La Gracia para mantenerse fiel
Conocí a un señor que además de tener un trabajo para cuidar de su familia es miembro del consejo pastoral y del consejo económico de la parroquia; por esta razón, tiene reunión una noche por semana con el consejo pastoral y otra con el consejo económico.
Participa también de la misión continental por lo que con cierta regularidad debe asistir a formación los sábados de 8am a 4pm. Otros sábados los dedica a ir de misión.
No quisiera ni imaginar cómo será su vida cuando además de sus funciones como empleado, padre y esposo deba hacerle frente a las fiestas patronales, asistir a bautismos, confirmaciones y primeras comuniones de sus hijos, amigos y parientes.
Uno se da cuenta que es un señor comprometido pero me pregunto si tanta actividad es razonable.
He conocido varios jóvenes, señores y señoras como él; sacerdotes también. Yo misma fui así durante un período de mi vida pero mentiría si dijera que tanta actividad me hizo ser más caritativa o más piadosa o más fiel, etc.
De aquella experiencia lo único que recuerdo es que fue creciendo en mi el orgullo hasta llegar a confundir el servicio a la parroquia con mi vida de fe.
No existe mayor mentira.
El servicio por el servicio es solo trabajo y como tal debería realizarse en su justa medida no al punto de separarlo de la familia, de la diversión, del entretenimiento, de su vida intelectual y académica, de su propia buena salud.
Lo que es determinante es el auxilio de la Gracia que hace de la vivencia de los sacramentos, la oración y la misa frecuente auténtico alimento para el servicio como vocación.
La Gracia es lo único que ofrece ayuda para sostenernos de cara a la realidad en todos sus matices.
No sé si cada bautizado que inicia su camino de compromiso con Cristo en su Iglesia deberá pasar por un período de actividad frenética, quizá deba ser así; sin embargo, que el engaño no se prolongue ya que, para cuando las dificultades de la vida arrecien, nada de eso le servirá ya que ningún servicio ni actividad parroquial posee ni es capaz de regalar la Gracia para mantenerse fiel.
7 comentarios
Santificar el trabajo, santificarnos en el trabajo, santificar con quien trabajamos.
La labor en la parroquia le toca al sacerdote, esa es su chamba
También los sacerdotes se ven envueltos en problemas de conciencia, al dudar, por ejemplo, de aquel consejo que dieron a determinada persona… y pueden caer en depresión, o sentir una soledad que no saben “sublimar” en la buena dirección, o estar su equilibrio mental comprometido a causa de problemas que le llegan de gentes que buscan consejo y soluciones de la parroquia, y que le hacen cavilar en excesivo… etc.
Los seglares tenemos capacidad de funcionar solos, y estaríamos encantados, por eso, el dejarnos hacer lo que queramos sería la solución fácil para la vida de la parroquia, pero no para un párroco responsable.
La parroquia es cosa de todos, y no sólo porque en ella los trabajos han de estar bien repartidos, sino porque la “Comunión de los Santos” lo exige. La parroquia somos todos, no sólo el párroco. Lo que se necesita es tener claros los puestos que a cada uno nos toca ocupar, las actividades que a cada uno corresponde y cómo llevarlas a cabo, y los objetivos (espirituales, litúrgicos, de culto, y de caridad) de los que no nos podemos zafar. Pero todos somos parroquia. No cabe duda.
Pero tienes razón, Maricruz. Lo que pasa es que la hiperactividad responsable de unos está en función de la falta de actividad de otros, o de la actividad irresponsable de otros.
Pero por encima de estas consideraciones, están los límites de cada uno, aquellos que, tras sobrepasarlos, nos hacen sentir perjudicados en nuestra vida espiritual porque no progresamos en el amor o porque descuidamos nuestras obligaciones sociales o familiares. Los seglares laicos podemos escapar de cualquier encerrona. Los sacerdotes lo tienen más difícil.
Que el Señor nos bendiga.
Acabo de ver a un 'huesero' -así le decimos a quien da masajes: ortopedista - quien me dijo que vivo muy 'estresado' pues amanezco con dolor en el cuello diariamente.
Hace dos años estoy pensionado y este año perdí el último trabajo que tenía. Cerca de medio año con responsabilidades mínimas en que me he relajado, pero no suficiente. Mal de muchos...
Estoy reorganizando mi vida, pues tiene muy poco de servicio. Intenté una forma amplia, pero no funcionó. Tengo que ser creativo para conseguirlo.
Vivo pidiéndole a mi Señor me oriente, pero creo sí quiere que me relaje primero. No me deje errarle.
El señor , viendo que regañan a Maria por estar oyendole y no atender a las neesidades como hacia Marta la defiende y dice que elijió lo mejor..
El servicio es necesario , pero sin que nos haga olvidar lo esencial.
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