundar, congelar, implantar y gestar debe considerarse en su totalidad y no de modo fragmentario"; yo creo, en cambio, que eso no es así si la voluntad que guía el proceso en las acciones de implantar y gestar no es la misma que la de las acciones de fecundar y congelar. Por tanto, creo que sí es lícito contemplar las acciones por separado.
Luego dice "no puede decirse que los adoptantes estén libres de culpa en dicho proceso, pues terminan participando en el último acto de un proceso «intrinsece malum»". El problema de implantar y gestar es la "completa disociación entre la procreación y el acto conyugal" (dignitas personae). Pero es que la procreación ya está realizada y el embrión, como reconoce el mismo documento, es un ser humano cuyos derechos han de ser respetados. Ya no es posible no disociar, porque el acto de fabricación de ese embrión no puede ya ser asociado al acto conyugal. No veo tan claro que la implantación de un embrión ya existente sea "intrinsece malum". Al menos no me lo parece que el documento lo diga, aunque puedo equivocarme.
En lo que dice el documento, puede tener razón y seguro que la tendrá, pero yo no puedo dejar de ver que la manera como se expresa el documento no es clara en absoluto. Decir que "se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones «congelados»" no parece una condena rotunda, al menos en el mismo sentido que se condenan rotundamente otras cosas en el mismo sentido. Además, se puede pensar perfectamente que, efectivamente, no hay una salida moralmente lícita para los miles de embriones congelados, es decir, para todos esos miles (que son millones), como si se buscara una salida que sirviera para todos en conjunto: eliminarlos o experimentar con ellos. La adopción prenatal no podría ser nunca una solución para todos, pero creo que es lícito defender que podría serlo para algunos, aunque los problemas éticos deben ser esclarecidos.
Por tanto, el juicio sobre la adopción prenatal no puede ser tampoco diferente del juicio que el documento ha dado sobre los procedimientos anteriores, que es claramente negativo.
El principio de doble efecto no admite una relación de medio a fin entre el efecto malo y el efecto bueno.
Por ejemplo:
“Así, por ejemplo, si alguien castra a un niño con el propósito de que conserve la dulzura de su voz, no podría apelar al principio del doble efecto para justificar su acción. Si el agente alegara que su acto produce dos efectos, a saber, primero, que el niño es privado de sus órganos genitales, y, segundo, que conserva la dulzura de su voz, de los cuales él intenta aquel y solo acepta este, se le replicaría que, aunque es verdad que su fin es el efecto bueno, también lo es que el efecto malo es precisamente el medio por el que busca conseguir el bueno.”
//www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34372008000300005#n79
Pero aquí se da esa relación: la extracción del niño del vientre de su madre y su implantación en el vientre de otra mujer es el medio para salvarle la vida.
Dicha extracción e implantación implican una disociación de la relación madre-hijo tanto respecto del niño como respecto de la mujer a la cual es trasplantado.
“aplicar a una mujer embarazada un tratamiento peligroso para la vida del niño en gestación no es lícito salvo que dicho tratamiento sea necesario para salvar la vida de la madre.”
Aquí no hay relación de medio a fin entre el efecto malo, que es el daño que el tratamiento en cuestión pueda hacer al hijo, y el bueno, que es el efecto positivo que ese tratamiento tenga sobre la madre.
Además, el efecto malo en el caso del principio de doble efecto no es un mal moral, como es la disociación de la que estamos hablando, sino un mal físico.
Saludos cordiales.
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FJD: No es así. La disociación se da como consecuencia del tratamiento. Por ejemplo, cuando se extrae un feto en un embarazo ectópico, condenándolo necesariamente a la muerte, ya se ha disociado la relación madre-hijo, y en ese caso sí se da el principio de doble efecto. Si fuera posible el trasplante, pasaría lo mismo. La implantación en otro útero (poniendo el caso de que fuera imposible que se hiciera en el de su madre) sería el tratamiento adecuado, que produciría dos efectos: uno querido, salvarle la vida; otro no querido, la disociación. La disociación no es el medio, sino la consecuencia de la reimplantación, que sería ciertamente un mal cuando no se diera cierta proporcionalidad, como lo sería aplicar un tratamiento que trae como consecuencia la muerte del niño en gestación cuando ese tratamiento no es necesario para salvar la vida de la madre.
"Risulta, dunque, evidente come l’unica vera soluzione sia la cessazione della produzione di embrioni".
Entonces, entiendo que la frase del documento "presenta problemas éticos no diferentes de los ya mencionados" debe entenderse como una reprobación de la adopción prenatal. De lo contrario, no se hablaría aquí de la cesación de la producción de embriones como la "única verdadera solución ".
Por otra parte, insisto en que no puede contemplarse el proceso (fecundación, congelación, implantación y gestación) de modo fragmentario... Uno de los fines de los que fecundan artificialmente es, entre otros, la posibilidad de la adopción prenatal; éste no es, pues, un fin accidental, sino substancial al proceso mismo. Las parejas que adoptan de este modo son bien conscientes de todo el proceso, y siéndolo participan en su último acto.
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FJD: Yo creo que una prohibición taxativa de algo no debería de tener que interpretarse. Tendría que ser clarísima.
Pero es que la explicación que da usted no me cuadra. Si dicen que el cese de la producción de embriones es la única solución verdadera, entonces no pueden estar refiriéndose a la situación de los ahora ya congelados, porque no se ve cómo el cese de la producción de embriones sea solución para los que ya han sido producidos. Sí se puede entender para el problema en su conjunto, porque la adopción prenatal no puede ser una justificación para que se sigan creando nuevos embriones.
Pero no veo que se pueda deducir la consideración de la adopción prenatal como algo intrínsecamente perverso, como lo sería si fuera un medio malo aunque el fin fuera bueno. Yo lo veo como algo con problemas éticos que hay que discutir.
Pero, como vengo insistiendo dado que no es el tema del artículo, es muy posible que me equivoque.
De modo que parece que cabría en principio la posibilidad de implantar tales embriones, disociando tal proceder (dado, hipotéticamente, por lícito) de las prácticas ilícitas de la fecundación in vitro y de la congelación, de modo que la ilicitud de las mismas (que están en el origen de tales embriones) no hiciera ilícita la misma «adopción prenatal». Y en este caso parece que más que con las vacunas: porque aquí se trata de los mismos embriones y no de un medio (vacuna) en orden a la salud humana.
De modo que si la «adopción prenatal» es ilícita, no parece que lo sea ni por la fecundación in vitro ni por la congelación de los embriones, prácticas ilícitas con las que va asociada actualmente sólo de hecho, y sin que tornen necesariamente ilícita la posterior implantación de esos embriones en un útero determinado («...quedando en pie el deber de expresar su desacuerdo...»).
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FJD: Estoy de acuerdo.
(Claro que es sólo una pregunta en orden a tratar de clarificar la cuestión. Obviamente que también me someto a lo que determine la Iglesia, y más bien me inclino por la ilicitud, pareciéndome que la Iglesia a ello se inclina. Pero ocurre que las razones dadas en orden a fundar la ilicitud no parecen tan claras).
A Federico Ma.: creo que conviene no mezclar ni confundir las cosas y no resolver «obscurum per obscurius». La comparación de la «adopción prenatal» con la «postnatal» no me parece oportuna, puesto que ambas realidades pertenecen a dos órdenes completamente distintos y sólo se asemejan en la terminología. Hay que circunscribir la argumentación al contexto bioético de la concepción, gestación y parto. Que se adopte, por ejemplo, a un niño de dos años (o un joven de 16), me parece que no tiene nada que ver con el tema que estamos tratando.
No pretendo empecinarme en querer tener razón o salirme con la mía, pero sigo pensando que la adopción prenatal sólo puede valorarse con justeza contemplándola necesariamente dentro del mismo proceso del cual forma parte: fecundación, congelación, implantación y gestación. Incluso, aunque de modo secundario, también debe tenerse obligatoriamente en cuenta que los adoptantes que eligen este método están, sin duda, favoreciendo directamente (y también económicamente) la producción de fecundaciones artificiales. Incluso la misma demanda de acceso a este método de «gestación forzosa» alenta a los Estados a legislar a favor de dichas fecundaciones y a subvencionarlas; mientras haya demanda, se seguirán realizando, y cada vez más, como es natural. Finalmente, no hay que olvidar que, para alcanzar un «éxito» en este tipo de gestación, muchos de esos embriones congelados terminan perdiéndose, porque el éxito en la implantación no se da casi nunca a la primera. Entonces, no me parece ético tampoco que, para obtener el éxito deseado con un embrión, se sacrifiquen otros embriones…
Aunque parezca duro lo que diré, pienso que lo más prudente, «rebus sic stantibus», sería reclamar, por una parte, que los embriones congelados existentes no se desechen y se mantengan perpetuamente en este estado de congelación, pues todas las alternativas las veo temerarias y con muchos problemas éticos. Y, por otra, reclamar que dejen de producirse dichos embriones, como dice «Dignitas Personae» y Juan Pablo II.
¿El objeto de colocar un feto en el vientre de otra mujer que no es su madre es un objeto indiferente?
No parece. Entonces, sólo queda que sea un objeto malo. Pero entonces, ahí no se puede aplicar el principio de doble efecto.
El objeto de la acción de extraer un feto aún inviable del vientre de su madre es extraer el feto aún inviable del vientre de su madre. De ahí se sigue necesariamente la muerte del feto, pero es una consecuencia, de modo que se aplica el principio de doble efecto.
Objeción: Lo malo de colocar al feto en el vientre de una mujer que no es su madre es precisamente la disociación de la relación madre-hijo, que es una consecuencia de esa colocación.
Respuesta: Es una consecuencia sólo lógicamente, físicamente hablando se identifica con el objeto mismo de la acción, porque esa disociación consiste precisamente en esa presencia del feto en el vientre de esa mujer.
En cambio, el feto inviable extraído del vientre de su madre podría de todos modos no morir, al menos por intervención divina sobrenatural, su muerte se distingue físicamente de la extracción misma. De lo contrario no sería un efecto, y no se podría tampoco aplicar el principio de doble efecto.
Saludos cordiales.
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FJD: Físicamente se identifica únicamente porque usted lo dice, salvo que precise usted en qué consiste esa disociación. Por ejemplo, si entiende usted disociación porque el niño sea gestado por una mujer que no es su madre biológica, la respuesta es facilísima: el niño ya ha salido del útero de su madre biológica, así que ya ha nacido. En el caso del trasplante estaría únicamente siendo nutrido por una mujer distinta, algo que nunca ha sido condenado.
En definitiva, mientras se hable de disociar, pero no se explique detalladamente qué se disocia y en qué sentido, estas cuestiones se acaban reduciendo a semántica.
Inversamente, tampoco se puede decir que lo hace la madre biológica con el hijo que lleva en su seno es simplemente "nutrirlo", a no ser que se hable, precisamente, de la nutrición gestante.
La semántica es importante, porque es justamente la relación de las palabras con la realidad, y por algo se elige un término en vez de otro.
En el caso del que es producido "in vitro" y luego es implantado en el vientre de una mujer, ése va a tener una sola gestación y un solo nacimiento, no de su madre biológica tampoco, al menos, no necesariamente.
Ése es el caso, entiendo, de la "adopción prenatal".
En todas esas cosas el único criterio posible es la naturaleza humana. Fuera de la necesidad de respetar la naturaleza humana, toda la moral sexual y de la trasmisión de la vida se convierte en un gran interrogante, en todo caso, en un cálculo de consecuencias positivas y negativas.
Según ese criterio natural, la mujer está embarazada de su propio hijo, porque está embarazada como consecuencia del acto sexual que dio origen a esa nueva vida.
La disociación de la relación madre - hijo no afecta solamente al hijo, sino también a la mujer, que lleva en su seno un ser humano que no es fruto de una relación que ella haya tenido con un hombre.
Saludos cordiales.
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FJD: Dado que no lo hace usted, ya lo hago yo. Disociar significa "separar algo de otra cosa a la que estaba unida". El acto de disociar puede entenderse: de la madre al hijo biológico o viceversa, o del acto matrimonial y la gestación, o de la maternidad genética y la gestación. La disociación de madre e hijo no es intrínsecamente mala, porque se da de forma normal en procesos de adopción voluntarios, que son recomendados ante la amenaza del aborto (a no ser que usted considere eso también inmoral). La disociación del acto matrimonial y la gestación es siempre inmoral aunque para tener esa categoría ha de ser voluntaria en quienes la realizan (los padres que se someten al proceso de FIV y los biotecnólogos). Ahora bien, una vez producida esa disociación a nadie en su sano juicio se le ocurre que el acto ya iniciado no deba continuar. Por ejemplo, a alguien arrepentido por haberse sometido a una FIV, habiendo comprendido después que es algo inmoral, no se le recomienda someterse a un aborto. En cuanto a la disociación entre maternidad genética y la gestación, no he encontrado una referencia clara en el magisterio. Se habla del "derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por los propios padres", pero es evidente que tal derecho es relativo, precisamente por lo que se ha dicho antes de la adopción.
Luego hay que diferenciar los dos casos (sin mezclarlos, porque son distintos).
- Caso del trasplante. En el momento en que el niño ha sido extraído por motivos médicos del cuerpo de su madre, ya ha sido disociado en el primer sentido. La disociación entre acto matrimonial y gestación no aplica, porque el niño ya estaba siendo gestado. La disociación entre maternidad genética y gestación en caso de la posibilidad de trasplante, que afectaría al derecho de ser gestado por la propia madre, ya hemos dicho que se aplica de forma relativa (como en el caso de la adopción), por lo que en peligro de muerte del niño no sería una ofensa a su dignidad.
- Caso de la "adopción prenatal". La disociación inmoral, que es la de la separación entre el acto matrimonial y la gestación ya se ha producido. La implantación de ese niño en el útero de su madre biológica o en el de otra madre que lo adopte no produce una disociación ulterior del mismo sentido. En el caso de una adopción, se aplica el caso anterior. La adopción prenatal no es una solución que justifique o resuelva la creación de nuevos embriones, pero no parece claro que disocie nada que no se pueda disociar en ese caso. En cuanto a la posible cooperación al mal, creo que en el caso de una adopción justa sería una cooperación remota que excluye la culpabilidad moral.
En realidad, Dios no “usó” el vientre de María: Ella, REALMENTE, concibió a Jesús, por Obra del Espíritu Santo. Por “Obra del Espíritu Santo”, significa que no fue por obra de varón, no significa que el Espíritu Santo suplantó o sustituyó al varón (a José), pues El es Dios y actuó como Dios, POR ENCIMA del hombre; así pues no hay que hablar tampoco de “adulterio”. NI VIENTRE DE ALQUILER NI ADULTERIO.
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FJD: Ya le he explicado el estatuto del embrión in vitro según lo entiendo yo. No sea pesado. ¿Es un individuo vivo de la especie humana? Sí; por lo tanto es persona.
Incluso siendo, como es, una cuestión abierta, la enseñanza de la Iglesia es clarísima: considérese lo que se considere, un embrión, esté o no implantado, merece el mismo respeto que un ser humano adulto. El derecho a la vida humana es desde la concepción hasta la muerte natural.
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FJD: Lo que usted plantea no tiene sentido. La Iglesia lo enseña con toda claridad. Lea los documentos citados y absténgase de insistir con el mismo tema una y otra vez. Último aviso.
Un embrión tiene la información genética de un ser humano nuevo y para desarrollarse hasta ser un adulto, en condiciones normales. Los espermatozoides y óvulos por sí mismos no tienen ninguna de las dos cosas.
Ya está todo dicho : ya sea un niño de una madre soltera ,que no sabe quién es el padre del niño ,o fruto de una fecundación in vitro ,o gestación subrogada. La dignidad del niño prevalece sobre todo lo demás. Lo importante y trascendente es que los padres,sean una pareja de homosexuales , heterosexuales , madre soltera , o abuela cuyo hijo ha fallecido ; se comprometan en educar al niño en la fe católica.
Si no es justo estigmatizar al niño inocente ; también debería serlo igualmente para los responsables de que éstos niños hayan venido de al mundo de una forma u otra. Si condenamos a los " padres " responsables de su existencia , crianza , y educación cristiana ; también estamos condenando a " sus hijos " para siempre.!!!
Enhorabuena a doña Ana Obregón y a su nieta.
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FJD: Su argumento es una auténtica porquería.
https://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/16-15/tmembr.html.
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FJD: Estoy de acuerdo con lo que dice ese artículo, sin ignorar las dificultades morales que ya se han señalado.
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