¡Vivir hasta en Egipto!, si fuera el caso.
Uno, ingenuamente, piensa que podría llegar el día en que el Señor, abruptamente, nos transforme de tal manera que no volveremos a pecar como antes o a no hacerlo del todo con pecado mortal pero nos engañamos ya que, por más fabulosos cambios que la gracia realiza en nosotros, por más espectaculares intervenciones divinas descubramos en nuestras vidas, por más maravillosos encuentros tengamos con el Señor en la Eucaristía, en los hermanos y en los sacramentos, llega el día en que ¡saz!, metemos la pata de manera descomunal.
Decepcionarse de uno mismo por un instante, incluso entristecerse, es tan natural como darnos cuenta que nada podemos sin ayuda de Dios y que, con cada fracaso asumido con inteligencia, el Señor nos favorece con un mayor grado de humildad que no viene del todo mal para continuar recibiendo, apreciando y agradeciendo Su auxilio.
Fíjense nada más que lo que pasó a María y José: ¡perdieron al Niño!.
¡Cielo bendito! En la multitud y quién sabe debido a cuál distracción, lo perdieron.
¡Perdieron el Tesoro bajo su custodia!
No tengan duda de que entre María y José ese día hubo cierta animosidad debido al gran susto que fue haberse dado cuenta de que, pese a Ella gozar a la plenitud de la Gracia y el, haber visto grandes maravillas, podían equivocarse de esa manera.
Es un hecho, hasta Josè y Marìa tuvieron sus meteduras de pata, cual frágiles tinajas de barro.
(Es que pensamos que ser santos no es cosa de humanos, cierto?)
Ahora bien, no sé si les sucede que –bajo la actual situación de la Iglesia- resultan ser ustedes de los pocos que están enterados ya que la mayoría sigue tan contenta como si nada estuviera pasando.
Sin embargo, a ustedes -muy diligentemente- les han venido entregando el gran tesoro que es elegir libremente realizar prácticas de piedad, la confesión y comunión frecuente, el rezo diario del rosario; los han enriquecido con algunos amigos y lecturas, con situaciones de prueba de las que los han sacado victoriosos. Con una familiaridad con Dios que ni ustedes mismos se explican.
Por lo mismo, han elegido comprometerse con los enfermos, los necesitados, las almas del purgatorio, etc., así como dedicarse a la construcciòn del bien comùn, a sus familias y trabajos tan concienzudamente como –de hecho- lo hace un hijo de Dios.
Así como aquél que, hallando la perla en el campo vendió todas sus posesiones, casi sin darse cuenta, han sido movidos a hacerse de un gran tesoro cuya existencia muchos ignoran.
Sin embargo, pese a tanta riqueza están aislados y hasta llegado a pensar que vivir su fe de ese modo podría ser su estado natural por causa de la situaciòn de la Iglesia pero, se equivocan; de ninguna manera el aislamiento es de cristianos.
“Pero, cómo sumarse a cualquier comunidad si –prácticamente- es poco lo que tenemos en común con la mayoría?”, se preguntarán.
Para todo observar, escuchar y meditar, como decía san Juan Pablo II, para todo.
Obsérvense a sí mismos y a los demás, escúchenlos, mediten al respecto.
Qué es esto si no permitir ser guiados por el Espíritu Santo?
Invóquenlo para todo y, sobre todo, arrójense en brazos de María y José quienes, perdieron al Niño, pero lo encontraron.
Permítanse ser hallados y sumados a la comunidad ya que, aunque somos frágiles tinajas de barro, cargamos un tesoro que muchos podrían necesitar. Y, quién sabe -por cosas que solo Dios sabe- quizá el tesoro de la mayoría sea la propia comunidad de la que estamos tan necesitados.
En custodia de un tesoro tan grande podremos vivir nuestra fe con quien fuere y donde fuere, hasta en Egipto, si fuera el caso.
14 comentarios
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Feri del Carpio-Marek:
Perdòn, yo no tengo mayor conocimiento del caso, podrìa ilustranos?
Adelantàdome, supongo que dirà que fue elecciòn del Niño separarse de sus padres pero, aunque asì fuera, la situaciòn para ellos fue de otro modo; para lo que pensaron y sintieron, lo habìan perdido.
Como dice el Evangelio, les faltó capacidad para comprender el misterio que había ocurrido en aquella pascua, pero no hubo metedura de pata, ni distracción, y obviamente que no hubo pecado, pues la Virgen María no cometió ningún pecado, ni siquiera venial, durante toda su vida, ese es dogma de fe. La misma afirmación sobre San José no es dogma de fe, pero me inclino a creerlo.
Para terminar, creo oportuno compartir unos comentarios de la "Catena Áurea", una recopilación de comentarios patrísticos por Santo Tomás de Aquino:
Griego, o Geómetra:
«[Jesús] Permanece oculto para que sus padres no le impidan disputar con los doctores de la ley. O tal vez para evitar que pareciese que menospreciaba a sus padres, si no obedecía sus mandatos. Se queda, en conclusión sin que nadie lo note, para que no se lo estorben y para no ser desobediente.»
Orígenes:
«Así como cuando le ponían asechanzas los judíos, se salió de en medio de ellos y ya no apareció, así es de creer que el niño Jesús se quedó ahora, y que sus padres no supieron en dónde se había quedado...
... Pero, ¿por qué lo buscaban? ¿Creían que había perecido o que se había perdido? ¡Lejos de nosotros tal presunción! ¿Podían temer, acaso, que se perdiese un niño que sabían era Dios? Pero así como nosotros al leer la Sagrada Escritura buscamos con dolor el sentido de ella, no porque creemos que las Escrituras vayan fuera de camino, o porque contengan algún error, sino porque deseamos encontrar la verdad intrínseca de ellas, así también buscaban ellos a Jesús, temiendo los dejase para volverse al cielo, y bajar otra vez cuando quisiera. Conviene, pues, que el que busca a Jesús no pase de una manera negligente y perezosa, como lo buscan muchos y no lo encuentran, sino con trabajo y con dolor.»
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Feri del Carpio Marek,
Comprendo.
Gracias por el aporte.
Sin embargo, el Niño no estuvo donde los padres suponìan debìa estar.
El caso es que ese no es el punto central de la conversaciòn sino el dejarse hallar.
Te agradezco nuevamente.
"Me gustó mucho Maricruz, pese al comentario de un usuario, yo creo que tu intención no fue indicar que haya un pecado en María o José, sino hacer referencia precisamente a ese desasosiego que habrán experimentado al no tenerlo con ellos. Como el que experimentamos cuando sabemos que hemos pecado y eso nos separa de Dios, y como María y José, volvemos con confianza a buscarlo, porque la fe nos indica que si primero se nos aparta, luego nos permite encontrarlo si verdaderamente le buscamos con paciencia y diligencia. Como habrán hecho Nuestra Señora y San José, ya que a pesar de todo, no me los imagino enloquecidos y desencajados buscando, sino con serena pero ferviente actividad, sin descansar más que lo estrictamente necesario y sin distracciones de otro tipo, solo abocados a encontrarlo... Es así como deberemos buscarlo nosotros"
Y, añado, màs que buscarlo: dejarse hallar ya que el Niño estaba donde debìa estar.
Me pareció interesante el comentario de Anita González.
''El Niño Jesús se quedó en Jerusalén, SIN SABERLO SUS PADRES'' (Lucas 2, 43)
''Hijo, ¿porqué nos has hecho esto? Tu padre y yo, ANGUSTIADOS ('Amarás el prójimo/próximo como a ti mismo'), te andábamos buscando'' (Lucas 2, 48)
''Bajó con ellos (con sus padres) a Nazaret y vivía SUJETO A ELLOS. JESÚS CRECÍA en SABIDURÍA, estatura y gracia...'' (Lucas 2, 51-52)
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Anònimo,
"Meter la pata" no es pecar.
Aunque no es el tema, con el permiso de Maricruz, comento que lo afirmado antes, en referencia a San José, ha gozado siempre de la aceptación de los teólogos y el Magisterio de la Iglesia nunca lo ha desaprobado. La forma en que los documentos del Magisterio se refieren normalmente a San José, llamándole incluso SANTISIMO, implícitamente permite atribuirle, al Glorioso Patriarca, esa y otras prerrogativas similares a las de María, como es el caso de la Asunción, por ejemplo. La Josefología es un campo que está en ciernes y espera su desarrollo, que se dará en el tiempo señalado por Dios.
“… porque entre la santísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro” (ENCÍCLICA QUAMQUAM PLURIES, LEÓN XIII, No. 3).
El asunto de las almas del purgatorio es menos satisfactorio porque se comunican mal y no hay mucho feedback.
Lo del rosario y demás, sin despreciarlo por supuesto, pero no me parece demasiado eficiente, le veo poco rendimiento.
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Hugo Z. Hackenbush,
"Satisfactorio?" y "poco rendimiento?"
¿Supongo que usted se lee antes de enviar sus comentarios?
1. adj. Que satisface o puede satisfacer:
solo una disculpa pública será satisfactoria para los perjudicados.
2. adj. Grato,próspero,propicio:
su actuación ha sido muy satisfactoria.
Rendimiento
1. sust. Proporción entre el producto o el resultado obtenido y los medios utilizados.
Por si fuera de su interés
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Hugo, como veo que es tan inteligente le hago la pregunta:
Quiere decir que usted se relaciona con las personas para obtener satisfacciòn u ora para obtener resultados?
No hay nada mejor que sentirse satisfecho con algo y los resultados son la consecuencia de nuestras acciones luego todo lo que hacemos o dejamos de hacer desemboca en resultados.
Estos pueden ser buenos o malos pero siempre son.
Y es que además como Dios es tan estupendo, entiendo que su voluntad siempre debe ser satisfactoria para el hombre y dar buenos resultados (por si tenía la tentación de decirme que lo que importa es la satisfacción de Dios.
Entre otras cosas porque Dios nos ama tanto que seguro que si estamos felices el también lo está.
Sentirse satisfecho no es la medida de todas las cosas porque la satisfacción puede venir por muy diversos caminos y no todos ellos son caminos del Señor.
Ya no comento nada sobre los actos, buenos o malos, que son. ¿Qué son? Efectivamente los efectos de la "Solución final" se convirtieron en actos que tambien fueron, lo mismo que cuando yo me comí un helado que también fue un acto. Suponiendo que los actos derivados de la "Solución final" y de mi deseo de tomar un helado produjeran la misma satisfacción a los nazis y a mi el resultado, según tú, sería la sonrisa bonachona de Dios. Me pregunto si repasas lo que escribes o dices lo primero que se te pasa por la cabeza.
Por lo que veo confundes la expresión "estar contento" con "ser feliz".
Yo no.
Y por muy sorprendente que le parezca, Dios ama a todas las personas, incluyendo a los envidiosos/as, los avariciosos/as, los perezosos/as, los golosos/as, los iracundos/as. los soberbios/as, y los lujuriosos/as.
Todos somos amados por Dios.
Incluidos esos nazis que produjeron el genocidio eufemísticamente denominado por ti "solución final".
El que un acto sea malo y moralmente reprobable no evita que Dios les ame también.
Se que eso no lo entendéis los que creéis en un Dios justiciero y vengativo; pero es que Dios es como es, no como vosotros querríais que fuera.
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Hugo:
El Amor no excluye la Justicia.
Recuerda Mt 20, 1-15
Especialmente el versículo 15 ("¿O es que te da envidia que yo sea bondadoso?")
No puede estar más claro
Y pienso yo, no mi cerebro.
P.d. Benedicto XVI siempre defendió la responsabilidad individual. Nadie se salvará en 'comandita' (en grupo). El juicio será Individual. Justicia Divina.
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