“Si no consigues abrir el corazón, luego la cabeza no escucha”.
Mucho tiempo atrás, habiéndome planteado la promoción de la misa según la forma extraordinaria, quise abordar a sacerdotes conocidos para tocarles el tema pero la experiencia fue desastrosa. Lo fue por varias razones, entre ellas, que estuve enfadada por la desatención o desconocimiento del Motu Propio Summorum Pontíficum pero también por los abusos en la liturgia que se han vuelto cosa común.