El camino hacia la unidad pasa por el perdón
He leído la entrevista a Monseñor Nicola Bux en la cual trata acerca del tema del ecumenismo y me ha asombrado lo bien que se aplica lo que ha dicho sobre el pecado incluso en las divisiones dentro de la Iglesia.
Hablando de pecado, el mío propio y dentro de mi circunstancia, advierto que sin que éste me haya llevado hasta el fondo de mi miseria no advertiría mi necesidad de clamar al cielo por el don del perdón.
Quizá sea este uno de los secretos de los santos, quizá sea su pecado lo que más evidentemente con ellos tenemos en común en primera instancia.
Y, es que, me pregunto: qué sería de ellos si no hubiesen en su pecado llegado hasta el fondo de su miseria? Ciertamente, no hubiesen llegado a santos, mucho menos hubiesen aprendido a mirar, una vez reconciliados, lo que de bueno y verdadero existe en los demás.
En grandes beatos y sabios que tenemos a nuestro alcance, uno observa –por ejemplo- a Juan Pablo II, a Benedicto XVI o al propio Monseñor Nicola Bux y se pregunta: qué hace que estos hombres hablen con esa claridad acerca de conceptos como el pecado, la unidad, del perdón, etc., sino es porque han experimentado las consecuencias del pecado y que, por lo mismo, han clamado al cielo y visto regalados con el don del perdón?. Quién podría hablar así de algo que no ha vivido en carne propia?
Pues eso es a lo que voy, lo que nos une a ellos es el pecado, lo que nos separa es no haber reconocido nuestro pecado.
El día de hoy resulta muy oportuno que el Camino Neocatecumenal esté recibiendo instrucción y aprobación para aspectos específicos de su liturgia. Resulta oportuno que también La Buhardilla haya publicado esa entrevista así como que continúe habiendo roces tan dramáticos con los lefebvristas debido a que todo ello muestra diferentes aspectos y etapas sobre este camino hacia la unidad del que habla Monseñor Bux.
Veamos el caso del Camino Neocatecumenal. Cuánto no han sufrido por ser percibidos como una secta pero también por causa de su pecado? Cuánto no han debido clamar al cielo y cuánto don habrán recibido para que el día de hoy estén recibiendo agradecidos atención tan delicada del Santo Padre y del Magisterio?
Ellos, con su liturgia “rara” han debido corregirse en innumerables ocasiones (y tendrán que seguirlo haciendo) hasta el punto en que lo que dicen y lo que hacen ha llegado a estar cada vez en mayor consonancia con el Magisterio.
Su proceso prueba que han transcurrido el camino del reconocimiento de su pecado, del clamor por el don del perdón y haberlo recibido, lo que les ha conducido a mirar lo bueno y verdadero que existe en la Iglesia, su Madre y Maestra.
Porque –respondan- quién ha visto jamás a alguien del Camino despreciar al Vicario de Cristo, aspectos del Magisterio o a otros movimientos eclesiales?.
Veamos el caso de los lefebvristas. Cabría con ellos preguntarse nada más si será que no han pasado de cierta etapa? No podremos jamás saberlo , más todo indica que ahí hace falta reconocimiento, clamor y perdón para recibir el plus del don por el que han puesto el grito al cielo.
Eso les habría ofrecido la posibilidad de no pretender imponer sus ideas y les habría abierto a reconocer sin condiciones todo lo verdadero y bueno que existe en la Iglesia.
Veamos el caso del grupo de la misa en nuestro país. Nosotros todavía ni siquiera nos hemos planteado que la división ha sido fruto de nuestro pecado. En ese sentido nos falta transcurrir hasta el fondo de nuestra miseria para llegar a reconocer lo bueno y verdadero en los demás.
Tal como he dicho al principio, lo que nos une a los santos y a los sabios en la primera etapa es el pecado, lo que nos separa en las posteriores es el no haber dado el paso del reconocimiento de ese pecado que nos conduciría hacia la unidad a través de la reconciliación; lo cual confirma Monseñor Bux en el siguiente párrafo que he extraído de la entrevista:
“Se debe reconocer que la realidad [nuestra realidad personal], contaminada por el pecado, produce divisiones, que deben ser continuamente atravesadas sin pretender esconderlas o amortiguarlas en nombre de una unidad imposible”.
Por eso es que, mediante este reconocimiento, tanto sabios como santos, con ayuda de la Gracia han recorrido el camino para “no imponer al otro algo que no es o no tiene” para que desde su interior haya nacido “la escucha de todo lo verdadero y bueno que existe en el otro para que crezca el don de la unidad que, no obstante [como hemos de recordarlo] nos viene de lo alto”.
Está clarísimo, el camino hacia la unidad pasa por el perdón el cual es don que hemos de clamar al cielo.
A ver si nos disponemos a recorrerlo. Yo, la primera.
El Señor nos conceda la Gracia.
Amén
7 comentarios
EL CAMINO NEOCATECUMENAL UNA EXPERIENCIA DE VIDA EN EL SEÑOR.
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Gracias, Luz Marina, por tu testimonio. Felicidad y bendiciones en este día. Así como el Señor y el Santo Padre, estaré siempre de su lado.
Gracias por adelantado por tu amable respuesta.
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Miguel,
Pues los pecados usuales en cualquier ser humano. Nada del otro mundo: los provocados por infedelidades individuales o comunitarias, etc. Lo usual, como he dicho y de lo que no carecen ni personas ni colectivos.
Saludos y la Paz.
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Miguel
Es que así es siempre, el pecado personal repercute en el grupo. Lo usual.
Estimada Maricruz la felicito por su reflexión. Por eso los Papas nos recuerdan que el camino de la unidad pasa por la santidad. Pero como usted misma lo dice, si uno no ha clamado al cielo por la terrible y dolorosa conciencia de su miseria es imposible que le reconozca a los otros hermanos (a los cuales se llama muchas veces herejes y cismáticos con aire de superioridad) lo mismo que uno ha recibido de Cristo Jesús por su miseria: fidelidad y misericordia.
Habrá un Juicio y allí cada uno recibirá lo que se merece: justicia o misericordia, según las varas con la que se ha medido asi mismo y ha medido a los demás.
Por eso agradezco al cielo la gracia de haberme mostrado cuán negra y miserable estaba mi alma lejos de Dios.
Hoy justamente conversaba con la persona que me limpia la casa sobre el poder de la oración sobre su sobrina de 14 años, hija de una hermana evangélica. Los médicos le dijeron que moríría pero todos oramos, católicos y evangélicos por ella, y ella salió del coma.Luego le dijeron que no volvería a caminar pero seguimos orando y lo hizo. Luego le dijeron que quedaría retardada pero seguimos orando y se recuperó. Estas experiencias son un modo de vivir la unidad aunque no sea plena como nos enseña Benedicto XVI. Pero si uno se cree libre de culpa y no clama al cielo jamás comprenderá lo que nos enseña el Papa. Podrá copiarlo y citarlo pero no comprenderlo e imitarlo.
Bendiciones en los Dos Corazones.
Si no han comprendido lo que representan dentro de la Iglesia es muy lamentable pero ya es hora de que comprendan que son y seguirán siendo parte de ella.
Cierro los comentarios.
Gracias.
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Roberto,
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Ahora tiene más claro por qué borro sus comentarios?
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Bien por usted!
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