Orgullo y prejuicios en tiempo de crisis
Algo de lo que había pensado hablar pero no lo había hecho debido a que todavía no tenía muy claro lo que diría es sobre el papel del orgullo y los prejuicios en tiempo de crisis.
Como saben, hablo desde mi experiencia por lo que, para contextualizar, diré antes que nada que durante la última década a pesar de trabajar para mi padre y en actividades productivas familiares y propias, mis mayores gastos fueron cubiertos durante todo este tiempo por mi padre
El caso es que tras su fallecimiento me encuentro sin ingresos y buscando la forma de generar lo necesario para mi manutención.
Me figuro que muchas personas se encuentran en mi situación por diversas razones y en diferentes lugares del mundo por lo que me parece que podría convenirnos que se dijeran unas palabras al respecto.
Viéndose uno en necesidad de trabajar sucede que el orgullo pone obstáculos no solo en cuanto a buscar un trabajo digno sino que lo que consideramos “digno” se convierte en obstáculo ya que no hay muchas ofertas de empleo por lo que tendría uno que trabajar en cualquier cosa y eso es algo que a muchos les causa problema. No solo porque preocupa “el qué dirán” sino porque, sencillamente, algunos trabajos son definitivamente indignos
Por otro lado, está el que también se pierde la dignidad por lo que algunos terminan pidiendo dineros prestados que no van a poder pagar. Eso implica que tendrían que haber mentido y que tendrán que seguir haciéndolo.
Es fácil meterse en estos problemas debido, principalmente, a la dificultad que experimentamos de creer en las promesa del Señor cuando bien ha dicho infinidad de veces que nos cuida como a la niña de sus ojos.
Luego está, el que por orgullo no se pide ayuda a parientes, amigos y conocidos pero también el que dichos parientes, amigos y conocidos, sabiendo o sospechando que la estás pasando mal no dan el paso necesario para donarse debido a sus prejuicios que son del tipo: - “Como es posible que alguien en su posición no haya sabido administrar bien su dinero?”. Cosas así que nos impiden seguir a Cristo en su ejemplo de donación total.
He estado en ambas posiciones: entre los que han dado ayuda y entre los que la requieren. Entre los que dudan de las promesas del Señor y entre los que confían en ellas por lo que tengo claro que el orgullo en tiempo de crisis para quien requiera auxilio de su prójimo es algo difícil no solo de detectar sino de aprender a desechar sin contemplaciones.
No así la dignidad. Esa debe salir incólume. Preservarla a toda costa. Eso sí, una dignidad bien comprendida.
Los prejuicios en tiempo de crisis, por otro lado, son también algo tremendamente difícil de hacer desaparecer ya que muchas veces construimos criterio a base de ellos por lo que la caridad y el tratar a otros con dignidad se nos hacen cuesta arriba.
Uno quisiera que el mundo fuera perfecto y eso es solo porque en nosotros Dios ha puesto debilidad por Su persona; sin embargo, el mundo no es perfecto y cada día más entra en las profundidades de una crisis que algunos pronostican terminará en desastre.
Mientras, estamos en el medio de oscuridades que se disfrazan de luz y a tientas seguimos por ese camino cuando lo que tendríamos que hacer, de haber elegido la luz de la fe, es haber comprendido que todo esto sirve para mayor gloria de Dios y nuestra santificación.
Tengamos claro esto: el orgullo y los prejuicios son aspectos irracionales del ser humano por lo que siendo razonables con el sustento que da la fe podremos ayudar al prójimo y nosotros mismos sobrellevar más dignamente esta grave situación.
13 comentarios
No hay trabajo indigno aunque algunos se aprovechan de sus semejantes contratándolos por menos sueldo del legal o que ponen en peligro su seguridad o salud, cosas así. Eso convierte en indigno cualquier trabajo.
La verdadera dignidad no está en el trabajo (que es una necesidad y, por tanto, impuesto)... sino en el ocio (que es elegido).
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Eso tiene un nombre: ser un cara dura, Anónimo.
Mi impresión es que usted ha vivido como una privilegiada, no ha sabido administrar lo que tenía y ahora le cuesta aterrizar en el mundo real. Perdóneme de nuevo si me equivoco, pero le aseguro que así es como suena su artículo. Mire, si no tiene suficiente para vivir, no pierda más el tiempo y búsquese un trabajo. Verá cómo desaparecen todas esas cuitas que más bien parecen provocadas por el ocio.
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"Desconozco totalmente sus circunstancias económicas y familiares..."
Pues, si las desconoce, Ramontxu.
Qué bicho le pico? Está usted sin trabajo como yo?
Y no me vuelva a llamar cara dura… por favor.
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De acuerdo.
;)
En los demás, como dice Maricruz, no es el trabajo lo indigno sino las condiciones. Y esos abundan más. Prácticamente todos los empleos hoy día están sujetos a más de una indignidad. Desde los que no permiten el disfrute del tiempo con la familia, hasta los que regulan con cronómetro las idas al baño, sin faltar los que someten al empleado a poco menos que esclavitud a cambio de un sueldo insuficiente.
Es allí donde un cristiano debe pensar que su dignidad (como sacerdote, profeta y rey) no se la da el tamaño del escritorio sino su filiación divina. Tan hijo de Dios es el gerente como el conserje, el obispo como la prostituta. Y a todos el Señor nos pide lo mismo: Desde allí, no importando cual sea la profundidad de nuestra miseria, construir el Reino de Dios.
¿Trabajar? ¡Claro que es necesario!... ¿pero quién lo haría gratuitamente?
No, no es un valor en sí mismo, por eso tiene un precio.
¿Para amar preguntas cuánto cuesta?
¿Para ser generoso, justo y libre… te tienen que pagar?
Lo siento, pero un valor es lo que no se vende… ¿cómo podría tener un precio?
¿Cómo se le puede ocurrir a alguien decir que su dignidad depende de su trabajo?
En cualquier caso, no nos olvidemos que en la Biblia el trabajo es un castigo.
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El trabajo que se realice puede ser insultante, vejatorio, humillante, delictivo, dañoso, etcétera... pero el operario que lo realiza no es por ello más o menos digno o más o menos indigno.
La dignidad de una persona no depende del trabajo que realice.
¡Apañados iríamos los peones!
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Según la Biblia el trabajo no es un castigo.
El castigo es el sudor de la frente, el cansancio, el tener que sobreponerse.
Según la Biblia el hombre fue puesto en el mundo para trabajar, cuidar de la creación, crecer como personas y, oh escándalo, para multiplicarse y henchir la tierra.
El trabajo dignifica, como el sacrificio por los demás dignifica, la generosidad dignifica, el esfuerzo por saber más dignifica.
El hecho de que el trabajo sea retribuido o no, no le da mayor dignidad. Hacer las camas o educar a los hijos también es trabajo. Cuidar los padres también es trabajo, estudiar también es trabajo.
Eso nos puede pasar a cualquiera de nosotros y no por eso somos ni tontos ni manirrotos.
Encuanto a lo de si un trabajo es digno o no , eso lo tendran que valorar los que tengan que elejirlo y los demas no somos quien para judgar a nadie .
Maricruz , si te puedo ayudar en algo , dime como puedo hacerlo.
Un abrazo Maria Isabel
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María Isabel,
Gracias por inocular sensatez.
A veces me hacen sentir que digo demasiadas tonterías por las reacciones que provoco en algunos.
Gracias por tu oferta. Te lo haré saber.
Mil abrazos,
Uno de los trabajos que me merece el mayor de los respetos, es el mantenimiento de baños públicos, en lugares de alto tránsito.
La eficiencia y dedicación de los funcionarios de limpieza, nos evita a todos sentirnos indignos al utilizar esos baños.
Es de desear que se les retribuya dignamente, por sus patrones.
Ahora bien, hay trabajadores que por orgullo rechazan un trabajo que prejuiciosamente ven indigno por más bien que les paguen.
Otros trabajadores, ponen su orgullo en darle dignidad a un trabajo realizándolo tan perfectamente como puedan, venciendo sus prejuicios si los tuvieran, y así nos dan una lección tanto de dignidad como de amor propio.
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