¿Cómo pasar la Navidad como María, José y el Niño?
¿Cómo pasar la Navidad como María, José y el Niño?
Pues, para empezar, no pagues los servicios de agua, luz, cable TV e internet.(jeje)
La Navidad tiene dos aspectos que nos entusiasman:
Uno, el hecho de celebrar la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios.
Dos, los recuerdos que nos esmeramos en conservar y provocar relacionados con la unión familiar, la generosidad, la solidaridad, el cariño y la ternura, así como con la alegría de gastar mucho dinero en grandes comilonas y regalos.
Desde niña, todas las Navidades, han integrado ambos aspectos; en la que se aproxima, solo el primero.
Respecto al hecho he reflexionado lo siguiente:
Desde hace unos días he estado muy atareada recogiendo la mayor cantidad de dinero para que mi Navidad alcanzara el mínimo decente y, de esa forma –según yo- “pasarla bien” (uno, que por nada pierde la perspectiva de las cosas).
Por más esfuerzo, solo he podido recoger lo que necesito para pagar los recibos por servicios públicos y un restito con el que, estoy segura, comeré feliz; lo que está bien, ya que –de lo contrario—pasaría sin fluido eléctrico, sin agua, sin internet y sin televisión hasta fin de mes.
Claro, sería lo ideal para pasarla como María, José y el Niño, aunque –sinceramente- no me atrevo ya que tengo inquilinos ante quienes debo cumplir con mi responsabilidad; sin embargo, si estuviera sola quizá probaría lo que sería pasar la Navidad a oscuras, con la mínima cantidad de alimentos, sin contacto humano y necesitando buscar leña y agua para suplir mis más básicas necesidades.
Ahora bien, ya que este año no puedo pasarla de ese modo, lo que haré será que para el 24 compraré un par de piñas de tamales y, para compartir haré rompope y unas galletas de las que hacía mamá para, ante el portal, comer y celebrar con quienes me visiten en la Nochebuena; dormiré temprano para estar fresquita para asistir el 25 a la misa que, como los ángeles cantaron el Gloria a los pastorcitos, lo harán los Heraldos del Evangelio en la parroquia de San Vicente de Moravia.
Será lo más cercano que haya vivido a la primera Navidad de la historia y a lo que muchos, con mayores carencias que yo, de hecho, vivirán durante estas fechas.
Que el Señor me ofrezca esta oportunidad es invaluable.
Como a mi Padre le estoy profundamente agradecida ya que, en lo poco que estoy siendo privada, descubro lo mucho en lo siempre he sido y estoy siendo regalada.
Él sabe cuánto necesito de sus cuidados por lo que debo reconocer que, ni un instante, ha dejado de ser infinitamente generoso y bueno conmigo.
Que la gracia me asista para que con mis pensamientos y acciones le honre.
Es el único regalo que espero para mi esta Navidad.
Será el mejor regalo del mundo.
NOTA: Ya sé que muchos son muy generosos, aunque, por nada del mundo a nadie se le ocurra ofrecerme lo que me hiciera pasar una Navidad diferente a la que el Señor ha planeado para mí. Estoy bien, feliz y contenta. En verdad lo estoy.
Que mi sencilla experiencia sirva de testimonio acerca del inexorable poder de la gracia.