Mi primer desafío
Para un buen amigo y la madre de sus hijos
Mi primer desafío fue salir con vida del vientre de mi madre ya que tenía un fibroma el cual hace 52 años no pudieron detectarle debido a que no habían inventado las ecografías.
El segundo desafío fue recibir las miradas de los parientes que me veían por primera vez ya que nací con la mandíbula deforme debido a la presión que sobre ella había ejercido el fibroma.
Desafío para mi madre no fue ya que, según me contó, se lo tomó como lo más natural; sencillamente me puso a dormir con la cabecita del lado opuesto y el hueso con el tiempo volvió a su lugar.
El siguiente desafío fue hacerle frente desde poco tiempo después de nacer a variedad de alergias las que, según cuenta mi madre, iban desde sarpullido hasta que se me caía el cabello dejándome círculos pelones en la cabeza. Las superé todas, más a los dos años y medio, apareció el asma. Desde entonces cada día respirar es para mi un desafío.
Ha habido días muy buenos y días pésimos hasta el punto que a los siete años y, según cuenta mi madre, le dije que tenía ganas de morir.
Ser asmática en la escuela fue algo difícil ya que faltaba mucho a clase y aunque empecé a asistir desde los cinco años, para cuando llegué a los nueve, debieron sacarme un año para que descansara de mi enfermedad. No obstante, y no se cómo, siempre rendí muy bien en la escuela.
Desafío en ese período también fue el que por ser muy flaquita y ojerosa, un poco pausada y algo solitaria –creo yo que por el antihistamínico- los maestros no sabían cómo tratarme; uno de ellos (bien tonto por cierto) hasta llamó a mi madre para decirle que considerara que yo pudiera ser un poco “lenta” (no tienen idea del bochinche que armó mamá!)
Más tarde en el colegio el asma mejoró pero desde entonces, aunque no ha sido tan difícil como se que es el asma para algunas personas, ha habido períodos bastante malos de hospitalizaciones y demás.
Llegando a vieja, hace como seis años, me diagnosticaron una hernia discal. La voz de alerta la dio el que se me durmió el muslo de la pierna derecha y la piel allí se puso muy sensible. Desde entonces sigue igual, dormida y sensible, pero ya me acostumbré.
El mayor desafío con lo de la hernia ha sido el que no puedo hacer muchas actividades que me gustan, como correr, levantar pesas, montar a caballo o en bicicleta; más puedo nadar y eso es algo que me fascina.
Con la hernia llegaron algunos malestares los cuales los doctores están tratando de diagnosticar y al menos han concluido que mis dolores constantes no se deben ni a la artritis ni al reumatismo; eso si, sospechamos que puede ser fibromialgia, que en todo caso es parecido.
En realidad nunca me he considerado, aunque no lo crean, una persona enferma. Supongo que lo habrán notado ya que no hago alarde de ello.
Como les digo, no me considero discapacitada (aunque mis enfermedades en algunos países son catalogadas de esa forma) ni una persona enferma, todo lo contrario, rara vez pienso en ello y además, quién va invertir tiempo en recordarlo cuando puedo levantarme cada mañana tan contenta de vivir, de tener tantas cosas de qué ocuparme y por las cuáles dar gracias a Dios?
No se qué me tenga deparado mi amada Divina Providencia para los años de mi ancianidad pero como buena chica previsora le voy echando una mano: le he dicho a mi hermano que en el momento en que deban atenderme porque no puedo hacer las cosas por mi misma me ponga en un ancianato y ni siquiera de los más caros ya que no soy para nada exigente.
Habemos niños que llegamos a la vida con lo que el resto de la humanidad -unos más que otros- considera una minusvalía, pero sepan que nosotros nos sentimos y consideramos total y absolutamente capaces.
Muy probablemente esto sea así porque nuestra primer mirada se cruzó con la mirada amorosa de nuestra madre y padre; mirada que nos ayudó desde el primer instante para enfrentar cada desafío.
Dios colme con su Gracia a mi padre y a mi madre por haberme mirado así; porque de esa mirada amorosa he conocido cómo El me ha mirado.
Mi último desafío, el cual será abrazar con gratitud el momento de mi muerte, se lo dedico a ellos.
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