Cuando Dios no basta
Un teólogo protestante, miembro de la resistencia contra el nazismo quien, por esa razón, murió ahorcado, dijo:
“La fe se vuelve barata cuando se ofrece como producto de consumo para satisfacer a las masas que buscan un mensaje acomodado a la realidad de sus deseos personales. Cuando se ofrece como espectáculo para un público que desea que se le endulcen los oídos y se le prometa estabilidad para su “Statu Quo” y cuando se promueve la identidad de ser hijo o hija de Dios como una garantía para reclamar las promesas materiales a cambio de una módica suma o transacción monetaria que algunos llaman: “La ley de la siembra y la cosecha”, o el “pacto con Dios.””
Yo dijo que la fe se abarata siempre que se la manipula.
Se la manipula cuando Dios no basta; es decir, cuando no basta el Evangelio, ni la Sagrada Tradición ni el Magisterio. Cuando ni siquiera basta María; lo que ya es mucho decir.
Manipulan la fe aquellos que abierta o solapadamente promueven reformas en la Iglesia al margen del Evangelio, aquellos que no admiten el Concilio Vaticano II ni tampoco al papa actual o a ninguno desde Trento; aquellos que recurren a profecías no autorizadas para explicarse lo descolocados que nos tiene el papa Francisco y, en general, el mundo.
Qué tienen en común?
Comparten el temor a la realidad que deriva de su desconfianza en Dios.
Dios no basta.
Huyen de la inseguridad y el sufrimiento que imprime la realidad a sus vidas; lo que sería, salvando la distancia, como si Jesús hubiese huido de Getsemaní para refugiarse en alguna secta; a la manera de un proscrito ya que los suyos, obviamente, no lo recibirían.
Como ven, el temor a la realidad deriva en separación de Dios y de la Iglesia para transformarnos en católicos sectarios que privilegian, por sobre la verdad primaria que es Cristo, verdades secundarias o terciarias en la forma de errores teológicos, interpretaciones doctrinales erróneas e, incluso, auténticas mentiras como serían profecías no autorizadas, etc.
Recuerden, el demonio cree en Dios pero no tiene Esperanza; es el mayor desesperado, el más trastornado de todos y, nos quiere igual debido a que está inconforme con la realidad.
El demonio quiere las cosas a su modo y no al modo de Dios. Desconfía y, en principio, lo hace debido a su falta de humildad y mansedumbre.
Para el demonio es irreversible esta condición; para nosotros no, todavía.
Tengo personas cercanas que han dado total adhesión a profecías no autorizadas.
Yo digo que, si dichas profecías no fueran una trampa, como almas piadosas que parecen ser, se hubiesen permitido ser movidas por la gracia para consultar con María (la verdadera, no la de las profecías; esa, solo les endulzará el óido) acerca de sus nuevas convicciones. Ella, con todo amor, les hubiese respondido y si se lo pidieran, les obtendría humildad, mansedumbre y confianza.
Me pregunto, cómo vivirían su fe (tantos y tantos que desconfían) si solo de Dios dependieran? Si su vida fuera un humilde y constante lanzarse al fracaso y al olvido, tal como Jesús? (Me atrevo a cuestionarles en este aspecto ya que, para empezar, fui la mayor desconfiada de todos). Que traten de imaginar cómo sería su vida afianzados solo en Dios. Perderían la fe?
7 comentarios
Es lo mismo que dice santo Tomás de Aquino:
«Hay que decir: En ellos hay dolor. El porqué de esto radica en que el dolor, en cuanto simple acto de la voluntad, no es otra cosa que una reacción contra lo que es y lo que no es. Pero es indudable que los demonios quisieran que muchas cosas que existen, no existieran. Así, por ejemplo, y por estar llenos de envidia, quisieran la condenación de los que se salvan». (STh I, q. 64, a. 3)
La fe me enseña que Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, instituyó en la roca de san Pedro su Iglesia cuando estuvo presente personalmente aquí en la tierra, y Él dijo con absoluta claridad que ni todos los poderes del infierno juntos podrán vencerla. Y si Él, que es la verdad, lo dijo, ¡LE CREO! El mismo que hizo del incrédulo Tomás en fervoroso creyente, quién ordenó al pan que se convierta en su cuerpo y al vino en su sangre, el que curó a los enfermos, dio vista a los ciegos y audición a los sordos, Él mismo sentenció que su Iglesia sería indestructible. Y si Él lo dice, es verdad absoluta, inmutable, inconmovible, total, universal, necesaria y ciertísima.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Nuestro Señor.
21 examinadlo todo y quedaos con lo bueno”. Sabemos que hay muchos falsos profetas, pero por ellos no podemos desecharlos a todos donde puede y seguramente habrá buenos. Entiendo muy bien lo que explica en su post, y estoy de acuerdo... no podemos ser sectarios, tenemos que ser de Cristo, ni de Apolo, ni de Pablo, ni de Francisco, ni de Benedicto... de Cristo! y siendo de Cristo soy hijo de la santa madre Iglesia!
Además, si estudia usted las profecías en su conjunto, verá que tienen un común denominador: anunciar la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Luego, las sagradas escrituras en su antiguo y nuevo testamento, nos muestra perfecta relación de las profecías de los tiempos finales con las de María. Así que puede usted estudiar todo o seguir justificando su falta de fe...
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