¿Puede un trastorno de personalidad ser un obstáculo para la vida de fe?
Pues, si. Un trastorno de personalidad puede ser un obstáculo para la vida de fe. Tan simple como eso.
No soy psicóloga ni mucho menos experta en el tema por lo que no he hecho de esa rama del conocimiento algo en lo que fundamente mi forma de ser o de pensar pero, es un hecho que -como cualquier recurso- me ha sido útil para resolver muchas cuestiones.
Por otro lado, he escuchado la opinión de teólogos moralistas que afirman tanto que la psicología es útil como que es completamente inútil para la vida de fe.
Estoy completamente de acuerdo con ellos ya que la psicología será útil en tanto se recurra a ella como quien recurre a un fisioterapeuta, es decir, para que nos sirva de apoyo en nuestro esfuerzo por ajustar lo que se ha desajustado; pero, será inútil en cuanto que existe el riesgo de que convirtamos la terapia en obsesión o que, simplemente, nunca llegue nuestra libertad a colaborar con ella. Lo más frecuente es que, quien requiera de la ayuda de la psicología, tienda a ubicarse en estas últimas situaciones.
Quién necesita de un psicólogo? Pues, casi todos necesitamos de uno.
Cómo nos damos cuenta que recurrir a la psicología es una urgencia para nosotros? Cuando persistimos en determinadas conductas que nos hacen sufrir o hacen sufrir a otros.
Es obvio que un cristiano no solo no debería hacer sufrir a nadie sino que tampoco está llamado a la vida para sufrir. Tenemos claro que, si sufrimos, sobre todo si sufrimos por enfermedad o por dolor moral, ese sufrimiento tiene sentido en el Misterio de Redención; sin embargo, muchos vivimos sufriendo y/o hacemos sufrir a otros con nuestra personalidad o, mejor dicho, con nuestros trastornos de personalidad.
Y, cómo sabemos si sufrimos de un trastorno de personalidad? Muy fácil: recurren a google. No es broma. Yo, por ejemplo, acabo de consultar sobre el tema y fui conducida a un enlace en el cual describen muy concisa y brevemente esos trastornos.
De inmediato identifiqué el mío. El mío es “trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo” del cual me enteré de a poco y no sin mucho dolor pero sobre el que, una vez identificado y con la ayuda de Dios y de mi psicóloga, me ha resultado relativamente fácil hacer los ajustes para que haya dejado de tener graves consecuencias sobre mi vida y la de los demás.
Cómo se llega a tener un trastorno de personalidad? Muy sencillo: existen miles de factores. Yo, por ejemplo, por el mero hecho de ser mujer y primogénita, soltera y habiendo fallecido mi madre, estuve mucho más expuesta a padecerlo que mis hermanos.
Como ven, no es algo que uno pueda prever y ni siquiera es algo de lo que se deba uno sentir culpable, sencillamente, sucede. Cualquiera de ustedes podría estar sufriendo por alguno de esos trastornos en este momento y ni siquiera haberse enterado.
Escribo y revelo estas cosas por dos motivos. Les explicaré:
1. El primer motivo es debido a mi trastorno, es decir, me preocupo por sus vidas un poco más allá de mi deber. Sin embargo, como ahora sé que este impulso es parte de dicho trastorno, procuro contenerme por un par de buenas razones que se han nutrido de las verdades de nuestra fe:
a. He comprendido que no soy quien conduce la Historia de Salvación.
b. Nada de lo que diga podrá hacerlos cambiar si primero su libertad no colabora.
2. El segundo motivo es que, una vez comprendido lo anterior, escribiendo sobre el tema hago de mi trastorno algo de beneficio para los demás, es decir, un acto de caridad. Lo que anteriormente no sucedía mientras no quise o no pude identificar mi trastorno y mientras mi libertad se resistía a colaborar con Dios y con mi psicóloga.
Como ven, los trastornos de personalidad pueden y –de hecho- son un obstáculo para la vida de fe, sin embargo –como para todo- existe solución.
Ojo, que conste que cada día debo hacer ajustes. Lo que pasa es que eso no me preocupa ya que también he comprendido que ni siquiera mi propia salvación depende de mi.
19 comentarios
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Inés,
Si bien lo mío no es de tal gravedad que requiera medicamentos no puedo siquiera imaginar lo que podría ser para quien los requiera y para sus seres queridos.
Estoy contigo y daré a tu lado gracias a Dios por los adelantos del conocimiento científico que nos permite pasárnosla un poco mejor pero sobre todo por el don de la confianza ciega en su Divina Providencia.
Ruego a cielo que se valga de nuestro testimonio para que quien lo padezca recurra a la ayuda que necesita.
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Bien, Josafat, tiene razón: es una frívola recomendación.
Lo que pasa es que lo dije pensando en aquellas personas -que son muchas- que albergan grandes temores/prejuicios hacia los psicólogos ya sea porque desconfían de ellos o porque temen reconocer su trastorno ante si mismos y/o por el qué dirán.
No temo pasar por frívola o superficial si con eso ayudo a quien necesita indagar sobre su problema, aunque sea en google. Usted comprenderá.
Sólo de mí no depende (necesito de la Gracia de Dios).....pero en parte sí.....si no por qué dices lo del punto b.
Bendiciones.
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Tienes razón, María. El ejercicio de la libertad es crucial lo que pasa es que como el trastorno deforma la realidad la libertad no atina a hacer un juicio veraz por lo cual no es imputable la culpa o la responsabilidad.
Podré hacer algo respecto a un trastorno, primero, si tengo claro que lo tengo; segundo, si mi voluntad colabora con mi libertad para buscar ayuda.
Esto no es posible cuando no existe lucidez ante la realidad.
En este sentido es exclusivamente la Gracia la que nos mantiene a flote.
Espero haberme explicado.
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Luis, qué alegría aprender de ti.
Muchas gracias. Queda claro que ni lo mínimo sobre el tema conozco aparte de lo que se refiere a mi experiencia.
:)
Bendiciones,
Tengo el mismo trastorno que tú (por cierto que no es no lo mismo que el TOC, aunque tienen ciertos puntos en común).
En mi caso, me lo diagnosticaron hace dos años -muy tarde- y para mí fue una liberación precisamente porque mirando hacia atrás en mi vida comprendí que muchas de las dificultades que tenía en la vida no se debían a mi negligencia sino a un problema de salud. Esto me liberó de buena parte de mis sentimientos de culpabilidad por haber -o no haber- hecho cosas que en realidad escapaban a mi control.
Por lo demás, he comprendido que en la vida de fe, ante las dificultades naturales, lo único que cabe hacer es acogerse con mayor intensidad a los medios sobrenaturales. No hay otra salida, y puedo asegurar que por esa vía, que no es fácil obviamente, se compensan todas las dificultades.
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Es cierto, silvano, una vez detectas el problema y te aferras al Señor, la situación es menos dolorosa. Qué alegría que lo hayas detectado y no creo que nunca sea tarde para eso.
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José,
Bien, eso es completamente cierto, sin embargo, conozco a una persona que tiene el trastorno y ni bajo amenaza va donde el psicólogo. Nada más te digo, lleva una vida espiritual envidiable y hablando acerca de Dios no hay quien le gane pero lo que es en sus relaciones personales es temible: impulsiva, controladora, agresiva, violenta, manipuladora.
Creo que necesitamos darle la cara a la totalidad de lo que somos ya que no solo somos espíritu sino materia que también se enferma y necesita los remedios que le darán salud.
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Todos lo somos, Jesús, pero no hay nada que temer.
(No me estoy refiriendo expresamente a tu problema, que no lo conozco a fondo).
Yo ahora sólo confío en mi amado Jesús y en la Divina Providencia.
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Es cierto lo que afirmas, María, pero creo que lo mencioné desde el principio: la psicología no es la panacea ni mucho menos.
También es cierto que existen muchos y pésimos psicólogos que afirman ser católicos pero cuando pienso en ellos también pienso en que somos católicos con un mínimo de formación que nos permitiría distinguirlos porque de lo último que debería hacer un buen psicólogo católico es implantarnos culpas. Es absurdo que lo haga como profesional sino sobradamente contradictorio si es además católicos. No tiene sentido. De un psicólogo así huiría como de la peste.
Eso es voluntarismo y hay que combatirlo como a la peste con vida de piedad y abnegación.
Fíjese que aún en los consagrados se puede dar muchas veces
que dejan casa y familia pero a la hora de dejarse a si mismos para tener los criterios de Cristo les cuesta una enormidad, lo que es muy peligroso porque terminan gobernando la Iglesia no como a Dios le agrada.
Lo que dice Maria es cierto y esa es psicología freudiana.
Uj... lo de Freud es terrible y peor si viene de un proesional católico.
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Es cierto, receta, el trastorno implica voluntarismo, por lo mismo hay que tener la astucia y la sutileza de conocerse y conocer en lo que está uno metido para poder hacer con la ayuda de la Gracia los ajustes necesarios.
En todo caso, fíjate bien, alguien que se descubre con un trastorno y desea cambiar, indagará y buscará ayuda. Lo intentará una y otra vez con uno y otro psicólogo, con la confesión, con la comunión, con las obras de misericordia, con la mortificación, etc., ya que está convencido de lo tóxico de la situación.
Lo que no quisiera es que tu y María con sus advertencias dejaran la impresión a los lectores de que más peligro hay en buscar la salud que en permanecer enfermo porque no, estos trastornos pueden llegar a ser muy peligrosos para quienes los padecen así como para las personas que conviven o se relacionan con el paciente.
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Bueno, receta, esperaba con mi comentario ampliar lo que había usted dicho pero si le molesta, lo retiro y me disculpo.
Maricruz, iba a escribir algo mas extenso, pero me parece, con toda honestidad, que muy poco puede aportar mas de lo mismo... solo esto escribiré: todos y recalco, TODOS estamos heridos. Algunos hermanos por razones realmente fisiológicas (la química del cerebro por ejemplo) y otros por traumas psicológicos pero todos y repito TODOS, necesitamos de sanación y no al estilo pentecostal, por supuesto pero si y esto es muy seguro todos necesitamos es amor... como cantaba mi amigo John Lenon.
El amor es lo que todo sana. El amor es Dios y todos lo sabemos ¿verdad?
Algunos sufrirán las consecuencias de sobrellevar la minusvalía de sus seres queridos o amigos o conocidos, será de bendición en su vida de fe... para otros que reconocen, por gracia de Dios su minusvalía y la aceptan y repito, por pura gracia de Dios y salen adelante en sus vidas, a mi manera de ver las cosas de fe, son almas victimas... tengo un amigo que para mi es bendición profunda y es una persona con minusvalía psicológica. Doy gracias infinitas a Dios por haberlo puesto en mi camino de fe.
No hay mas nada que hacer... solo amar.
Existen trastornos de la personalidad (anormalidades) que, efectivamente, no permiten la vida de FE (con mayúsculas) Católica y Cristiana... como puede ser (por ejemplo) ser hombre y escribir como mujer o ser hombre y que te gusten los hombres (como -curiosa y sorprendentemente- sucede a la inmensa mayoría de las mujeres que le gustan los hombres).
Pero, no obstante, existen trastornos de personalidad que SÍ permiten la vida de FE (con mayúsculas).
¿Cuáles?
Aquellos 'trastornos de personalidad' (entre comillas) que son provocados por la suspensión momentánea y temporal de la voluntad (de forma voluntaria) sin perder la consciencia ni el control sobre la situación que se está vivenciando.
Esta última, por cierto, es una muy buena manera para aprender a superar los primeros.
: )
2 Abortos.
Un ejemplo más de trastorno de personalidad... provocada, involuntaria, incontrolada e inconsciente.
Ahora entiendo el porqué las drogas (en la mujer y a pesar de la tan manida y defendida igualdad) le produce el triple efecto (vicio y adicción) que en el hombre.
¿Liberadas?... ¡JA!
Pdta.: Teniendo en cuenta que España es el país donde más droga se consume de Europa... ahora empiezo a entender muchas de las leyes modernas. En cualquier caso: ¿qué fue antes: el huevo o la gallina?
: )
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Bien, Victor, veamos: usted opina que mi opinión es burda pero lo que no está tomando en cuenta es que la suya está basada en la desconfianza en la Divina Providencia y la mía no.
Tenga buen día.
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Estimado Casiano:
No se aflija. Por favor, lea este artículo del padre Iraburu y verá que aún en nuestra imperfección y el dolor que conlleva, existe salvación.
Santos no ejemplares
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