Esos desconocidos pero muy reales monjes

Mientras escribo esta entrada estoy escuchando con audífonos a los monjes de la Abadía de Barroux cantando vísperas EN VIVO.

No estoy segura si seré capaz de describir lo que sucede conmigo cuando caigo en la cuenta de ciertas cosas. Trataré de hacerme comprender.

Cuando estudié Sagrada Escritura aprendí que, por ejemplo, los salmos no son únicamente expresión de la teología común de los sacerdotes, los profetas y los sabios sino que, muy probablemente, eran cánticos utilizados por quienes en peregrinación por alguna festividad subían a Jerusalem.

Muchos de ellos fueron construidos con fragmentos de textos todavía más antiguos lo cual, si uno tiene un poco de imaginación, podría serle de utilidad situarse mientras los reza a si mismo como peregrino subiendo por aquellas sedientas tierras hasta el pórtico del Templo de Jerusalén.

De qué época estamos hablando? Pues, para darles una idea, solo tomen en cuenta el que para el 537 a.C., fue colocada la primera piedra del segundo templo de Jerusalén.

Eso quiere decir que los salmos llegan a nosotros, tal como muchos himnos, cánticos y plegarias, siendo oración de cientos de miles de personas entre las cuales contamos al mismo Jesucristo, a su Madre y a los discípulos. Eso sin mencionar a sus seguidores y tantos después de ellos hasta el día de hoy en este preciso instante.

Otro ejemplo. Qué sucede con el Magnificat? Estamos conscientes que no solo es una texto mucho más antiguo que la propia Virgen María sino que ella misma lo pronunció durante y con su propia vida?

Comprendo que, para europeos que tienen doquier su mirada alcanza la historia del mundo para conocer y verificar su fe, este asombro que provoca en mi como Latinoamérica tomar conciencia de la antigüedad y trascendencia, para la propia espiritualidad y vivencia de la Liturgia, de estos textos suene a cuestión de gente simple o ignorante; pero no sean injustos, tengan en cuenta que para nosotros la historia no solo es algo que sucedió hace mucho tiempo a unos desconocidos pero también en lugares muy lejanos que difícilmente llegaremos a conocer.

Por tal razón es que un recurso excepcional para la oración pero también para valorar y amar no solo la Liturgia sino a Cristo en su Iglesia es tomar conciencia de la antigüedad de los textos, del lugar en el que se compusieron, quiénes los utilizaban, por qué y para qué.

Por eso mismo es que, para esta sencilla mujer que soy, que me haya hoy enterado que puedo escuchar por Internet a los monjes de Barroux cantando EN VIVO el Oficio de Lectura es equiparable a lo que sucede conmigo cuando por mi cuenta o en comunidad lo rezo situándome en mi imaginación como peregrino de hace miles de años pero a la vez conciente, como mujer del siglo XXI, del tiempo y la distancia que me separa de ellos pero también teniendo clarísimo que con ellos así como con los monjes de este siglo comparto el origen y finalidad de lo que estoy haciendo.

Pero eso no es todo, lo sublime y sobrenatural es que por ser textos litúrgicos, nosotros los bautizados y como miembros del Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo, al rezarlos, estemos EN Cristo unidos en el Espíritu en oración ANTE el Padre.

Se dan cuenta? Todo esto nos sucede como peregrinos que subimos a Jerusalem, junto a María, los discípulos y Todos los Santos; eso, sin mencionar a tantos de nuestros hermanos en la fe que rezan el Oficio sino también junto esos desconocidos pero muy reales monjes de Barroux.