¡Bien que lo se!
Continuando con la plática sobre el martirio he pensado desde la última entrada que quizá desde mi juventud he venido escuchando el llamado hacia esa vocación.
Ya se que algunos me dirán que siendo el martirio una cuestión de vida o muerte que no debería tomármelo tan a la ligera, pero no les haré caso. La vida es seria, muy seria pero mentira que si existe claridad acerca de la meta que persigue la muerte tan seria sea, porque en ese caso morir más bien sería el premio, uno que te llegaría envuelto en un inmensa certeza adornada con sendos lazos y ramilletes de risas y más risas. Bien lo se, que en ese caso, la muerte lejos estaría de ser una cosa seria.
Digo que a lo mejor tengo ese llamado por algunos pequeñitos detalles en mi vida que así me lo indican. Recuerdo cuando en 1972 en vísperas de la Navidad y a los 12 años aproximadamente sucedió el terremoto en Managua, Nicaragua. Recuerdo que ese día no pude parar de llorar y le decía a mis padres que me dejaran ir a socorrer a aquella gente, lo decía sinceramente porque me reconocía capaz de ayudar, enfermar y hasta morir con ellos.
Yo sabía de qué era capaz porque desde tiempo atrás y sin que nadie me lo pidiera me había propuesto con dos amiguitas de la escuela preparar comida que llevábamos a vender entre los compañeritos para con lo recaudado poder comprar un “diario” a una familia pobre que vivía en el lecho de un río y a la que habíamos adoptado. Bien sabía de qué era yo capaz a los doce años.
Más tarde a los 19, durante la Revolución Sandinista, me recuerdo diciéndole a mi madre que era afortunada de ser la madre de una hija nacida en un país sin graves injusticias como en Nicaragua, porque de lo contrario quizá sería una madre que habría tenido que pasar por el trance de haber llorado a su hija.
Pues bien, así como me puede la injusticia, me puede la ingratitud, también la infidelidad, la desobediencia. Y, Dios sea bendito, que los años me han hecho madurar porque de tener la edad que tengo y la madurez de mis 19 años quizá ya no estaría aquí contándoles el cuento.
En relación a lo que estamos viviendo en Costa Rica, que pinta ponerse grave con los días, acerca de la misa según la forma extraordinaria y acerca del martirio del que venía hablándoles, me viene bien haber leído lo que dijo el Santo Padre al iniciar el Meeting en Rimini cuando dijo: «El hombre no puede vivir sin la certeza de su propio destino».
E igual de bien me viene lo que al respecto mencionó Fabrice Hadjadj en una entrevista publicada en Il Sussidiario “La gran certeza es la que destruye todas las pequeñas certezas hechas a mi medida para abrirme a algo que a su vez me lanza a lo desconocido y al mismo tiempo me llena de embriaguez, con una exaltación de la vida, una apertura al encuentro y a la comunión con algo que me supera. (…) La certeza humana es una certeza dramática y como tal es apocalíptica: a través del drama, de la catástrofe, siempre nos es donada una revelación.”
Bien se que mi existencia -desde mi difícil nacimiento- ha sido un drama, bien se que no ha dejado de serlo en toda circunstancia dentro de mi historia personal y que hoy día no deja de serlo por estar involucrada en cuestiones en las que mi sola presencia y fidelidad al Santo Padre se les presenta a algunos como amenaza de muerte; bien lo se, pero también se que moriré abrigada por una certeza dramática, apocalíptica, catastrófica pero también inmensa. Bien que lo se.
De ahí que no tengo miedo y nada más espero ese gran premio envuelto con sendos lazos y ramilletes de risas y más risas.
8 comentarios
Es más: sacerdotes y obispos mártires.
Habrá quien diga que ya ha habido uno, en sentido figurado, pero yo no entraré en esa disputa acá porque no tengo un juicio definitivo formado.
Yo le aliento, Maricruz, a seguir siendo un martyr. Pero le falta entender que lo que se dirime con la restauración de la Liturgia no es mero asunto estético, está en juego la Fe de la Iglesia y la gloria de Dios.
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"está en juego la Fe de la Iglesia y la gloria de Dios" o lo que es lo mismo, la santificación de las almas.
Va en serio, no crea, esto de morir a los propios planes para glorificación de Dios y santificación de los hombres.
Pues como decía san Efrén en uno de sus himnos para la Nativitas Domini: "Tú nada ganas con nuestra alabanza, pero ¡ay de nosotros si no te alabamos!"
Lamentablemente su destrúcción sí lo fue, plan de individuos con nombres y apellidos, Lucifer el primero de ellos.
En estas vacaciones he estado leyendo a Klaus Gamber y da miedo encararse con la realidad.
Ratzinger no da puntada sin hilo y en uno de sus prólogos a los opúsculos de Ganber emplea una palabra sanadora: celebrar con SOLEMNIDAD. Solemnidad, que no es boato. Solemnidad, para evitar las guerras de "altar contra altar". El problema es que en esta guerra de "altar contra altar", como en la guerra que presención Agustín de "altar contra altar" en el caso de los donatistas hay un altar fiel y un altar... bueno... me ahorro calificativos... ¿herético? ¿indigno? ¿modernista?
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Tulkas,
A usted nadie le quita lo inteligente, lo culto, lo valioso, ojalá se le llegue a quitar del todo su amargura ante la circunstancia presente de la Liturgia para que finalmente empiece a ser alguien de utilidad para el Reino de Dios. No es que ahora no lo sea, lo es pero en negativo, empiece a serlo en positivo para mayor gloria de Dios.
Lo que digo sobre usted lo digo también por muchos de sus amigos.
Pero la vocación al martirio pide estar dispuesto "hasta la muerte", sea que esta llegue por la vía del león hambriento, del jefe violento o del bloguero virulento.
O si el Señor así lo dispone, tranquilamente en la cama rodeada de sus seres queridos.
La felicito Maricruz, por su vocación al martirio. Que el Señor me de fuerza para acompañarla a la arena con los leones, si nos toca. Riéndonos, seguramente.
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Cielos, si, Gaby, riéndonos ante la visión venturosa de sabernos próximamente ante el trono de Dios. Claro que si.
Los ateos tenemos clarisima la certeza de nuestro destino, la muerte, como ocurre con cualquier ser vivo.
El problema lo teneis vosotros que os montais el numerito de la otra vida y demas bobadas.
Y claro pensais que para ganaros el mas alla, teneis que pasar por el martirio y otros sintomas de vuestra inestabilidad emocional.
Deberias buscar ayuda para esas tendencias, se empieza asi y se acaba flajelandose y poniendose cilicios.
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Qué cosa curiosa! A mi para nada me interesa que ustedes los ateos de cierto tipo hagan alarde de supuesta "racionalidad" acerca de la muerte como último destino, por lo mismo, por qué le importa tanto nuestra inestabilidad emocional? Será que ven en ella algo a lo que han renunciado o de lo que carecen?
Y vaya, que si de verdad estuvieran convencidos que su destino es la muerte tratarían sus vidas y las de los demás con mayor delicadeza.
Y tu que sabes de como vivo yo mi vida, preocupate mejor de como la viven tus hermanos, esos mismos que se ocultan detras de una sotana para abusar de niños, que abrazan a los ricos mientras rezan por lo pobres.
Menos juzgar a los demas y mas vivir respetandolos es lo que os hace falta.
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Usted ha de ser uno de esos que recibió a escupitajos a los jóvenes de la JMJ en el Sol y aunque no lo fuera no espere que me defienda o que le devuelva su hostilidad.
Se apiade el Señor de su alma y de la mía.
Tu eres la que tiene un problema de hostilidad y frustracion, pide tu piedad a tu dios.
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De acuerdo, pero dígame una cosa, si este no es su lado hostil y frustrado, cómo se expresa usted cuando lo está?
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