Al estilo de la Didajé o del RICA
Una vez, tras cinco años de ser la única catequista, me encontraba recibiendo a los adultos que harían el curso de seis semanas de preparación para el bautismo.
Uno de ellos, un señor de aproximadamente cuarenta años, se puso de pie con tono airado reclamándome diciendo que como padrino no le veía sentido asistir al curso aportando sus razones a las que, tras un breve intercambio de preguntas y respuestas, respondí diciendo que, conociendo la forma de vivir su fe, tampoco le veía sentido que lo hubiesen elegido como padrino ya que había dejado claro cuán poco interés en la formación de su ahijado llegaría a demostrar.
Dadas las opciones que ofrecen los recursos catequéticos en muchas ocasiones resultó beneficioso desafiar a los bautizados ya que, habiendo respondido no llevar vida cercana a los sacramentos y no poseyendo la ceremonia del bautismo más que mero significado social, es claro que el profundizar en la fe mediante el conocimiento tampoco posee mucho sentido.
Es por eso que, contando con la evidencia del estado de su vida sacramental, su escasa formación y también la situación en la que se encuentra la celebración de los sacramentos, no sería aquella la primera ni la última vez que les desafiaría en sus convicciones.
“Si solicitas el sacramento es porque crees en lo que Jesús por su medio realiza no por mero convencionalismo. Estamos de acuerdo?”
A lo que voy es a lo siguiente:
Tal como está estructurada la catequesis, muchos párrocos y catequistas se sirven de los libros y subsidios como se sirve de los suyos un profesor de matemática lo cual no facilita a los bautizados un encuentro con el Señor ya que la conversión no consiste en cumplir con contenidos ni con una agenda; sin embargo, así nos la tomamos y claro, luego nos extrañamos de que la fe de los bautizados sea la misma a sus cuarenta que a los siete años.
Lo que se agrava debido a que a la ceremonia del Bautismo no se da el trato que merece a lo transcendental que la acción divina realiza mediante el Sacramento.
Por estas y otras razones fue que me resultó tan atractiva la vida parroquial de los padres de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro en México ya que, tras dejar claro con acciones concretas el que la vida de fe es vida sacramental en primera instancia, los mismos sacerdotes o laicos magníficamente formados, ofrecen la catequesis a niños y adultos.
Será que las circunstancias nos están obligando a ofrecer primero la posibilidad de un encuentro con el Señor a través de una prolongada, profunda e intensa vida sacramental y solo hasta entonces pausadamente profundizar en nuestra relación mediante el conocimiento?
Al contrario de lo que hemos venido haciendo y muy al estilo de la Didajé o del Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), cierto?
La respuesta es de sentido común. Me parece.
27 comentarios
Uno no puede, en conciencia, negarle el bautizo a nadie pensando que esa semilla caerá en tierra estéril. Hay que creer que Dios puede infundir su gracia y lograr la conversión DESPUÉS del bautismo.
Ahora, con los demás sacramentos, la verdad que sí dan ganas de negarlos (excepto la Unción de Enfermos). Hay tantas confirmaciones que no confirman nada, matrimonios que son cualquier cosa menos eso, y -Dios me perdone- hasta ordenaciones bastante desordenadas.
Pero la costumbre se vuelve ley y hay que bautizarse aunque no se sepa ni para qué. Qué triste se vuelve algo que debería ser la mayor alegría.
La 'fe racional', la única que a nuestros catecúmenos sabemos dar, no vale, ¡ ¡ ¡ ni para evangelizar ! ! !
No sé quién habrá introducido esa 'mala costumbre' en la iglesia. Seguro que fue Constantino. Reclámale a él, los malos resultados, que a lo largo de los siglos, esa nefasta costumbre, ha dado... ¡y sigue dando!
Fe, es tensión de amor, entre el catecúmeno y Dios. ¿Qué hacemos nosotros, infieles, interponiéndonos, entre esos dos?
29/05/13 6:30 PM
No sé si se "puede" negar el bautismo. YO no tengo el corazón de decirle a nadie que no puede bautizarse, considerando que la opción es condenarlo a la muerte eterna. Lo mismo digo de la Unción de Enfermos, que no me siento con la autoridad o el estómago suficiente para decirle a alguien "no se le puede dar", así y sea el mayor pecador del mundo.
Prefiero condenar a alguien a mil años de purgatorio que abandonarlo a su suerte en el infierno.
Ya en una ocasión mandé a un amigo no creyente a confesarse. Lo hizo, el sacerdote lo acogió con misericordia y hasta le dio la absolución con un rito que yo no sabía que existía para los no creyentes.
No sé si tales actitudes han sido malas, pero me inclino a pensar que por lo menos están enmarcadas en la esperanza. Así de frente y cara a cara decirle a alguien que pide el bautismo (aunque sea mal) que está más allá de toda salvación, me parece demasiado cruel.
En principio podría estar de acuerdo, pero tiendo -¿lamentablemente?- a pensar siempre lo mejor de las personas.
Yo no sé si a usted o a alguien más le ha pasado, pero alguna vez he ido a confesarme sin tener el más profundo dolor de los pecados cometidos. Que le diré, soy débil, bastante tonto y poco santo. Pero voy. Con la esperanza que Dios no tenga en cuenta mi debilidad sino la fe de Su Iglesia. Y confieso si ganas y temiendo lo peor (que cometeré el mismo pecado otra vez, por mucho que quiera enmendarme).
Usted y yo y Roberto quizás y talvez Maricruz dirían que mi confesión no valió, que el cura no debió haberme absuelto y que para ir así es mejor colgarme una piedra de molino al cuello, pero... ¿De verdad puedo negar de esa manera el amor y la gracia de Jesús? ¿No podrá El otorgarme la gracia del arrepentimiento sincero y hacer válido Su perdón? Yo espero que sí, porque si no, estoy irremediablemente condenado al infierno.
Más o menos lo mismo pienso de quien pide mal el bautismo o la Unción (no así la comunión, la confirmación, el matrimonio o el orden sacerdotal). Creo firmemente (lo he visto) que el bautismo otorga gracia y carácter, fuerza y espíritu. He visto enfermos levantarse de su lecho. Creo que un "mal" bautismo, así como una "mala" confesión son mejores que ningún bautismo y ninguna confesión. ¿Quien puede presumir de ser el perfecto bautizado y el intachable penitente? Yo no, al menos. Y quisiera tratar a los demás como quisiera yo ser tratado.
¿Por que no le negó su amistad conociendo lo mal preparado que estava?.
¿Quien será el encargado de decidir quien está preparado y quien no?
Esparzamos su semilla , y dejemos a cada cual elegir el camino sin judgar , pues solo Dios conoce en todo momento quien es digno y quien no.
1º Examen de Conciencia
2º Dolor de los pecados
3º propósito de la enmienda
4º decir los pecados al confesor
5º cumplir la penitencia.
Si no se hacen, no es válida. Así de fácil. Y no es legalismo. Ël mira los corazones, pero no es un "Diosito blandito". Mírate el Apocalipsis.
Esto no esta en el catecismo de niños, pero en "dolor de pecados" puede haber desde contrición perfecta hasta atrición vaga. Y venga, que objetivamente, hay que ser tonto para no tenerle un poquito de miedo al fuego.
El punto es si se puede negar el sacramento al que le falta la perfección, siendo un sacramento necesario para la salvación (no digo los otros). En caso de mi dudosa confesión, sin duda un poquito de atrición llevo y el cura se agarra de ella como de un clavo ardiendo (apenas el sábado pasado, hasta que me hizo llorar).
A quien imparte el bautismo, ¿no puede agarrarse de la vaga intención del bautizado, con la esperanza de que el sacramento rinda frutos? Al que confiesa en el lecho de muerte, ¿no podría eso hacer la diferencia entre mil millones de años de purgatorio y la eternidad en el infierno?
No hay "diosito blandito", hay Justo Juez, y es una justicia atemperada por la misericordia, porque sin ella ¿quien podría salvarse? Mírate Marcos 10,27
El tema, según yo lo entiendo, es si debemos seguir ofreciendo los sacramentos a gente mal preparada para recibirlos, Maricruz pone el ejemplo de un padrino de bautismo que ni siquiera encontraba sentido a asistir a una catequesis, yo pongo mi propio ejemplo de indigno pecador.
La lógica nos dice que hay que negar, o como dice el Código de Derecho Canónico (868) aplazar la admnistracion del sacramento, explicando las razones.
En la práctica, ¿cuanto más puedo aplazar un bautismo? ¿Qué pasa si el bebé o el catecúmeno mueren hoy sin bautizar y soy responsable de haber aplazado? ¿Qué hago con el penitente que ya está en el confesionario? ¿Qué hago con el moribundo que no parece estar completamente arrepentido de sus pecados? ¿Y el que esta inconsciente y no dejó instrucciones claras de que quería extremaunción pero tampoco dijo que no la quisiera?
Yo sé que Jesús dijo "ve y no peques más". Si todos cumpliéramos a cabalidad eso, bastarían diez confesiones en la vida, una por cada mandamiento, y todos seríamos santos. La realidad es que la mayoría tropezamos mil veces con la misma piedra. Si le niego el perdón al pecador habitual por habitual, estoy negando la Gracia; si le niego el bautismo al padrino mal preparado... ¿otro poco de lo mismo?
Insisto que esto no aplica a los otros sacramentos que no son necesarios para la salvación. Mucho bien se haría negando el matrimonio a los que no piensan respetarlo, o el orden a los que no saben a qué se metieron. Nadie irá al infierno por ser soltero, laico o no confirmado, pero morir en pecado mortal o sin bautismo sí nos condena a la muerte eterna. ¿Puedo o debo negar el sacramento a quien no parece estar bien preparado?
¿Puede dársele la comunión a alguien de quien se sabe no está en gracia (como ocurrió al darle la comunión un Obispo a un transexual cuya postura era bien notoria, en Italia, o a ciertos políticos que no comulgan con lo que dice la Iglesia)? Puedes dársela (allá el ordenado, aunque los cánones tienen algo que decir), pero no le va a ayudar a quien lo recibe si no se convierte (y la conversión se basa en la libertad). Dios no condena, es el hombre mismo quien al verse ante Dios verá si ha construido sobre piedra o sobre arena y quedará "como quien pasa por el fuego".
Respecto a los niños sin bautizar, sólo Dios lo sabe. Al menos ya no se dice que "estarán en el limbo". Y si el problema es el padrino, que se elija a otro y nos dejemos de pamplinas de respetos humanos y amiguismos, y que al menos uno de los dos sea creyente.
Y si el moribundo no tenía ni tiene intención de estar a bien con Dios... ya se enterará.
Por eso hago distinción entre los sacramentos que son necesarios para la salvación (de hecho, sólo el Bautismo, aunque incluyo la reconciliación y la unción, que tienen efectos similares), de los que no son indispensables.
Uno puede salvarse sin comulgar. De hecho, en el caso que planteas, es mejor que no comulgue. Tampoco necesito el matrimonio, el orden ni la confirmación. Esos sacramentos pueden negarse sin mayor preocupación ante la menor duda de que el candidato pueda no estar preparado. Si lo está, ya lo recibirá después. O no, no es indispensable.
El padrino de bautismo es prescindible. La instrucción posterior también. El bautismo no.
Y en el caso del moribundo, dijo el Señor "lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo". Es muy diferente si el sacerdote administra la absolución que si no lo hace. De acuerdo: el difunto se encontrará con Dios y será juzgado. Pero se encontrará con Dios. Si muere sin absolución ni arrepentimiento, muerto queda en muerte eterna y nada ni nadie puede sacarlo del infierno. A cambio, si muestra la más remota atrición y es absuelto, quizás vaya a lo más horrible del purgatorio, pero algún día saldrá de allí.
Si no son indispensables ¿Para qué están los sacramentos?
Y lo de atar y desatar...me parece un poco traído por los pelos.
En fín, como se suele decir, "pa tí la perra chica", "arráyate un millo"
Lo de atar y desatar es fundamental en nuestra fe. No me lo inventé yo y sin eso no hay Iglesia, no es algo "traído de los pelos".
Sobre la comunión, no tengo la menor duda de la cita, pero todos sabemos que un niño bautizado que muere sin haber recibido ninguno de todos los otros sacramentos sí puede salvarse, aún cuando jamás se haya confesado. ¿O acaso sería necesario casarlo también? ¿Y qué hacemos con el orden sacerdotal y el matrimonio que son mutuamente excluyentes? ¿Tendríamos que recibir los dos, como hay podido hacer muy pocas personas en la historia? ¿Las mujeres están condenadas porque no tienen orden?
No es invento mío, el único sacramento indispensable es el bautismo. Los otros, son optativos, aunque una vez llegado el uso de la razón la reconciliación se va volviendo cada vez más necesaria -aún así, no indispensable en caso de emergencia mediando contrición perfecta-.
Me parece que estamos tratando un extremo extremadamente improbable. Usted describe a un catecúmeno tan, pero tan mal preparado, que prácticamente rechaza el bautismo y todo lo que significa. Ignoro si tal persona existe o si realmente espera recibir el bautismo, pero si existiera, sin duda que habría que negárselo (y creo que ni se daría cuenta).
Yo hablo de el resto de personas, personas como yo, que no somos perfectos. Catecúmenos que piden el bautismo sin estar completamente seguros a qué se meten pero que sienten en su corazón la necesidad de pertenecer a la Iglesia, por alguna razón quizás banal (¿casarse con un creyente, quizás?), pero sin llegar al extremo del rechazo profundo y sistemático.
Entre estos, que según yo somos mayoría (a menos que abunden tanto los perfectos que simplemente no se notan) existe la chispa suficiente -según yo- para poderles administrar el sacramento. Es cierto, no se saben el código de derecho canónico al dedillo con su respectiva traducción al latín y el griego con comentarios de Santo Tomás de Aquino y concordancias con todos los concilios habidos y por haber; pero de alguna manera creen en Dios y quieren ser parte de Su familia. No saben cómo, no han podido ser bien preparados, aún dudan de verdades que para los demás son evidentes, pero yo pienso que hacemos más bien dándoles el sacramento que negándoselos.
Si les niego el sacramento, aparte de ponerlos en peligro de ir al infierno, no les acerco a la Gracia que podría lograr la conversión definitiva. Si se los doy puedo equivocarme y Dios me lo tendrá en cuenta con mis otros pecados, pero le doy un espacio a la esperanza.
Yo pienso que sin esperanza estamos muertos.
No rechazo que se haga el bautismo, solo que se posponga. Recuerdo que en la misa de Primera Comunión se pregunta a los catequistas si los niños han recibido la preparación adecuada y si los consideran ya aptos. lo mismo en las ordenaciones. Y en el matrimonio. En el bautismo son los padrinos los que, apoyados en la fe de la Iglesia, hablan por el niño. Si el catecúmeno tiene ya su edad, responderá por sí.
La fe no es un sentimiento, un deseo de pertenecer. Eso es anterior, y necesario. Muchos todavía creemos que nuestra fe es un átomo de semilla de mostaza, pero que aun así puede hacer Dios fructificar con y a pesar de nuestras buenas intenciones. Pero esta fe debe ser regada por la Palabra asiduamente, y por el Magisterio (no despreciemos a santo Tomás, aunque como parece usted es más de san Agustín). Si solo hay buenas intenciones, sentimientos... seremos carne de cañón para los engaños del Maligno y sus sectas. Lo digo por experiencia. Tras una fe infantil que me llevó a apartarme de la Iglesia varios años ante las dudas e interrogantes que me ponía la vida, pude por Su gracia volver a ella.¡Inmenso amor el de Dios que se apiadó de mí!
Yo pienso que estamos más muertos sin la caridad, y esta caridad solo viene de Dios.
Que se posponga... ¿hasta cuándo?
Quizás usted vive en un país seguro, donde la vida está garantizada, pero en el mío, cada vez que uno sale de casa -y estando adentro también- corre el riesgo de ser asesinado violentamente. Hombres, mujeres, niños, catecúmenos y bebés. La delincuencia no respeta a nadie.
Insisto que no hablo de los demás sacramentos, sino sólo de los indispensables para la salvación, a saber: el bautismo y la reconciliación.
Cuando yo voy a confesarme, una vez al mes, a 45 kilómetros de mi casa, nunca estoy seguro de volver. Así como puedo morir en un accidente, me pueden matar por robarme el móvil o el automóvil. Mi confesor lo sabe y demasiado bien. Demasiadas veces al mes tiene que acompañar a familias a reconocer los restos de sus parientes, celebrar misas de difuntos o simplemente tiene que leer los periódicos.
Si él decide postergar la absolución porque no me ve suficientemente preparado... ¿hasta cuándo? ¿El próximo mes? ¿Mañana?
Y si fuera el bautismo, ¿tengo suficientes garantías de que este catecúmeno va a poder leer, comprender, asimilar y practicar la Summa Teológica en el curso de un mes, un año, cinco años, veinte años? ¿Habrá quién pueda enseñarle? ¿Qué diferencia hay entre la catequesis que ya recibió y la que -potencialmente- recibiría para estar "bien preparado"? ¿Estoy absoluta y completamente seguro que se puede mejorar esa preparación SIN ayuda de la gracia que da el sacramento?
Mientras tanto puede morir. Hoy. Mañana. Y yo lo dejé sin bautismo o sin absolución porque "creí" que podía estar "mejor" preparado. ¿Es eso caridad?
A ver. Yo me estoy refiriendo a los casos "ordinarios". En caso de peligro inminente de muerte, pues claro que no sería raro aplicar la "manga ancha". Aunque entre los mártires, también había (y hay incluso hoy en día), junto a los bautizados, catecúmenos, y niños. ¿Se les negaría la entrada en un reino por el que habían combatido hasta el derramamiento de sangre?
En peligro de muerte inminente podemos estar cualquiera, (esa es nuestra espada de Damocles, incluso en un país en que se goza de libertades, derechos (más o menos) y "paz social") si bien es cierto que en algunos países las probabilidades aumentan considerablemente.
Si las posibilidades de no poder confesarse son tan claras...¡aproveche usted para confesarse lo mejor posible, que parte de la penitencia ya la tiene cumplida! Perdóneme esta salida. Sobre lo que pueda pensar el confesor, lo dejo en su conciencia pues no soy cura. Me consta de casos en que el sacerdote le ha dicho al penitente que no estaba seguro de que estuviera convertido.
Por último , basta ya de meter a santo Tomás. ¿Lo conoce tan bien? A mí nunca se me ha pedido conocerme la Summa. Sólo el Evangelio (y el Magisterio) A la mujer adúltera se lo dijo: vete y no peques más. ¿Que es imposible no pecar? eso ya lo sabía Jesús..¡Qué poca caridad!
Yo no fui quien metió a Santo Tomás en esto, le recuerdo,
Y no es diálogo de sordos, porque al menos ya me entendió el peligro de muerte que nos acecha a todos.
Construyendo sobre esa base, no estamos hablando aquí de mártires heroicos que mueren a manos de los sarracenos dando loas al Señor para animar a sus compañeros que esperan el martirio. Estamos hablando de gente "mal preparada", pecadores indignos como un servidor, que ni siquiera están seguros de estar arrepentidos.
Servidor con pistola en la cabeza, que le pidan abjurar de la fe y la Virgen; no se va a poner a cantar la Salve Regina en latín. Abjurará como un bellaco y dirá cuanta barbaridad sea necesaria, si eso le da esperanza de volver con sus hijos un día más. Difícilmente tengo vocación de penitente, no me exija vocación de mártir que de este barro no salen ni los peores adobes.
Y como yo, muchos. Casi creo que la mayoría. No veo en Misa demasiada gente con túnica resplandeciente más brillante que el Sol: veo gente corrientita, con sus problemas y pecados, unos nuevos y otros habituales. Y entre quien no va a Misa, no se confiesa ni esta bautizado, lo mismo. Gente común, ningún mártir, simples obreros tirando lo que se puede.
Si uno de esos me pide bautismo o me pide perdón, ¿es caridad negárselo porque no se saben que Naasón es nieto de Arab y abuelo de Booz?
Al grano: si uno de esos tiene la verdadera intención de pedir el bautismo o el perdón, creo que ya tiene más de la mitad hecho (aunque conocí a un albañil que se confesaba con un ladrillo porque decía que no se fiaba de los curas, lo ponía en la pared y para él ya estaba hecha la confesión).
Respecto al peligro de muerte, yo mismo de avergüenzo de malgastar tanto el tiempo que me da Dios, cuando al final del día hago "recuento". y hago mi propósito de la enmienda. pero al día siguiente... "polvo soy".
¿Vocación de "mártir"? Ninguna. De "Virgen" ,menos pues estoy casado (como mucho, de "casto"). ¿De confesor? Con un canto en los dientes me daría si al menos una vez al día hubiera vivido como quisiera, en Cristo.
¿Qué me queda? Mirar mi pobreza y maravillarme de que todo un Dios me haya elegido para formar parte de Su pueblo, un pueblo que si brilla es más por la Gloria del que "nos ha llamado a entrar en Su luz maravillosa". Y no engañarme creyendo que todo parte de mí, que como el publicano más de una vez me pondría al fondo a decir "Ten piedad de mí, que soy un pecador".
Un última "maldad": Mírese bien los comentarios, que el primero en hablar de santo Tomás de Aquino me temo que fue usted
"si uno de esos tiene la verdadera intención de pedir el bautismo o el perdón, creo que ya tiene más de la mitad hecho"
Precisamente ese es mi punto, me alegro que esté de acuerdo conmigo. No es necesario tener Master en teología para recibir el bautismo. No basta, pero casi basta la buena intención, el resto lo provee la Gracia.
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