Con el mundo cómplices en el pecado
Quién presiona a los gobernantes y a la Iglesia para que descarten la Ley Natural y el Evangelio?
Existe una presión fortísima sobre los gobernantes para que introduzcan leyes contrarias a la Ley Natural y, por ende, que atentan contra la vida y la familia. Es la misma presión que ha sometido el entendimiento de una parte del clero y de los fieles católicos, quienes a la vez presionan a la Iglesia cuando pretenden que acepte el pecado sin pasar por el arrepentimiento y la enmienda.
“Pero, de qué presión se trata?”, más de uno se preguntará. Me explico.
La presión la ejerce una ideología, es decir, una estructura cerrada de pensamiento que ha llegado hasta el tuétano de la Iglesia sin que apenas nos hallamos dado cuenta.
Cómo reconocerla? Se reconoce en las consecuencias que arrojaría un cambio y/o actitud personal de los obispos y sacerdotes ante la doctrina.
Cuáles consecuencias? Las que algunos anticipamos leyendo los signos de los tiempos y la que todos veremos al dejar desprotegidos los sacramentos.
Es imperativo que se entienda que por no reconocer el pecado y dar cabida a la comunión a quienes no viven en castidad, sean divorciados o personas homosexuales, dejamos completamente vulnerables los sacramentos, sobre todo, el sacramento del matrimonio y con ello a la familia.
De qué manera? Si, por ejemplo, un sacerdote permite que comulgue una pareja de divorciados que no viven en castidad es porque, antes –al menos- debió confesarlos. Al actuar de ese modo ambos sacramentos quedan profanados. Un acto al margen de la doctrina los convierte en mero procedimiento debido a que les vacía de contenido. Se vuelven, nada más ni nada menos, que en el acto de un hombre colocado al margen de la doctrina.
La Redención, el sacramento del matrimonio y el mismo orden sacerdotal resultarán innecesarios, ya que, si no existe pecado, vano fue que muriera Cristo.
Se volverán innecesarios el sacramento de la Reconciliación, del Matrimonio, de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal.
Qué deviene de lo anterior? Deviene el que, cualesquiera dos o más personas podrían pedir dichos sacramentos sin que existan razones para oponernos debido a que -por ejemplo- las tres mujeres cuya unión civil se realizó en Brasil recientemente, podrían pedir el sacramento del matrimonio ya que, así como para el Estado no existe pecado tampoco existiría para la Iglesia, por lo que tampoco que existen razones para negar el resto de los sacramentos o para oponerse a la adopción o a que recurran a la FIV.
La dignidad de la vida humana desde la concepción quedará completamente vulnerable.
Es que ni siquiera muchos de los sacerdotes y obispos miden las consecuencias, es decir, que se exponen a ser considerados por el Estado como meros funcionarios públicos.
Por influencia de dicha ideología muchos dentro de la Iglesia se han inventado su propia noción de misericordia basada en los sentimientos tal como las personas homosexuales, las abortistas, etc. se han inventado que el Derecho regula sus deseos.
Los primeros reclaman Misericordia a la Iglesia y, los segundos reclaman al Estado unos supuestos “derechos” que imponen y que, a la vez, despojan de sus derechos a quienes piensan de manera diferente.
Llegados a este punto, nótese de qué manera, los católicos somos calificados de inmisericordes cuando denunciamos la presión ideológica y, nótese también que, cuando algunos católicos denuncian la presión que dicha ideología ejerce desde dentro de la Iglesia, para ellos el resultado es el mismo.
De esta circunstancia no me habría percatado de no tener años de ser activista provida en redes sociales ya que, cuando se trata de proteger la vida y la familia, se recibe la misma presión de parte de los promotores de la Cultura de la Muerte que de ciertos sacerdotes y fieles católicos.
Acaso, el que extremos (supuestamente) opuestos ejerzan el mismo tipo de presión no los convierte en cómplices?
Con esto solo pretendo dejar claro, una vez más, que el enemigo es uno y no está fuera de la Iglesia sino que está presente, en mayor o menor grado, en cada laico o ministro ordenado, sea cual sea la posición de autoridad que ocupe, mientras confunda Misericordia con la satisfacción de deseos o sentimientos.
A los católicos que no temen ver la realidad de frente los exhorto a mantenerse firmes en la fe sostenidos por la gracia que les dará paz, confianza, sostendrá en la Esperanza, mantendrá cerca de los sacramentos y de la oración.
Hagan su mejor esfuerzo para no perderla. Será lo único en lo que hallarán asidero.
A los católicos que, por enterarse de estas cosas tiemblan por temor a perder su fe les digo que, si encuentran que su fe es tan débil que no sirve para admitir que el pecado de la Iglesia es el pecado del mundo, para empezar pidan la gracia para reconocer su propio pecado ya que, una vez reconocido, no solo se comprende su gravedad, la de aquello a lo que nos enfrentamos sino también el sentido de la Misericordia.
Empiecen por ahí y verán que podrán, con la ayuda de Dios, hacerse cargo de su fe con toda responsabilidad.
Háganlo, porque, si bien en Occidente la presión sobre los cristianos ha tomado la forma de una ideología, en Oriente, la tiene en la figura del Estado Islámico.
Ellos están muriendo por mantenerse firmes en la fe.
Acaso no es lo mismo que se nos está pidiendo?