¡Sea a Dios toda la gloria por los buenos y santos sacerdotes!
Cinco horas nos hemos dejado gastar en la Vigilia Pascual. Cinco horas que pasaron volando.
Oh, si! La Vigilia Pascual no fue perfecta pero fue la más digna celebración que fuera realizada en mi parroquia más allá de la última década.
Sí, porque también las parroquias pasan por su Viernes Santo.
De hecho, muchas parroquias, son el modelo a escala de lo que en la Iglesia universal sucede cuando a la persona a quien Cristo ha delegado autoridad, pasa de largo de su responsabilidad hacia las almas.
Sin embargo, el Señor, tras habernos hecho probar las durísimas consecuencias, escuchó nuestra plegaria y ha enviado a un párroco que, por ejemplo, se sienta a confesar revestido con su estola durante algunas horas a la semana dentro del templo. No sentado en su oficina (mientras realiza otras tareas), no sin estola y no mediante cita previa sino como debe ser.
De tener un buen y santo sacerdote cuidando de nuestras almas es que, por ejemplo, Benjamín, acompañado de su esposa e hija, no se pierde celebración litúrgica; también asiste a diversos actos de piedad, ora en familia y en comunidad. Lo veo confesarse y hacer caridad.
Siempre se les ve en paz y sonriendo.
Ayer domingo le pregunté por qué asistía también a misa de Gloria si lo había hecho a la Vigilia Pascual y dijo que por no haberlas tenido tan bellas y al alcance de la mano por muchos años.
Si, no se puede negar, so pena de ser hereje, que la gracia posee el poder para suplir las graves carencias de un párroco; pero el caso es que, cuando tenemos buenos y santos sacerdotes, queda perfectamente en evidencia el profundo y expansivo efecto transformador de la gracia.
De tal manera que, no tiene la menor importancia que durante el proceso de reconstrucción de una parroquia los coros continúen eligiendo canciones infantiles para el momento de la Comunión cuando, lo verdaderamente importante, sucede en silencio en lo profundo de cada alma debido a la gracia que es derramada por la buena y digna administración de los sacramentos, a facilitar el crecimiento en la oración así como a ofrecer la frecuente recepción de la Eucaristía.
Sobre este aspecto centremos nuestra atención y no lo perdamos jamás de vista ya que, sin lugar a dudas, bajo el cuidado de un buen y santo sacerdote, continuaremos experimentando las consecuencias de haber hallado el sepulcro vacío tras el drama del Viernes Santo.
¡Sea a Dios toda la gloria por los buenos y santos sacerdotes!.
17 comentarios
Esto se debe a la pereza o a la ignorancia o a ambas.
!Cuanto los necesitamos!
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Gracias, Mercedes. Estoy bien. Solo estoy descansando.
:)
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