Acerca del uso del traje eclesiástico y del internet
“Cuando bajó del automóvil y aún cuando era de noche noté cuán dignamente llevaba la sotana".
Mi corazón daba saltos porque ante el sacerdote me sentí como en el Vaticano y, todos sabemos, lo que eso implica para la razón tanto como para las emociones.
La familia que lo hospedaba me invitó a pasar con ellos el día en la playa ya que estaba de vacaciones.
Con la misma dignidad que llevaba la sotana vistió su traje de baño no sin antes perdirnos permiso para cambiarse.
Su traje de baño consistía en una enorme y larguísima pantaloneta y, sobre su pecho, una holgadísima camiseta con las cuales nadó mar adentro, rezó todos los tiempos de la Liturgia de las Horas, almorzó y se asoleó, jugó con los niños, hizo su caminata, etc.
Tremenda lección de pudor y piedad fue aquella experiencia.
Por eso me ha alegrado conocer que nuestro Arzobispo, Monseñor José Rafael Quirós ha dado declaraciones al Eco Católico sobre la normativa respecto a vestir a diario el traje eclesiástico.
No es para menos debido a que, dentro de un contexto social que representa un gran desafío para la fe de los costarricenses, ha sido el Arzobispo quien ha venido dando la batalla por lo que, sería demostración de obediencia y fidelidad, el que los clérigos se revistieran con el traje ordenado por el canon 284.
No solo por lo anteriormente dicho, sino debido a que, ante el continuo embate que del mundo recibimos los laicos, será de gran apoyo espiritual y humano el empezar a reconocerlos en las calles cual ejército que batalla a nuestro lado y al lado de aquellos para quienes el mundo representa actualmente un medio adverso.
Los laicos hemos llegado a pensar que el haber abandonado el uso del traje eclesiástico habría estado relacionado con el que habíamos alcanzado un punto de reconocimiento y aceptación social como antes nunca visto provocando el que nos considerarámos los mayores protagonistas de la historia y que nuestro andar por el mundo fuera, hasta hace poco, de personajes victoriosos, inconfundibles e invencibles. !Cual espartanos¡
Sin embargo nunca debió haber llegado a ser de ese modo; nunca debimos haber perdido de vista nuestra dependencia de la Gracia.
No cabe duda que, desde aquél funesto 2010, nos dirigimos vertiginosamente hacia una situación en la que, por el mero hecho de ser cristianos, las más básicas libertades fundamentales de las que por derecho gozamos están siendo cuestionadas razón por la que es imperativo el que nos identifiquemos claramente dentro de la sociedad.
Podría alguno todavía argumentar que exagero hablando de esta forma pero se daría perfecta cuenta del error de su concepción si, al lado de usar su traje eclesiástico, cada clérigo se habituara al uso del internet.
Es inconcebible, dado el estado de nuestra sociedad, que al día de hoy existan sacerdotes y religiosos que prescindan de este medio de comunicación.
Me temo que ha quedado atrás el tiempo en que podíamos darnos el lujo de mantenernos al margen por lo que, sea que lo vean claro o no, lo consideren o no exageración, conozcan que los laicos vemos diáfano como el cristal el que –literalmente- nos han declarado la guerra debido a lo que, resultaría incomprensible que en el campo de batalla un teniente, sargento o soldado raso pretendiera prescindir del equipo de radio que lo mantiene comunicado con el alto mando y dentro de la frecuencia de radio del enemigo o, lo que sería un drama mayor, pretendiera arrancarse el uniforme para, finalmente, morir como civil.
Lo que no sería lo más honroso, digno ni esperado.
No teman ser identificados, queridos sacerdotes, no teman al clima ni a ninguna otra cosa ya que la gracia de su ministerio los acompaña y nosotros también.
Exhorto a los laicos a colaborar con sus párrocos para que aprendan el uso de la computadora y el internet, para que se habituen al uso de la sotana o, como mínimo, al cuello clerical y, por favor, recuerden pedirles pudor durante las vacaciones.
13 comentarios
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Carmen A.
Es el pudor del que tanto ha escrito el padre Iraburu.
¿No hay pues solución al pecado? Sí la hay; el arrepentimiento. Nadie que se enderece quedará sin la misericordia o el perdón de DIOS.
: )
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Pando, yo no lo he llamado pecado ni lo llamaría sino impudor. De ahí a que exista pecado será a la conciencia de cada uno.
Por favor lea estos artículos del padre Iraburu para evacuar cualquier duda al respecto.
Elogio del Pudor, J. M. Iraburu
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Bien, Pando, como dejé dicho en mi comentario anterior, recurra a los escritos del padre Iraburu. No se trata este post de juzgar al padre Mark ni a aquellos que no hayan recibido las enseñanzas del evangelio del pudor.
Soy más radical, pues creo que un clérigo, ni siquiera debe ir a la playa. Lo que se ve ahí es ocasión próxima de pecado.
En cuanto a lo publicado en el Eco Católico, lo leí y, lamentablemente lo que hace el Arzobispo es simplemente recordar la Normativa. No va más allá.
En cuanto al Obispo Presidente de la Conferencia Espiscopal, dice, en ese mismo medio, que, en esta materia, él es "flexible".
Cristo, María y José nos bendigan a todos.
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Vladimir, por qué no ir a la playa si es privada y es el único en los alrededores?
Lo que dice el padre Iraburu es que existen criterios de discernimiento. Sugiero aplicarlos.
En cuanto a lo demás, tiene razón, sin embargo se ha mencionado públicamente cosa que hasta hace poco no se hacía lo que para mi, que -por gracia- siempre veo el lado positivo de las cosas, es formidable.
(filosóficamente)...
El pudor es una virtud pública que oculta. Una vergüenza honesta. Va más lejos que la decencia (o más profundo) y depende menos de las conveniencias que de la delicadeza, menos de la sociedad que del individuo, menos de la educación recibida que de la moral. En cierto sentido, es el miedo a ser mal visto o mal mirado por los demás, no dejando de ser, al mismo tiempo, una superación del egoísmo; más por los buenos modales que por el derecho.
(Teológicamente)...
La gracia de Cristo mueve al recogimiento de los sentidos, por ejemplo, el de la vista, cuando sobreviene la tentación del impudor. Y lleva también a evitar la frecuentación de aquellos lugares en los que el pudor se ve agredido con tentaciones especialmente graves, como sucede en ciertas playas o espectáculos. Si el cristiano no se ejercita con la gracia de Cristo en la mortificación habitual de sus sentidos, será finalmente para él imposible evitar el pecado, y más imposible aún ir adelante en el camino de la santidad.
: )
Tiene razón, hay que mirar lo positivo; por algo se empieza.
Verdaderamente es de admirar que, a pesar de la permisividad de sus
superiores, son muchos los clérigos que siempre andan con su traje
eclesiástico. Y a estos hay que seguir estimulándolos para que perseveren en ese camino.
Bendiciones.
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Estimado "un sacerdote":
Piénselo bien, qué le podría molestar más, que mencione el pudor y la piedad del padre durante sus vacaciones o que usted conozca y mencione públicamente su apellido?
Y, no se preocupe, si alguna corrección necesito la recibiré del propio sacerdote.
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Es probable. Si.
Ya lo corregí.
Aunque no debió mencionar su apellido.
ÁMBITO PÚBLICO (uno se expone a las miradas de los demás) y ÁMBITO PRIVADO (uno no se expone, pero aún así -y como bien manifestó Baltasar Gracián en el pleno siglo XVII- ¡cuidado en tu soledad; los ladrillos oyen!)
Me sorprendió tanto esa expresión (¡del siglo 17!), que desde que la leí (hace ya varios años largos) jamás la he dejado de tener en cuenta.
; )
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Quiero mucho al padre y le estoy muy agradecida, lo suficiente como para doblegar mi orgullo. En todo caso a nadie mata el orgullo herido. Al contrario.
Gracias a usted.
Si JESÚS no vino al mundo para llamar (salvar) a los justos sino a los pecadores... ¿porqué el grueso de su predicación se dirige a los más pobres, a los más desamparados, a los más débiles? ¿Son éstos, quizás (¿debido a las estructuras sociales que los oprimen?), los más pecadores?
Aunque no me conteste, gracias por permitirme reflejar por escrito algunos de mis más sencillos pensamientos.
Y no tarde mucho en volver a escribir. La pata (que no la garra) la metemos todos. Ánimo.
: )
Para evitar problemas, prefiero que se eliminen mis comentarios.
Mi intención no era ofender a nadie (mucho menos al sacerdote).
Como no sé cuáles son las circunstancias, prefiero que se eliminen mis comentarios, como un consejo que recibí.
Ave María Purísima
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Sebastián,
No ofendes, nada más quedas como un sabelotodo. Eso tiene remedio y ya has dado el primer paso para remediarlo atendiendo el consejo que te dieron.
Cumplí con tu solicitud.
Saludos,
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