Ups! Qué gozada!
Ups! Qué gozada! En temas candentes no hago más que abrir la boca y provoco tremendos alborotos como el de ayer. Lo siento.
Pues bien, he reflexionado sobre el tema del castigo divino así como sobre las reacciones que provoca y he dado con que los comentaristas exponen dos diferentes maneras de concebirse ante Dios.
Lo razonable sería que, ante tu Creador y Padre, te concibas como un hijo con clara conciencia de estar en deuda, sin embargo, puede perfectamente suceder que te concibas como un hijo que no ha recibido lo merece.
En el primer caso, tenderías a ser un hijo dócil y confiado; en el segundo, tenderías a lo contrario.
Debo reconocer que con la forma en que ayer expresé mis ideas provoqué confusión.
En unos la provoqué debido a que lo que dije no tenía mayor fundamento; en otros, fue provocada debido a que demuestran no estar muy convencidos del castigo divino.
Ahora bien, deseo exponer de nuevo mis ideas de manera sencilla ya que, de todas formas, así soy yo. Digo lo siguiente:
Considero que mis enfermedades no son un castigo (aunque bien podrían serlo), sin embargo, he llegado a convicción personal en cuanto a que el Señor se sirve ellas:
a. Con el propósito de que me una a Cristo en su sufrimiento redentor.
b. Con el propósito de regresarme al orden.
Se me indicó que no existe forma de saber que Dios castiga si no es por una especial revelación, cuestión con la que estoy de acuerdo.
No obstante, me atrevo humildemente a manifestar que poseo certeza moral sobre que, lo que está fuera de mi control, bien podría ser reprimenda para regresarme al orden.
Dicho de otra manera, estoy convencida de que estoy pasando por un período de corrección.
Lo deduzco por los signos y señales tal como deduzco que estoy en gracia aunque, cosa muy importante de mencionar, ni de estar en gracia o de estar en período de corrección puedo obtener certeza objetiva.
Me parece razonable haber llegado a esta convicción tanto por la forma en que me concibo ante Dios como por el discernimiento de signos y señales pero, además, por los frutos que la gracia ha producido en mí y en quienes entran en contacto conmigo.
Por esta razón es que expuse que no tengo problema en ser reprendida ya que, principalmente como hija Suya, me reconozco absoluta e incondicionalmente amada.
Ahora bien, aunque lo anterior es un hecho así como firme convicción, también es un hecho y convicción que mi juicio sobre lo que constituye un castigo divino en mi vida sea totalmente equivocado.
Razón por la que estoy abierta a que la Iglesia me corrija.
Estoy clara en que “No nos empecinaremos ni obcecaremos como hacen los impíos, jeje” tal como ha dicho un amigo con el que acostumbro reírme mucho.
En otras palabras, por la forma en que me concibo ante Dios como Padre estoy abierta a que lo que enseña mi madre, la Iglesia, tenga sobre mí la última palabra.
En esto me declaro una hija dócil y confiada.
Reflexionando en mi propia actitud es que di con que la dificultad en aceptar la enseñanza de la Iglesia en relación al castigo divino tiene su origen en la concepción que de sí mismos tienen ante Dios.
De ahí que unos dejemos abierta la probabilidad de estar equivocados mientras que otros la dejan abierta a que Dios lo esté.
Ups! Qué gozada!
3 comentarios
Le digo algo que no siempre se tiene en cuenta cuando se debaten temas candentes: todos debemos dejar siempre abierta una posibilidad, la de dejarnos sorprender por El. Y vaya sorpresa que nos dará uno de estos días.
Que la Virgen la siga protegiendo.
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Te proteja también, Inés. Un abrazo,
Si castiga! y Cómo!
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jeje, o sea, quiere decir si te hace nacer en cuna de oro, saludable, bajo el cuidado de un magnífico sistema de salud y te da la inmortalidad, es porque Dios te está premiando?
Vaya cosas se te ocurren!
Si no sabré yo de castigos divinos... Ah, felicitaciones por la victoria de Costa Rica.
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