Que no pase un día sin que cambie tu corazón, mujer!
Hambre, definitivamente, están pasando las familias cuyos progenitores laboran en el sector agrícola; de ello me entero por vivir en el campo y por haber sido propietaria de un proyecto agrícola: los trabajadores agrícolas y sus familias pasan hambre.
La atención del sector agrícola deberá ser prioritario para los legisladores tal como lo ha planteado la Conferencia Episcopal pero también el sector servicios ya que, por madres solteras que laboran como servidoras domésticas,me entero de que en muchos casos no gozan siquiera del salario mínimo pero también de las mil artimañas a las que recurren sus patronas para evadir pagar el seguro social o las prestaciones de ley cuando las despiden.
Si, un país católico, pero de palabra porque un verdadero católico si necesita una servidora doméstica deberá tratarla como a miembro de su familia; lo que, ni de lejos sucede, particularmente, si dichas servidoras son inmigrantes nicaragüenses sobre quienes he visto recaen las mayores injusticias.
Si, los ticos hemos entrado sin apenas habernos enterado en la crisis financiera mundial pero nos engañamos al pretender conservar cierta calidad de vida a costa de las angustias y necesidades que hacemos pasar a quienes dependen de nosotros.
De las primeras medidas que un católico deberá tomar es el reconocer la urgencia de vivir con austeridad, particularmente las mujeres ya que somos quienes -por lo regular- administramos el salario de nuestros maridos y/o el propio salario:
• Economizar en el consumo del agua, la luz, teléfono, cable e internet.
• Recurrir a los establecimientos que ofrecen los alimentos a precios razonables.
o Preparar menús semanales y ajustarse a ellos.
o No preparar sino la cantidad de alimentos que consumirá la familia y si sobraran empacarlos y enviarlos directamente a quien podría necesitarlos. Esto vale para frutas y verduras que podrían perderse si no se consumen.
o En mi caso, que vivo en un lugar donde puedo cultivar y en el que de hecho tengo frutas y verduras que se reproducen naturalmente: tomarse el tiempo de cosecharlas, empacarlas y enviarlas a los más necesitados.
• Evitar comprar comida preparada y reducir las salidas a comer fuera. Traer empacado lo que sobra para dárselo a quien podría tener hambre.
• Organizarse para el uso de los automóviles de la casa así como utilizar el autobús o caminar si fuese necesario.
• Menos visitas al salón de belleza y reducir la cantidad de productos cosméticos que se consumen, así como ropa, zapatos, accesorios, etc.
• Menos actividades sociales.
De este modo, cada una de nosotras podrá pensar en otras mil formas con las que, como mujeres católicas, colaboraremos para reducir el hambre en nuestro país ya que ahorraremos lo suficiente como para poder pagar el seguro social y el salario justo a nuestra servidora doméstica con el que podrá alimentar mejor a sus hijos, ir al médico o llevar a sus niños cuando lo necesiten.
Cielos! Que no pase un día sin que cambie tu corazón, mujer!
Pídeselo al cielo!
Este llamado es para toda mujer católica que me lea.
4 comentarios
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Juvenal, no lo había tomado en cuenta. En mi país, cualquiera que gana de $800 dólares en adelante paga servidora doméstica. Sobre todo madres solteras profesionales que de no pagarla no podrían ir a trabajar.
Muchísimos tienen servidoras trabajando al menos por horas.
En México, en el rumbo donde vivo, semi-rural, una señora que trabaje para un hogar, gana unos 27 dólares diarios, por 8 horas de servicio, dentro de las cuales se incluyen desayuno-almuerzo y comida, costeados por la patrona.
Cabe mencionar que abundan las señoras flojas, mañosas, rateras, etc. No es fácil encontrar una mujer responsable.
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